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La novelista venezolana Karina Sainz Borgo J. Alemany

«Desconfío de la literatura con buenas intenciones, no me gusta nada»

La novelista Karina Sainz Borgo elige un territorio yermo y parecido al de Comala de Juan Rulfo para hacer una relectura del mito de Antígona

Domingo, 14 de marzo 2021, 00:40

En un paisaje árido y polvoriento, en un territorio fronterizo encajonado entre la sierra oriental y occidental y que podría ubicarse en cualquier lugar de Centroamérica, acontecen terribles hechos que se narran en el 'El tercer mundo' (Lumen), la segunda novela de Karina Sainz Borgo ( ... Caracas, 1982).

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Esta escritora y periodista venezolana ha seguido en esta ocasión la impronta de Comala, ese pueblo fantasma habitado por muertos y que recreó el mexicano Juan Rulfo en su inmortal 'Pedro Páramo'. Junto a esa referencia, Sainz Borgo hace una relectura del mito de Antígona. 'El tercer mundo' habla de la imposibilidad de enterrar a los muertos: «Las cosas no duran para siempre, no se pueden dar por sentadas, de modo que un derecho tan elemental como el de recibir sepultura puede desvanecerse ante circunstancias más poderosas que los individuos».

La prosista recela de la utilidad social de la literatura, no cree que los libros sirvan para corregir la realidad, sino todo lo contrario. ¿Transforman los libros nuestra vida, como se repite a veces? «Quizá la cambien hasta un momento determinado de nuestra propia biografía, pero los libros no están hechos para resolver problemas. Los libros no corrigen la realidad. Al contrario, los libros tienen que introducir mucho desorden y malestar, una especie de movimiento tectónico. Desconfío de la literatura con buenas intenciones, no me gusta nada».

Algunos escritores se quedan encallados y erráticos cuando tienen que acometer la escritura de su segunda novela. Le podía haber ocurrido a Sainz Borgo, sobre todo teniendo en cuenta que su debut novelesco lo hizo con 'La hija de la española', que se publicó en 22 países y cosechó un éxito apabullante. Pero ese miedo no atenazó a la autora; más bien, la actualidad latinoamericana la espoleó.

«No podía dejar escapar esta historia, que coincidió con una serie de migraciones traumáticas, como la caravana que atravesó toda Centroamérica, éxodo al que se sumó la beligerancia de Donald Trump con su promesa de construir un muro y los cuerpos abandonados en la frontera que nadie reclamaba. Todo eso junto me produjo un corrientazo». No ha sufrido pues el pavor a la pantalla en blanco. Es más, ha doblado la apuesta y se ha atrevido a relatar una historia coral, que, como Sainz reconoce, son «palabras mayores».

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La novela contiene dramas crudos y dolientes. La escritora se preocupó de viajar a lugares evocadores de la tragedia, conoció cementerios desabridos que se yerguen en medio de la aridez, y a mujeres aguerridas, como las que pululan por 'El tercer mundo'. Mujeres como Angustias Romero y Visitación Salazar. La primera huye de la peste, junto a su marido, y carga con los cuerpos de sus dos hijos sietemesinos, a los que quiere enterrar con dignidad; la segunda gobierna un moridero secreto. Pese a lo tétrico y oscuro de algunas escenas, el lector cierra el libro atisbando algo de luz. «Con independencia de lo violenta y dura que pueda ser, el lector va a encontrar una novela sobre la amistad, la compasión y la piedad. La solidaridad cobra mucho peso entre unos personajes a los que todo se les vuelve en contra y que no tienen absolutamente nada».

Sainz Borgo ha buscado con denuedo una prosa sobria y elegante que no se engolosine en la descripción de «lo desagradable y lo feo». Pese a que una de las constantes en su literatura es la violencia, esta también se expresa a través de un paisaje hosco y yermo. Su afán ha sido no incurrir en un tremendismo banal.

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Influencias

Frente a lo que se pudiera pensar, Karina Sainz Borgo no bebe de la tradición literaria del realismo norteamericano. Sus influencias miran al otro lado del Atlántico, en concreto a los escritores europeos y centroeuropeos del siglo XX, a autores como Doris Lessing o el Nobel John Maxwell Coetzee, pero también a los latinoamericanos, con los que le une un vínculo «sanguíneo». «Todos ellos se hibridan en mi relación con la literatura latinoamericana, presente en mí prosa de manera casi genealógica». En cualquier caso, la admiración por García Márquez y compañía no se puede rastrear en 'El tercer mundo'. «Un buen amigo me dijo que las cosas que yo escribo son realismo trágico, no realismo mágico. Seguir el universo de un escritor como García Mazquez, con una huella tan personal, sería muy ingenuo».

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