Mikel AyestarAn
Corresponsal en Jerusalén
Jueves, 25 de noviembre 2021, 00:14
Cinco años de labores de rehabilitación y 10,6 millones de euros después, el mosaico que cubre el suelo del palacio Hisham de Jericó reluce como no lo hacía desde el siglo VIII. Los millones de teselas que conforman esta alfombra de 827 metros cuadrados – ... el mayor mosaico de este tipo del mundo– están ahora bajo una cúpula que les protegerá de la escasa lluvia y del extremo calor de este oasis palestino a orillas del Mar Muerto. Hay 21 colores diferentes entre los que destacan el blanco de Nablus, el amarillo de Hebrón, el negro de Jericó y el rojo de Jerusalén y Belén, y entre todos permiten hacerse una idea de lo que fue esta residencia de invierno del califa Hisham ibn Abd al-Malik, miembro de la dinastía Omeya, una de las grandes joyas del periodo islámico en Tierra Santa.
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El arqueólogo palestino Iyad Hamdan ha pasado los últimos cinco años entre Jericó y Japón, país que ha financiado la rehabilitación final del mosaico, descubierto en 1943, y la cubierta que ahora lo protege. Desde hace 16 años está al frente de la zona arqueológica del Palacio Hisham, del que habla como «mi segunda casa», y está muy satisfecho con su reapertura al público.
«Hemos reabierto con tres años de retraso porque todo lo hemos importado de Japón y, por ejemplo, la cúpula tardó meses en tener todos los permisos de Israel para poder llegar desde el puerto a Jericó. Esperamos que sirva para atraer a miles de turistas, sus visitas son muy necesarias para la economía local después de estos dos años de pandemia», apunta Hamdan, quien no olvida que en 2016, justo antes de arrancar las obras, recibieron 126.000 visitantes en el único mes que el mosaico se abrió al público. Hasta ese momento los visitantes podían caminar por encima de las teselas, ahora ya no es posible.
'Árbol de la vida'
Hamdan pasea por la recién instalada pasarela desde la que se puede disfrutar del mosaico y se detiene frente a la gran obra maestra del conjunto, el célebre 'Árbol de la vida' en lo que fue la zona de baños. En esta pieza se representa a un lado de árbol a un león con un cervatillo en sus fauces y, en la otra, otros dos cervatos pastando tranquilamente, lo que, según los expertos, simboliza la guerra y la paz, que tanto marcan la región. Diseños geométricos en líneas o círculos cubren la gran sala con columnas que constituía la parte central de este palacio levantado para escapar del frío invierno de Damasco en busca del microclima de Jericó, ciudad que presume de ser el centro urbano habitado más antiguo del mundo.
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