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Las diez noticias imprescindibles de Burgos este martes 21 de enero
Álvaro Pombo, fotografiado en el salón de su casa donde hace prácticamente toda su vida. Virginia carrasco
«Soñar es importante, siempre que no sea un escapismo»
Álvaro Pombo | Escritor

«Soñar es importante, siempre que no sea un escapismo»

El autor cántabro aborda en su última novela el complejo tema de las relaciones de familia. «No soy nostálgico, no necesito nada. Sé que me quedarán como mucho diez años de vida y estoy aprovechándolos»

Domingo, 29 de noviembre 2020, 00:22

Álvaro Pombo (Santander, 1939) asegura que el confinamiento más o menos rígido de todos estos meses apenas ha cambiado su vida. Ha estado encerrado en el salón de su casa, donde duerme, come y medita. Un universo en miniatura. Un salón de juegos, como él ... mismo lo llama. Es también el lugar en el que trabaja muchas horas diarias y desde donde observa este mundo distópico que se cobra un altísimo precio en vidas humanas. Fruto de esa tarea de tantas horas de escritura son tres novelas, de las que la primera ve ahora la luz: 'El destino de un gato común' (Ed. Destino). Es la historia de un viejo coronel retirado que vive con su nieto, dejado a su cuidado por un hijo desnortado y una nuera insustancial, y se desarrolla en el Madrid de comienzos de esta década. En la siguiente entrega, ya escrita, la acción alcanzará hasta el inicio mismo de la pandemia.

-Ha escrito una novela sobre tres generaciones familiares y un gato. Durante la pandemia, las familias han tenido un papel fundamental. ¿Cree que se ha revalorizado la institución?

-Creo que se ha revalorizado, pero ya sucedía antes. Y la razón es simple: los jóvenes se quedan ahora más tiempo en casa, porque tienen dificultades para encontrar un buen trabajo y poder pagar un alquiler. La primera ola de la pandemia tuvo el efecto de separarnos, de dejarnos a cada uno en nuestra casa, pero creo que ha terminado por unirnos. De todas formas, lo que ha hecho la pandemia es cargarse una generación completa.

-La de la gente mayor, sobre todo en residencias.

-En efecto. Gente mayor, aunque algunos con menos años que los míos.

-El protagonista se apellida Ybarra, como usted. ¿Hay alguna autorreferencia en ello?

-No. Solo hay un personaje mayor, que en esta novela tiene unos años menos que yo, no obstante. Lo autorreferencial de verdad es el gato. Tengo uno negro que se llama como en el libro.

-Ese gato es del protagonista, un coronel retirado que vive con su nieto, un niño de apenas diez años. ¿Echa en falta algo así, haber tenido nietos?

-No soy nostálgico. Tengo lo que tengo. No lamento mi vida pasada. Soy soltero, no tengo hijos. No necesito nada. Bueno, dinero; como todos ahora en España. Tengo muy claro lo que me queda de vida, diez años como mucho, así que estoy aprovechándolos.

-La novela dibuja un paisaje habitual hoy: un matrimonio roto, un hijo que vive con su abuelo, su padre que tiene un hijo con otra mujer... Hay una clase media que ya no se reconoce a sí misma.

-No sé si eso sucede así en general en las casas serias. Los niños son una carga cuando los padren trabajan, es cierto. Pero en esta familia mía hay un aire como de señoritos. En la siguiente novela, Manuel, el padre, tendrá un giro interesante.

Sin grandes cambios

-Hablemos del futuro. Durante mucho tiempo, habrá menos contacto personal, menos abrazos, menos reuniones... ¿Merece la pena una vida así?

-Cuando llegue la 'nueva normalidad'... qué expresión. No me gusta nada, me parece una tontería. Pero tengo una duda: ¿nos abrazábamos tanto antes? Creo que la gente echa de menos salir en grupo. No es mi caso. Yo nunca he hecho esa vida, así que no puedo echarlo de menos. Estoy convencido de que la vida no habrá cambiado mucho cuando esto termine.

-¿Cómo ve el país desde la atalaya de ese salón en el que hace toda su vida, donde están sus juguetes y sus recuerdos, sus libros y retratos?

-Se puede contestar con varios tópicos de todas clases, pero no soy catastrofista ni conspiranoico. Creo que España no ha cambiado tanto. La gente lleva las cosas con relativa calma. Los juicios políticos que hacemos todos los días son basura. La gente cree que se puede hablar de política como de fútbol, pero nos falta información. A mí lo que me parece más preocupante es que no hay dinero. Eso es una señal de que andamos regular.

«A mí, lo que me parece más preocupante es que no hay dinero»

la españa de hoy

«La gente cree que se puede hablar de política como de fútbol, pero nos falta información»

el debate partidario

«¿Nos abrazábamos tanto antes de la pandemia como para echar en falta los abrazos?»

restricciones

-Tiene escrita ya una novela que termina cuando llega la pandemia. ¿Cree que saldrán unas cuantas estupendas novelas sobre ella?

-No tengo ni idea. Leo a filósofos, a autores clásicos, pero muy poca literatura española actual, así que no estoy en la pomada. Porque además no soy crítico ni voy a las tertulias. Leo, eso sí, las cosas de mis amigos, pero no puedo hablar de más.

-¿Cuál es su estado de ánimo: deprimido, enrabietado, fortalecido...?

