El castizo origen del cóctel San Francisco
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¿Sabían ustedes que este famoso combinado sin alcohol es un invento puramente español?Ana Vega Pérez de Arlucea
Madrid
Sábado, 17 de abril 2021, 00:09
Mocktails, dicen los modernos. Cócteles sin alcohol ni peligro de embolingue, digo yo. Sanos, sabrosos y, por qué no, también divertidos, los combinados sin rastro etílico puede que sean hoy en día una de las tendencias más fuertes en coctelería, pero desde luego no son ... un invento actual. El cóctel Shirley Temple (ginger ale o lima-limón con granadina) nació en EEUU a mediados de los años 30 en honor a la homónima actriz infantil, y hace décadas que en los bares triunfan otros tragos inofensivos como el Roy Rogers (cola con granadina), el Arnold Palmer (té con limonada) o el Virgin Mary, una variante inocua del original Bloody Mary con vodka.
Seguramente ustedes conozcan mejor el San Francisco, un lingotazo inocente y de aspecto exótico que tuvo su época dorada en los años 70 y 80 pero que a día de hoy sigue resistiendo –y cada vez con más éxito–en las cartas de coctelerías y chiringuitos. Quizás por su seductora y colorista apariencia (con un tono que vira del amarillo al rojo) o por su agradable sabor frutal (conseguido a base de zumos de piña, melocotón, naranja y limón), lo cierto es que el San Francisco es un clásico inmutable dentro de la familia de los cócteles sin alcohol. Como casi todas las bebidas famosas cuenta con su propia leyenda de origen, una que en su caso concreto cuenta que un barman de San Francisco (California) se pilló una noche tal melopea que a la mañana siguiente su jefe le pilló durmiendo sobre la barra. Intentando salir del aprieto el camarero alegó que se había quedado sopa mientras esperaba el amanecer, buscando inspiración para crear un cóctel que atrapara sus colores. Supuestamente en ese mismo momento tuvo que tirar de imaginación y demostrar que las musas le habían efectivamente visitado, mezclando una nueva bebida a la que bautizó con el nombre de la ciudad que le había inspirado.
Todo mentira. A pesar de su nombre el San Francisco es conocido únicamente en los bares de Europa, especialmente en España e Italia. No aparece en ningún recetario americano de coctelería, ni antiguo ni moderno, pero sí en uno español. Y probablemente no tuvo nada que ver con el amanecer sobre el Pacífico, sino más bien con el sol que despunta sobre el río Manzanares. La receta de este combinado apareció por primera vez impresa en 1949, en el libro 'El bar, evolución y arte del cocktail' del barman Jacinto Sanfeliú Brucart. Encargado de la barra del Hotel Palace en Madrid, Sanfeliú había pasado por bares tan renombrados de la capital como el del Ritz o el Pasapoga, y años más tarde alcanzaría el éxito empresarial como dueño del mítico bar Balmoral y del restaurante El Bodegón.
El San Francisco de don Jacinto (limón, naranja, piña y granadina) fue una versión afortunada de otro cóctel, el Pussyfoot, creado por el barman belga Robert Vermeire a principios del siglo XX en honor a William «Pussyfoot» Johnson, apóstol de la templanza y defensor de la Ley Seca. En 1922 el Pussyfoot de Vermeire se componía de zumo de limón y de naranja, sirope de albaricoque, menta y clara de huevo, pero la fórmula original fue simplificándose con el tiempo e introduciendo el rojo jarabe de granadina. En 1927 el célebre Perico Chicote ya incluyó en su libro 'El bar americano en España' dos cócteles sin alcohol ligeramente inspirados en el Pussyfoot aunque carentes del aire tropical que harían tan popular al San Francisco. El Florida (zumo de naranja con sifón y de piña), el Orange-cup (ponche con trozos de fruta, granadina y siropes de plátano y albaricoque) o el Jalifiano (piña, naranja y, cómo no, también, granadina) fueron algunas otras creaciones sin alcohol nacidas de la mente de Chicote entre los años 30 y 40. Ya fuera por influencia de Perico –muy amigo suyo– o por cuenta propia la cuestión es que Jacinto Sanfeliú parió el San Francisco en el Palace y la combinación caló de tal manera que 20 años después ya era ampliamente conocida en muchos bares españoles.
Ahora que ya lo saben, la próxima vez que pidan esta bebida brinden a la salud de Sanfeliú y de todos los barmen nacionales que trabajaron tan bien, tan bien, que hubo que inventar una leyenda urbana estadounidense para su obra.
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