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ANTONIO PANIAGUA
Madrid
Martes, 11 de febrero 2020, 18:05
No le gusta que le llamen botánico, sino jardinero, aunque en realidad su vida se está encaminando cada vez más a la faceta de historiador del arte. Eduardo Barba (Madrid, 1978) se dedica a estudiar las plantas y flores existentes en las obras maestras de ... la pintura. En 'El jardín del Prado' (Espasa), Barba hace un recorrido por los grandes maestros de la pinacoteca española para observar las especies que florecen en el lienzo o la piedra, desde las violetas que cultiva Tiziano en 'La bacanal de los andrios' a la hierba fragante que recrea Patinir en 'El paso de la laguna Estigia'. «Un buen amigo me pidió que identificara una planta que ilustraba un tratado medieval y así empecé. Me gusta mucho el arte y me pregunté por qué no completaba los estudios de botánica aprendiendo de la colección del Prado a través de sus plantas», asegura el botánico e investigador.
Claveles, caléndulas, milenramas y azucenas pululan por este libro, que ofrece al lector la posibilidad de plantar las flores y especies que glosa el autor, ya que las variedades escogidas pueden crecer fácilmente en casa.
Entre cuadros, esculturas y artes decorativas, Barba ha catalogado unas 1.050 obras, de las que describe las características de la planta, explica si encierra algún significado simbólico y aclara si el espécimen es raro o común. Algunos maestros son prolijos y exuberantes, como Jan Brueghel el Viejo. Solo en 'El olfato' dibuja unos sesenta ejemplares distintos. Pinta las plantas con un realismo prodigioso. Para ello se valió de pinceles tan finos como delicados son los pétalos de las flores de sus bodegones.
'La Anunciación', de Fra Angélico, es una de esas obras que tienen encandilado al botánico. La luz, el color, y sobre todo, el jardín del Edén le sobrecogen como el primer día, quizá porque la higuera tiene tanta vida que solo le falta despedir su olor. «Está dibujada en el momento en el que forma sus futuros frutos y nuevas hojas, algo que ocurre con mucha vigor y mucha fuerza en mayo y junio».
Barba es capaz de distinguir si el artista ha copiado la planta del original o la ha imaginado. El Bosco por ejemplo pinta un drago en 'El jardín de las delicias', pero nunca vio uno porque lo adorna con flores azules, cuando en realidad son blancas. Seguramente conoció el árbol a través de un grabado e inventó el color de las flores. Quienes reproducen la naturaleza tal cual copian hasta las heridas del ejemplar.
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