-Me deprimo muy poco, gracias a Dios. Tampoco soy ilusamente optimista. Mi vida es llevadera, soy un resistente y tiro para adelante. Hay que tener curiosidad por la vida y eso es algo que tengo. Y luego gozo de una mala buena salud. He superado algunos achaques y estoy bien aunque con algunos problemas de movilidad. La buena salud te impide ser pesimista.

-¿Para qué sirven la cultura, la literatura, haber viajado y amado cuando de pronto debemos aislarnos y renunciar a tantas cosas para sobrevivir?

-Todo eso deja un poso de existencia, lo que hemos vivido está ahí y brota en el corazón. La lectura, la música, hasta el deporte funcionan y sirven para hacer frente al estrés del confinamiento.

-Así que usted lo ha llevado bien.

-Como han dicho muchos colegas, habitualmente vivo confinado todos los días. Entre la edad que tengo y el tipo de trabajo que hago, salgo muy poco, hay días que prácticamente nada, de manera que pocas cosas he echado en falta.

-En estos meses habrá habido menos aventuras, menos encuentros, menos amores y menos infidelidades, que son la materia de la literatura. Lo único que ha habido más es muerte, algo también muy literario.

-La gente no quiere saber nada sobre la muerte. Se oculta; a determinadas edades sobre todo. Yo no. No lo hago. Pero tiene razón, habrá habido menos de todo lo demás, con toda probabilidad. El amor, por ejemplo, es una cosa íntima, pero es seguro que habrán comenzado menos historias en estos meses.

-Estamos hechos de la misma materia que los sueños, escribió Shakespeare. ¿Soñar es más importante aún en días como estos?

-Sí, pero siempre que soñar no sea un escapismo. Soñar en el sentido de divagar termina por ser algo peligroso. Yo no lo hacía ni de joven.

-¿Y cómo de importante es mantenerse despierto y hasta un tanto cabreado para pedir responsabilidades cuando todo esto acabe?

-Lo importante es seguir activo, pase lo que pase. Y habrá que pedir responsabilidades, de eso tampoco tengo duda.

Menor presencia

-Los artistas se han quejado mucho por la cancelación de sus espectáculos. Pero en cambio se ha oído poco en estos meses a escritores, intelectuales, filósofos... ¿Por qué? ¿Qué les sucede?

-Los artistas, la gente del espectáculos, son los niños mimados. Nosotros, escritores, filósofos, los niños no mimados. La razón es que, salvo contadísimas excepciones, tenemos una presencia pública mucho más reducida que la suya. Un escritor, por ejemplo, tarda un año en producir un libro y pasa más tiempo hasta verlo publicado. Los escritores no hacemos vida pública. Hay un componente de soledad y monólogo en nuestro trabajo, ya lo decía Larra, aunque él con más dramatismo.

-Vivimos en un país que cada vez hace más caso a bulos, se rinde a la corrección política y parece menos tolerante con la libertad de expresión y pensamiento. ¿Sufre por ello?

-¿Cree que es así? Yo no estoy temeroso ni siento que se haya restringido nada.

«Hay un componente de soledad y monólogo en nuestro trabajo; ya lo decía Larra, aunque con más dramatismo»

ser escritor

«A la gente le gusta que le den mimos. No es mi caso. Siempre he escrito lo que me ha parecido»

libertad de expresión

«Lo importante es seguir activo, pase lo que pase»

el futuro

-Lo preguntaba porque hay mucha gente que se queja de esto. ¿Tiene la impresión de que cosas que decía hace unos años, igual que otros autores como Sánchez Ferlosio o Cela, hoy serían más incómodas?

-No lo sé. En 2006 publiqué 'Contra natura', que es un libro muy fuerte. He estado muchos años fuera y hago la guerra por mi cuenta. Gente como Sánchez Ferlosio o Cela estaban mucho más en la pomada. ¿Y sobre lo que sucede ahora? Pues creo que la gente lee poco y eso hace que diga algunas bobadas.

-¿En qué época de su vida ha gozado de mayor libertad?

-Hoy, ahora mismo. Pero es que siempre me he sentido libre. Y además, ¿libertad para qué? A veces nos hace tontilocos. La he tenido, y si no la he tenido, la he buscado. Yo no noto esa presión de la que algunos hablan. Y si la hay, se vence. A la gente le gusta que le den mimos. No es mi caso. En todo momento he escrito lo que me ha parecido.

-Se presentó dos veces a unas elecciones. ¿Lo haría ahora?

-No. Me presenté porque creía que era el momento para hacerlo, de la misma manera que trabajé en Proyecto Hombre porque me parecía mejor eso que decir que la droga es mala. Ya sabemos que lo es: hagamos algo por quien tiene el problema. Con la política me ocurrió algo parecido. Había mucha gente interesante en UPyD, pero es evidente que no tuvimos éxito.

-En su novela, uno de los personajes se adentra en la picaresca empujado por otro. ¿Estamos ante un rasgo de la literatura y la vida española en general?

-Es algo que se da también en otros lugares. La hay en la literatura y en la vida. España inventó la literatura picaresca y fue un éxito mundial. Es posible que haya más picaresca aquí, pero el cine neorrealista italiano es pura picaresca. Y Saul Bellow la lleva al ámbito judeo-americano. Eso sí, la palabra se ha instalado en otras lenguas, tanto o más que 'guerrilla'.

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