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Antigua imagen gráfica de Conguitos. TODOCOLECCIÓN
La guerra con Chimpancitos y otras historias de los Conguitos

La guerra con Chimpancitos y otras historias de los Conguitos

Gastrohistorias ·

La polémica sobre el sesgo racista de estos famosos dulces aviva el recuerdo de otros momentos históricos de la marca, como su quiebra en 1968 o la feroz guerra legal que mantuvo con un imitador llamado «Chimpancitos».

ANA VEGA PÉREZ DE ARLUCEA

Sábado, 27 de junio 2020, 00:14

Ya conocerán ustedes de sobra el follón virtual que se ha montado en redes sociales acerca de si los Conguitos, los célebre cacahuetes cubiertos de chocolate de Lacasa, son racistas o no. En mi opinión no hay duda posible, tanto el nombre como la imagen ... visual de la marca estuvieron claramente inspirados en su día por la asociación entre el color del chocolate y el de la piel de las personas negras. A día de hoy y ya sin las lanzas tribales que lo caracterizaron en sus comienzos, la mascota de Conguitos sigue siendo una redondeada figura antropomorfa marrón oscura con gruesos labios rojos: no hay mucho que pensar. Otra cuestión es que a nosotros estos dulces «con cuerpo de cacahué» nos gusten más o menos, que los tengamos mentalmente tan vinculados a experiencias agradables que nos cueste ver nada ofensivo en ellos o que nos parezca más o menos necesario que la marca cambie de nombre o de logotipo.

En 2003 cuando surgió por primera vez esta polémica el creador del grafismo original, Juan Tudela Férez, declaró que «hoy no lo habría dibujado así». Lo hizo en 1961 con 20 años y por encargo de Federico Díaz Martínez, propietario de la empresa confitera zaragozana Fedimar. Fabricante de caramelos y frutos secos bañados en chocolate, Fedimar ya tenía productos como Vellinas, Nuecinas, Virmas o Piñies, nombres muy poco pegadizos comparados con los exitosísimos Conguitos, así bautizados por el comercial José Luiz Izaguerri por estar de aquellas el Congo y su proceso de independencia de plena actualidad. La marca Conguitos se registró en marzo de 1963 pero rápidamente se enfrentó a dos problemas muy serios: una demanda por encima de las capacidades reales de producción de Fedimar y la aparición de imitadores. Lo primero se cuenta perfectamente en el libro 'Crear y sobrevivir: cómo evolucionan y prosperan las empresas' (José María Cardona, 1988), que pone a los COnguitos como ejemplo perfecto de la muerte empresarial por éxito inesperado. La campaña de publicidad funcionó tan bien y el producto era tan irresistible que los pedidos desbordaron a Fedimar, incapaz tanto de producir a ritmo suficiente como de cubrir los costes de comercialización y promoción. La empresa quebró y en 1968 los acreedores (entre los que figuraba su agencia de publicidad) constituyeron Conguitos S.A., firma domiciliada también en Zaragoza y que en poco más de tres meses cubrió gastos, deudas y comenzó a dar beneficios gracias a aquellos dulces que estaban tan «requetebién».

De mientras ocurrió algo muy curioso: la popularidad de los Conguitos llegó a ser tal que en poco años los cacahuetes bañados con chocolate pasaron a figurar en los catálogos de decenas de fabricantes, algunos tan avispados que no vacilaron en elegir nombres sospechosamente parecidos al original. Eso pasó con los «Chimpancitos», unos dulces prácticamente iguales elaborados por el madrileño Francisco Jerez Ortiz (bajo la marca Granja Jerez) y que salieron al mercado en 1965.»Chimpancitos es un nuevo producto compuesto de sabroso cacahuet y exquisito chocolate», decían sus anuncios, «Deliciosos Chimpancitos para grandes y chiquititos»… Más listo que el hambre, el señor Jerez aprovechó que Fedimar no tenía aún registrada la gráfica de Conguitos y aprovechó para hacer un copia-pega en toda regla basado en unos monitos redondos y de color marrón que, para el jefe de Fedimar, se parecían demasiado a sus congoleños. Dicho y hecho, el zaragozano no acudió a las autoridades: primero interpuso un recurso contra Chimpancitos en la oficina de patentes y marcas y luego recurrió a la vía legal.

Fedimar adujo que los Chimpancitos se vendían con «tan engañosa similitud a su producto que naturalmente originaba confusión en el público, preferentemente infantil, al que iba destinada la mercancía». La Audiencia Provincial de Madrid dio inicialmente la razón al fabricante de los Conguitos y condenó a Francisco Jerez por infracción de la propiedad intelectual a un mes y un día de arresto, multa de diez mil pesetas y a pagar una indemnización por perjuicios que no se llegó a fijar, porque el de Chimpancitos llevó su cuestión hasta el Supremo y éste decidió en octubre de 1969 que la denuncia de Conguitos no tenía razón de ser, ya que cuando los dichosos Chimpancitos salieron a la venta la empresa aragonesa no había registrado nada más que el nombre, y no el color de los africanos del logotipo ni el diseño de su bolsa. Esto se había hecho en 1966, tarde y mal, así que a los Chimpancitos les dieron la razón en los tribunales, Francisco Jerez fue absuelto y al final fue el propio mercado el encargado de dictar sentencia: los Conguitos han llegado, con o sin polémica racial, hasta el presente y de los Chimpancitos y sus monetes no se acuerda ni el tato.

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