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Es Josema Yuste un tipo de rutinas trazadas con tiralíneas, incluso ahora que está de gira con 'Sé infiel y no mires con quien'. Una olla de algo más verdura que fiambre, su partido de golf, una visita relámpago a la productora y función teatral ... cuando tercia. Nos cita media hora antes de que le atiendan en la peluquería y la conversación discurre por derroteros inverosímiles. Escuchándole uno no duda que llegará el día en que nos riamos hasta del Covid. «Será síntoma de que gozamos de buena salud mental».
7.15 horas. Soy de ducha siempre y, como es lo bastante grande para mis 1,84 metros, aprovecho para hacer allí mis estiramientos matutinos. Me lo recomendó el fisio hace ya años y confieso que me va de fábula: el agüita caliente cayendo por la musculatura... Ahhh, qué placer.
8.30 horas. Me voy al campo de golf. ¿Por qué? Porque me lo he ganado con mi trabajo honrado y honesto. Esto quiero que lo pongas muy clarito, porque a veces la primera reacción es 'menudo cabrón...' Yo no robo, no engaño; voy de legal por la vida, lo soy y me gusta decirlo. Vivo en la zona norte de Madrid, a 20 minutos de La Moraleja. Mi hándicap ronda el 20, por ahí navego yo. Ni bueno, ni malo; diría que mediopensionista. Te diviertes. De vuelta a casa me doy 'un agua', una ducha de un minuto sin jabón. No voy a mentir; con agua fría ni me atrevo.
13.00 horas. Aprovecho para alguna gestión en el banco, o me doy una vuelta por la oficina a instancias de mi socio que quiere chequear cualquier cosa. Voy una horita a la productora, humilde pero nuestra. Siempre quise ser actor. Y no lo digo porque me pese la etiqueta de humorista, gracias a eso soy lo que soy y tengo lo que tengo. Descubrí mi vocación haciendo de astronauta a los 7 años. Bajé del escenario con la escafandra empañada... y mi madre, ni puto caso. Y lo decía de corazón.
- Oiga, ¿no estará entre los damnificados de José Luis Moreno?
-Pues no. Yo sí que he cobrado. Y en el momento y por la cantidad estipulada en el contrato. Si dijera lo contrario, mentiría.
14.30 horas. No soy muy cocinillas, lo que en la práctica significa que sólo me meto si no hay más remedio. Normalmente lo hace mi mujer -era azafata de Iberia cuando se conocieron-. En lo básico me defiendo: más que una tortilla y menos que unos huevos de esturión al nitrógeno. Puedo hacer unos espagueti 'frutti di mare' o una dorada al horno con panaderas. Un cocido madrileño ya me supera.
20.00 horas. Llega otro de los momentazos del día: ponerme el pijama. Sí, macho, lo admito. Me encanta. Y es así porque de 8 en adelante no hago nada. Pero nada es nada. Y he descubierto que es maravilloso. Abro la ventana y paso el rato viendo pasar los coches o hago zapping: golf, una tertulia, cine en blanco y negro en algún canal raro... Ni 'Sálvame' ni similares. Ojo, lo digo con todo respeto. Pero no, no y no.
7.45 horas. Lo primero de todo es prepararme el desayuno en silencio, un rito al que dedico tiempo y esfuerzo. La comida del día que más disfruto, pero de largo. Fruta variada que pelo y corto, café con leche, un zumo que suele ser de manzana, tosta de pan y aceite rico, pavo... Vamos, lo propio de un gourmet.
12.00 horas. Es el turno de mis caprichos: salgo a comprar pan de masa madre 100% de raíz integral; chocolate negro tampoco puede faltar en la nevera; un yogur que me encanta de aloe vera o el Activia de pera. La fruta me la trae mi amigo Miguel. Es la que luego pelo, troceo, envaso en un táper de cristal... para mí es como un manjar. La compra de verdad la hace mi mujer.
15.00 horas. Me repantingo en el sofá y veo el Telediario, mi programa favorito. Yo es que soy muy friki, aunque no lo parezca. ¿Que qué me quita la sonrisa? Pues lo que a todo el mundo normal y básico. La corrupción, la delincuencia organizada, la violencia de género... Me quedo frito en el sofá. 15 minutos, no más. Cuando la baba se me está cayendo labio abajo, salta la alarma.
16.00 horas. Soy muy previsor, es una actitud mía. Dedico tres horas de media al siguiente proyecto, ya que últimamente me encargo de las adaptaciones teatrales de las obras que interpreto. Es mi 'plan B', por así decirlo. Mientras paseo 'Sé infiel y no mires con quién', estoy trabajando en 'El aguafiestas', que estreno en febrero con Gabino Diego.
14.30 horas. Otra rutina que no perdono es comer cada quince días con mi amigo Álvaro -le conozco desde el colegio-, cada vez en un sitio distinto de Madrid. Hoy toca el restaurante Toga, en La Latina. Tiradito de lubina (un cebiche sin salsa), fideos con atún rojo y bocatón de filete empanado. Muy rico todo.
17.00 horas. Que la gente se ría o no de algo depende de su inteligencia, es lo que nos permite parodiar hasta lo más dramático, que es la muerte. Siempre apoyándote en el humor, no ofendiendo ni humillando a nadie. También de la pandemia llegaremos a reírnos algún día, no lo dudes, y será síntoma de que gozamos de buena salud mental.
- Josema, ¿más vale caer en gracia que ser gracioso?
- Hombre, si no tienes la segunda con la primera te vale. En mi caso, creo que soy gracioso, fíjate lo que te digo, para el público al menos.
19.00 horas. Saco de paseo a la perra de mi hija, que vive muy cerquita. Se llama 'Lima' y es de una raza muy rara, weimas o algo así (braco de Weimar). De color gris, ojos azules... Muy bonita. Como mi hija es enfermera y tiene sus horarios, es muy habitual que me encargue yo.
9.30 horas. Hoy actúo en Torremolinos, una única función. Tomo el AVE que me deja en Málaga en dos horas y media. Hotel, un paseo por el centro, comer, un poco de siesta..
19.30 horas. Tengo reservados dos taxis para los actores que nos llevan al teatro, donde haremos un breve ensayo porque han pasado dos semanas desde la última función en Narón (A Coruña). 'Holi, holi. Soy Óscar Pena, su decorador-interiorista' (recita con voz atiplada).
12.00 horas. De vuelta de Málaga. Me costaría hacer un drama. Imagínate haciendo de Calígula o Julio César que de repente te entra la risa: ¡eso no hay Dios que lo arregle! A ver cómo apagas el fuego. En la comedia no pasa nada, lo incorporas a la función y listo.
14.45 horas. No tardamos mucho en comer. Lo hago porque hay que hacerlo, pero no representa en sí mismo un deleite. Hoy tocaba gazpacho, pechuga de pollo con brócoli y un yogur de pera. Tenemos cuatro hijos, de entre 28 y 38 años; dos en común y cada uno aportó otro de su relación anterior. El único que queda en casa trabaja todo el día y cuando viene es para cenar... pero cenar a lo bestia, porque es mucho de gimnasio. La proteína, dice.
21.45 horas. Lo confieso, no hay ninguna serie que me atrape. No soy seguidor de nada y, si me apuras, de nadie. No me engancha nada, es acojonante. Soy muy infiel a todo, un puto mercenario. Tampoco soy de leer libros, quizá porque soy muy inquieto y cada media hora tengo que hacer algo diferente. Además, me operé de la vista y a la tercera o cuarta página me bailan las letras.
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