La galería Colnaghi asume la gestión del supuesto Caravaggio

En 2015, la galería de arte británica se fusionó con los marchantes españoles Jorge Coll y Nicolás Cortés, dueños de la firma Coll & Cortes, que entonces tenía sedes en Londres y Madrid. Con esta operación Colnaghi aspiraba a «diversificar» la oferta de la entidad, de modo que pudieran ofrecer pinturas, esculturas y dibujos «de los grandes maestros clásicos europeos, así como arte del mundo hispanohablante», según anunció en su día el presidente de la institución, Konrad Bernheimer. La pareja ya tenía fama en el mercado del arte por haber vendido obras al Metropolitan, el Prado y el Louvre.

Jorge Coll, barcelonés de 42 años, dirige desde 2016 la galería Colnaghi, toda una institución bicentenaria fundada en 1760 por Giovanni Battista Torre en París, aunque su hijo hizo que la tienda de grabados se mudara a Londres siete años más tarde. Creada en un trastero dedicado a la pirotecnia, Colnaghi es hoy una acreditada casa cuyos archivos dan cuenta de operaciones y compraventas con telas de Botticelli, Turner, Rembrandt, Rafael y Goya, entre muchos otros.

Procedente de una familia de anticuarios, Jorge Coll estudió Humanidades en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, aunque no sabía con certeza cuál iba a ser su dedicación. Con su amigo Nicolás Cortés, se afanaron en dar salida a cuadros que compraban a sus padres. Ambos lo debieron de hacer con tino, porque tiempo después abrieron una modesta oficina en el barrio de Salamanca y en 2005 su propia galería (Coll & Cortés) cerca de Chueca, desde donde vendieron a un cliente codiciado: el Prado.

La galería Coll & Cortés encontró una veta para emprender negocios comerciando con piezas de escultura española, de las que los grandes museos y coleccionistas internacionales andaban escasos. Fue un desempeño tan brillante que en 2015 les invitaron a participar en la feria Tefaf, en Maastricht. Arrinconados al fondo de un pabellón, nadie se fijaba en ellos, así que decidieron dar un golpe de efecto. Cambiaron la iluminación uniforme de las piezas por agresivos haces de luz, con lo que acapararon todas las miradas. Se ganaron la reprobación de los puristas, pero consiguieron lo que querían, atrapar la mirada del coleccionista.

Poner a la venta el presunto Caravaggio llevará su tiempo. Guillermo de Osma, de la galería madrileña del mismo nombre, asegura que ahora hay que hacer catas de limpieza y fotos de gran calidad, someter el lienzo a la luz infrarroja y a análisis concienzudos de laboratorio: «La tarea requiere hacer un estudio científico y exponerlo a la tribuna académica, a los grandes especialistas de Francia, Inglaterra, Italia y Estados Unidos. Por ahora el mundo académico no lo ha visto de verdad, porque lo primero que hay que hacer es observarlo físicamente. Es un pintor mítico y muy caro».

Los dueños del lienzo, que dirigen IADE, una escuela de diseño de moda e interiores en Madrid, y que tienen entre sus ancestros a uno de los redactores de la primera Constitución española, 'la Pepa', y al arquitecto del Valle de los Caídos, habrían recibido ya una oferta de 20 millones por el supuesto Caravaggio. De Osma cifra en al menos un 10% del precio de venta la comisión que se llevaría Colnaghi.