R.C.

Juan Carlos Botero, un apóstol de la bondad en un océano de crueldad

El escritor y periodista colombiano, hijo del célebre pintor, retrata la Colombia desgarrada por la violencia que se vio obligado a abandonar

Martes, 5 de diciembre 2023, 17:02

«La decisión más nimia y en apariencia totalmente intrascendente puede tener consecuencias insospechadas y cambiar el curso de la historia». Lo dice con su dulce acento colombiano y una firme convicción Juan Carlos Botero (Bogotá, 1960), periodista, escritor e hijo del célebre artista colombiano ... Fernando Botero. Presenta su tercera y ambiciosa novela, 'Los hechos casuales' (Alfaguara), el retrato de una Colombia «desgarrada por la violencia pero esperanzada» que se vio obligado a abandonar. Es también un canto a la bondad del ser humano en medio de un océano de crueldad que aborda el poder del azar y la culpa.

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Vuelve Botero a la novela tras un silencio narrativo de trece años. Ha necesitado ocho para completar este relato de casi 600 páginas que es una celebración de la bondad. «Se repite con machaconería que el hombre feliz y bondadoso no tiene historia, y esta novela quiere demostrar que sí la tiene. Que la bondad prima en el mundo sobre la maldad, que es mucho más llamativa», afirma risueño ante su 'padrino' español, el escritor y académico Arturo Perez-Reverte, quien se ufana de su vieja amistad con Botero, que dura casi 30 años.

Su protagonista, Sebastián Sarmiento, es un bondadoso y virtuoso empresario que en los años de plomo, entre 1990 y 2010, ha visto morir a sus seres queridos y se ve obligado a abandonar su país, como le ocurrió al autor de una novela «con mucho de autobiografía».

«Quería retratar la Colombia que viví, marcada por la violencia extrema, en la que conocí el secuestro, las amenazas, la muerte y el exilio». «Necesitaba quitarme esas vivencias de encima, exorcizarlas, y la literatura te permite esa catarsis. Es una de las razones por las que escribo ficciones», afirma.

Y es que Botero sintió en carne propia esa amenazas «intolerables» que le hicieron exiliarse. «Sé qué es redactar una columna con los dedos temblando, porque acaso puede ser tu condena a muerte por una palabra equivocada», confiesa el articulista, que en la distancia ha seguido con sus columnas de opinión sobre la dura realidad colombiana.

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Retrata «todos los fenómenos de violencia» que han lacerado a su país «en el que hace falta tolerancia» y en el que sigue «esperanzado» a pesar de todo. Hechos traumáticos como la masacre del Palacio de Justicia, la tragedia de Armero, las bombas y los atentados del cartel de Medellín en la guerra del narco. Como todo colombiano, el escritor tiene las «cicatrices» de su historia reciente y sabe que ningún país «es inmune a la barbarie aunque prevalezca la verdad». «La civilización es una pelea que nunca se termina de ganar pero que se puede perder fácilmente», advierte.

«Lo mejor y lo peor que me ha ocurrido en la vida, lo más grande y lo más elemental, es resultado de pequeños hechos casuales, encadenados por el azar, la suerte o el accidente», dice justificando el título de la novela. «Son hechos en apariencia triviales y anodinos que adquieren un efecto dominó y alcanzan dimensiones colosales. Entonces comprendes que los hechos insignificantes no existen», plantea.

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Destinos

Quiso explicárselo con la novela, sabiendo que «esos hechos en apariencia irrelevantes ejercen un papel determinante en la vida». «Quería resaltar la fragilidad de nuestra existencia. Constatar que una decisión como girar a la derecha o a la izquierda al salir de casa, o pulsar el botón del ascensor un instante antes o después puede cambiar de manera irreversible nuestro destino, quizá el de tu país e incluso el de la humanidad», afirma. «Una palabra equivocada en un momento de la historia puede hacer sucumbir al mundo», asegura recordando la dubitativa actitud de Günter Schabowski, portavoz del Politburó de la RDA, quien con unas declaraciones producto de la confusión y el apremio, precipitó la 'caída' del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989.

La culpa es el otro asunto central de la novela. Su protagonista «se siente responsable de la muerte de sus seres queridos y arrastra la culpa de ser colombiano, algo que todos mis compatriotas conocen, ya que en el fondo somos partícipes de una catástrofe que le ha costado la vida a nueve millones de personas», se duele.

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'El arte de Fernando Botero', un ensayo sobre su padre, el celebérrimo pintor y escultor fallecido el pasado 15 de septiembre, fue el título de su anterior libro. Ahora ha querido rendir homenaje a su popular progenitor a través del personaje de Sebastián Sarmiento «dotado como él de atributos como la filantropía y la generosidad». «Mi padre regaló a Colombia más de 700 obras, entregó lo que de verdad valoraba, su propia colección», destaca.

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