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Irene Vallejo, filóloga, narradora y autora del multipremiado ensayo 'El infinito en un junco'. S. Basallo

Irene Vallejo gana el Nacional de Ensayo con 'El infinito en un junco'

Su apasionado recorrido por la historia del libro y la lectura lleva más de veinte ediciones y supera los 100.000 ejemplares en España, algo insólito en el género

Miércoles, 4 de noviembre 2020, 17:59

Con tanta «incredulidad como felicidad» recibía este miércoles Irene Vallejo (Zaragoza 1979) el Premio Nacional de Ensayo por su obra 'El infinito en un junco' (Siruela). Es una carta de amor al libro y un repaso por su milenaria historia que se lee con el ... deleite de una novela. Lleva veintiuna ediciones, se ha traducido a otros tantos idiomas y ha superado los 100.000 ejemplares en España, algo insólito para un libro de su estilo. Concedido cada año por el Ministerio de Cultura, el galardón está dotado con 20.000 euros.

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«Ofrece un viaje personal, erudito e instructivo por la historia del libro y de la cultura en el mundo antiguo» y «transmite un sentimiento de colectividad en el que la autora y el lector se reconocen», según dijo en su fallo el jurado que lo premió. «Ni en mis fantasías más desenfrenadas podía imaginar la acogida que ha tenido», dice Vallejo. Según el acta fallo la obra premiada, «conjuga rigor y sentido histórico con un extraordinario gusto por la escritura, y proyecta una mirada fresca que va más allá del ensayo e incorpora elementos de otros géneros».

«Nació muy pequeño y se ha convertido en algo grande», se felicita su autora mientras trata de calmar a su lloroso hijo de seis años en su casa de Zaragoza. «Lo escribí sin saber si se publicaría», dice de su primer ensayo, subtitulado 'La invención de los libros en el mundo antiguo'. «Vengo de la narrativa y sabía que el ensayo tiene un público restringido, por eso quería que el mío se leyera con el placer de una novela y sedujera como 'Las mil y una noches'» explica esta erudita y amena Sherezade del siglo XXI.

«Quería que el lector aprendiera y disfrutara, e intenté reivindicar y rescatar el placer del conocimiento, que es uno de las grandes experiencias de la vida», plantea la autora.

Desamparo

«Habla sobre el mundo antiguo, sobe Grecia y Roma, y lo hace ahora que se niega la utilidad de las lenguas clásica y se excluyen de la educación por lo que los filólogos y educadores nos sentimos desamparados», lamenta Vallejo. «El premio es para los lectores, para los libreros, los bibliotecarios, las escuelas y todos los cauces y agentes de la palabra y el conocimiento», asegura. «Me cuesta asimilar que haya merecido un premio que tienen tantos autores a los que admiro», confiesa.

Está especialmente satisfecha de que se reconozca a un libro que habla de libros «que tan importantes han sido en la pandemia y el confinamiento». «En los libros hemos buscado alivio, refugio, serenidad y seguridad, y en estos tiempos de zozobra han sido nuestro mundo exterior», asegura Vallejo. «La lectura parecía condenada a ser un actividad residual, derrotada por el ocio audiovisual, y la hemos redescubierto como un espacio acogedor de reflexión, sosiego, pensamiento y diálogo», se felicita.

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Se remonta esta vocacional filóloga cinco mil años para indagar en el origen de los alfabetos, las bibliotecas y los libros, e inventariar sus avatares, sus miles de formas y soportes. Habla de libros de humo, de piedra, de juncos, de seda, de piel, de harapos o de madera, hasta llegar a los libros «de luz». Esas pantallas que son hoy como ambulantes Bibliotecas de Alejandría.

«El libro fue la primera revolución tecnológica de la Historia, y todas las demás son hijas de ese extraordinario invento», afirmó Vallejo al presentarlo hace más de un año. El Nobel Vargas Llosa fue pionero en elogiar una «obra maestra» que «se leerá como un clásico cuando ya no estemos». Empieza con los «cazadores» de libros del antiguo Egipto, que querían acumular todo el saber, y acaba con la enternecedora peripecia de las más de mil bibliotecarias a caballo de Kentucky, unas amazonas que galoparon para llevar libros a los lugares más recónditos tras el crac del 29.

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