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Hace ya varios años que el fotógrafo Paco Gómez encontró en un contenedor de Malasaña, en Madrid, el archivo fotográfico y audiovisual de una apocalíptica pintora llamada Margaret Modlin. Desconocida y sin grandes dotes para el arte, encerraba sin embargo una extraordinaria historia que se ... contaría en el proyecto fotográfico 'Los Modlin'. Esas fotos recogidas de la basura por Gómez eran los estudios de sus cuadros, siempre con dos modelos: su marido y su hijo. También había recuerdos personales y diversa información. Incluso una copia de una carta remitida a Franco, para que amparara su vocación.
Aunque nada se sabía de Margaret Modlin hasta entonces, el curioso fotógrafo comenzó a indagar tras esos desperdicios de una vida, que terminaron en la calle cuando se vació un piso cerrado desde hacía décadas, y tiró del hilo hasta descubrir el destino de ella y su familia, emigrada de Estados Unidos hasta España, huyendo de sus miedos y buscando un cómodo futuro artístico. Ninguno de los tres miembros quedaba para contar la historia. Durante diez años, Gómez hurgó en el pasado y publicó 'Los Modlin' en 2013. El culto comenzó a crecer y la pintora ignorada en vida incluso ha llegado a tener una exposición individual recientemente.
Ahora Paco Gómez lo ha hecho otra vez, con otra familia, los Wattebled. Un domingo por la mañana, recorría El Rastro tras la huella visual de otras existencias olvidadas en trasteros y casas para el derrumbe y encontró unas placas de vidrio, realizadas, como supo más tarde, entre 1903 y 1941. Nacido en 1971 y dedicado por entero a los proyectos fotográficos y literarios, ex miembro del colectivo NoPhoto y editor de Fracaso Books, Gómez reconoció que las imágenes no eran como las anecdóticas fotos despojadas hasta del valor sentimental que se suelen encontrar en los mercadillos. Venían de algún lugar de Francia y constituían un archivo. Se las llevó a su estudio y las reveló. A primera vista eran las fotos familiares de una feliz familia de provincia. Los encuadres desmentían que se tratara de un simple aficionado. O quizás sí, pero con un talento especial para la composición.
El hallazgo obsesionó a Gómez, detective de objetos fortuitos. En su nuevo proyecto, que aparece hoy en la plataforma Verkami, comenzó a perseguir paisajes, direcciones y nombres a partir de las pequeñas señales que dejaban las fotos y los papeles que separaban las antiguas placas. Para armar el puzle recorrió poblados tocando puerta por puerta, lanzando mensajes al mar de internet y recomponiendo la cronología de las imágenes donde predominaba una pareja, Joseph Wattebled y Edmée Picot, y sus dos hijas.
Como sus otras obras ('Los Modlin', 'Proyecto k' o 'Volverás a la Antártida'), el nuevo fotolibro literario 'Wattebled o el rastro de las cosas' contiene la historia de una búsqueda, la del propio Gómez, tras una pista que al comienzo se antoja imposible de conseguir. Con pulso narrativo y giros de la mejor crónica policial, Gómez sigue durante años la ruta desdibujada de otra historia que el azar le ha propuesto. Pero al mismo tiempo hay otra trama, la de la propia familia Wattebled y el por qué su álbum íntimo apareció en manos de un revendedor de cacharros en Madrid.
Un misterio que va cediendo en los detalles a medida que Gómez se acerca al desenlace, con una prosa que siempre gira alrededor de las imágenes de aquel pasado y de este presente. En el apartado 'Los días felices' -compuesto por más de media centena de imágenes- se muestra aquella historia, cuyo final logra desentrañar. Una tragedia que apagó a aquella familia que, golpeada por otro tipo de suerte, renunció a seguir dejando su estela en las fotografías.
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