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Parece que noviembre le da suerte a Juan Gómez-Jurado (Madrid, 1977). Desde ese mes de 2018 su novela 'Reina Roja' permanece entre los libros más leídos en España y este noviembre, dentro de apenas 60 días, el autor volverá a las librerías con su ... nueva obra, cuyos detalles se guardan bajo siete llaves. Sólo una espinita tiene clavada este escritor, uno de los grandes talentos de su generación: ninguna de sus obras ha sido llevada todavía a la pantalla.
–¿Cómo es posible que aún no se haya hecho una película o una serie con sus libros?
–Lo considero un fracaso constante desde 2005, un fracaso que dura ya 15 años. También es cierto que tengo la manía de no escribir historias de gente hablando en habitaciones, sino de gente corriendo detrás de cosas que explotan en escenarios complejos. No se lo pongo fácil a los productores. Tiempo hay, pero no suele haber dinero.
–¿Ha aprovechado el confinamiento?
–Sólo he podido jugar a la Play con mis hijos, nada más. Escribir es un proceso que lleva tiempo y cuando terminas una novela, no sabes a qué clase de mundo le vas a hablar. De hecho, a finales del año pasado estaba trabajando en un libro que transcurría en un futuro distópico, pero lo abandoné. ¿Para qué, si ya nos estábamos metiendo nosotros en ese futuro? De repente, la realidad te alcanza.
–Su relación con los lectores es muy cercana. Contesta a todos.
–Es un diálogo muy sencillo, agradecer a la gente el esfuerzo que hace por comprar tu libro y leerlo. La cultura no es nada si el acto cultural no se cierra. Es decir, que yo me encierre a escribir y nadie me lea no es cultura.
–En general, ¿qué le cuentan?
–Hay de todo. Hace poco me llegó un mail devastador de una persona mayor que se encuentra en una situación médica fastidiada. Se puso en contacto conmigo y me dijo: «Tengo muchas ganas de leer tu próxima novela, pero a lo mejor no puedo, porque creo que me voy a morir». Se expresaba con mucho sentido del humor. Le contesté, le pedí su teléfono, le llamé y le conté lo que iba a pasar. Me respondió que ya se podría morir tranquilo. Nos reímos mucho, le hizo ilusión y pensé que ese ratito había servido para algo.
–En Twitter usted se ofrece a enviar sus libros a los lectores que no puedan pagarlos.
–Lo hago de forma natural. Yo no podría mandar un ejemplar en papel a todo el que me quisiera leer y no se lo pudiera permitir, pero si una persona está en paro y me dice que quiere leerme, prefiero que me lo diga a mí antes que entrar en una página de descargas que se lucra con el trabajo de otros, y eso que yo nunca he sido partidario de perseguir a la gente por las descargas. Pero si es porque no te lo puedes permitir, claro que sí, toma, aquí tienes mi libro, y lo único que te pido a cambio es que, si en el futuro las cosas te van bien, compres un libro y, por ejemplo, se lo regales a alguien. Es una relación de confianza, igual que cuando vas a la panadería sin dinero y lo pagas al día siguiente. Yo confío en que la gente me devolverá el favor. Si no lo hace, no me enfado; y, si lo hace, los dos hemos salido ganando. Pero por mi experiencia, cuando pasa el tiempo, la gente cumple. Vivimos en un mundo cada vez más deshumanizado, ya no importa la gente, sólo las estadísticas, y yo intento, en la medida de mis fuerzas, remar en la dirección contraria.
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