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Javier de Iruarrizaga
Madrid
Lunes, 18 de diciembre 2017, 00:43
La célebre trilogía 'La forja de un rebelde', que se publicó en inglés en 1941 y por primera vez en español en Buenos Aires diez años después, convirtió a Arturo Barea en el quinto autor español más traducido del mundo entre 1948 y 1952, después ... de Cervantes, Ortega y Gasset, Lorca y Blasco Ibáñez. Sin embargo, esta obra no llegó a España sino hasta el año 1977, dos años después de la muerte de Franco.
Cuando se cumplen 60 años de la muerte de Barea en el pequeño pueblo inglés de Faringdon, el Instituto Cervantes busca recuperar y reivindicar su figura, insuficientemente conocida en España debido a su exilio en aquel país durante 18 años. Todas sus obras, exceptuando la primera, se publicaron primero en inglés e incluso hoy en día quedan títulos que ni siquiera se han editado en español. «Todos sus libros salieron en Inglaterra muchísimo antes que en España, en inglés y no en español. De hecho 'La forja de un rebelde', su principal obra, apareció en este país con más de tres décadas de retraso sobre la primera edición», destaca el autor británico William Chislett, comisario de la exposición.
De ahí el título de la exposición, 'La ventana inglesa', que busca revertir la ignorada trayectoria de Arturo Barea mediante una panorámica sobre su vida y obra, exhibiendo más de 40 libros, revistas, artículos, cartas y otros objetos relevantes entre los que destaca su máquina de escribir original. Se muestran también diversas ediciones de 'La forja de un rebelde', y traducciones a idiomas como el griego, el danés o el rumano, además de sus estudios sobre García Lorca o Miguel de Unamuno. La exposición incluye, además, la única grabación que existe de su voz, en la BBC, donde fue una de las voces hispánicas más escuchadas.
«La obra de Barea contribuye decisivamente a la literatura sobre la Guerra Civil, escrita por gente que estuvo en un bando o en otro», destaca el director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, quien enfatiza la contribución del autor en «no cerrar los ojos a los crímenes que se cometían en su propio bando», hecho por el que lo compara con personalidades como Azaña, Manuel Chaves Nogales, Elena Fortún o Julián Zugazagoitia.
En la misma línea, el escritor Antonio Muñoz Molina señala que «Barea se comprometió activamente con la defensa de la República, pero eso no le hizo cerrar los ojos ante los crímenes, los atropellos ni los calamitosos enfrentamientos internos que debilitaron al bando leal». Además, destacó la «paradoja inagotable de la vida de Barea», pues, a su juicio, el escritor necesitó perderlo todo para llegar a ser él mismo. «Perdió a su familia para encontrar su gran amor. Perdió la guerra y perdió su país para llegar a Inglaterra y convertirse en lo que había querido ser siempre políticamente, un ciudadano de una democracia, un militante laborista», explica Muñoz Molina.
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