La más joven, Carmen Maria Machado, está en la treintena. La mayor, Ida Vitale, frisa la centuria. Son dos de las 31 escritoras con las que a lo largo de una década ha «conversado, que no interrogado» Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983), periodista y escritora ... que reúne en 'Una habitación compartida' (Debate) los diálogos con las autoras «que más me interesaron y me cambiaron». El título es un guiño a Virginia Woolf, pionera en reivindicar para las mujeres ese espacio propio e imprescindible para crear que les estaba secularmente vedado y por el que estas autoras también lucharon.
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Son charlas con ganadoras del Nobel, como Svetlana Alexiévich, y eternas candidatas al galardón como Margaret Atwood. Con dueñas del Cervantes como Elena Poniatowska e Ida Vitale, y del Princesa de Asturias como Siri Hustvedt. Con escritoras de registros creativos e ideológicos dispares, como Vivian Gornick, Zadie Smith, Edna O'Brien, Deborah Levy, Lidia Davis, Jeannette Winterson, Gloria Steinem, Elvira Navarro, Maryse Condé o Isabel Allende.
«Hablan sobre todo de literatura pero también sobre muchos otros temas que tienen que ver con el hecho de ser mujer y escritora hoy y ayer», explica Martín Rodrigo. «De mis conversaciones con ellas salí diferente. Todas me cambiaron como periodista y como persona. Me movieron por dentro, me conmovieron», agradece la también autora de 'Azules son las horas', que propone leer su libro «como un diálogo entre las propias escritoras». «Les une que todas lo tuvieron bastante más difícil que los varones, porque ese techo de cristal del que tanto se habla para ellas ha sido un techo de hormigón», explica la periodista. Hoy todas gozan de reconocimiento, «pero les costó romper ese techo mucho más que si hubieran sido hombres, y lo dice alguien como Isabel Allende, una de las autoras más leídas en español en todo el mundo», explica Martín Rodrigo. «Si ella debió luchar tanto, qué no habrán tenido que hacer las demás».
A pesar de la dificultad, cada una de ellas «ha construido un cuarto muy particular, una habitación literaria muy personal y muy distinta» por la que superaron unas dificultades agravadas por ser mujeres. «Muchas son madres, atienden a sus hijos, les llevan al colegio y tienen un trabajo además de su vida como escritoras. Tienen su vida parcelada, compartimentada, y eso hace que las admire todavía más», dice Martín Rodrigo.
Ordena a sus entrevistadas de la más joven a la de más edad «para que se perciba el contraste en las opiniones según pasan los años, desde la vehemencia más propia de la juventud a la reposada conciencia de la madurez y la vejez, y la evolución de la personalidad». También para transmitir la idea de diálogo intergeneracional, «ya que a través de este orden ascendente se percibe con claridad cómo el feminismo no es algo inventado ayer».
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Las conversaciones son un crisol de opiniones que denota que hay tantos feminismos como sensibilidades, y que no todo es blanco o negro. «Todas se reconocen feministas, pero hay perfiles tan opuestos como los Camille Paglia y Gloria Steinem, enemigas acérrimas a quienes, imagino, les costaría mucho sentarse en la misma mesa para debatir sobre lo que fuera», dice la periodista. Aún así, «se establece un diálogo casi invisible entre todas ellas sobre asuntos como la escritura, la literatura, la maternidad, los derechos sociales, el racismo y, desde luego, el feminismo», agrega.
«Comparten todas la definición del feminismo como la reivindicación de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, y por mucho que en los últimos años se haya pretendido desvirtuar su significado, se evidencia que tiene muchas formas. Pero todas estas autoras huyen de ese papel de víctima que ciertas mujeres han adoptado en los últimos años a raíz del #MeToo, un victimismo que, a mi juicio, perjudica mucho a la lucha feminista», dice Martín Rodrigo.
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Una lección «importante» que ofrece el libro, dice, es «que debemos huir de la polaridad, del enfrentamiento en que nos hemos instalado, de ese o conmigo o contra mí, en que o defiendes el mismo feminismo que yo, radical o no, o no estás conmigo». «Las conversaciones hacen que nos demos cuenta de que la vida está llena de grises, de la necesidad de los matices, y de que si hay alguna verdad, probablemente está en esos grises», argumenta.
Enrique Vila-Matas prologa un libro delicioso que demuestra el amor y el respeto de la autora por la entrevista, «un género mayor del periodismo, un arte en el que se cuela la literatura y más cuando te aproximas con cierta calma al entrevistado, lo que permite que el lector entre en su pensamiento». «La entrevista jamás ha de ser un combate. No la concibo como un interrogatorio, sino como una charla. No me gusta interpelar y me fascina repreguntar. La mejor pregunta es por qué», dice esta curtida entrevistadora que publica las suyas en el diario 'ABC' y en su suplemento cultural.
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Supuso un satisfacción «muy especial» charlar con la irlandesa Edna O'Brien a sus 88 años y en su casa de Londres, con Maryse Condé o con Siri Hustvedt, y fue «una gran decepción» su encuentro con su admirada Jeanette Winterson, «con quien no logré traspasar la barrera de inseguridad que siempre establece». Se quedó en el tintero Joan Didion, la escritora y periodista estadounidense de 85 años «a la que sigo soñando con entrevistar y a quien le dedicaría todo un libro».
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