Pepe Baena | Pintor
«Mis cuadros son un diario de mi vida en pintura»Vermú de domingo ·
De vocación tardía, confiesa que en «las redes se publican cosas que son poco reales para la vida normal, y en mis cuadros la gente se ve más reflejada»Pepe Baena | Pintor
«Mis cuadros son un diario de mi vida en pintura»Vermú de domingo ·
De vocación tardía, confiesa que en «las redes se publican cosas que son poco reales para la vida normal, y en mis cuadros la gente se ve más reflejada»Acostumbrados como estamos al postureo hasta en los desayunos, la mirada de Pepe Baena, capaz de captar la belleza del instante cotidiano, es puro costumbrismo del siglo XXI: sus bodegones de galletas con ColaCao, sus sofás de cretona y sus escenas llenas de autenticidad conectan con todos aquellos que ven su pintura ,porque «les recuerda a ellos de pequeños, o se acuerdan de sus padres, o de sus abuelos al ver una torta de Inés Rosales… siempre me dicen que mis cuadros les llevan a su vida». Baena muestra y vende su trabajo con enorme éxito en las redes sociales mientras prepara una exposición en Madrid para principios de diciembre: «Me encanta que la gente vea mis cuadros al natural porque cambia la visión de la pintura muchísimo. En foto no aprecias ni la pincelada, ni el color, ni el tamaño».
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–Usted, antes de tomarse el aperitivo, lo pinta. Ahí están sus cuadros de cerveza y pescaíto frito.
–Sí, sí. Para mí es el mejor aperitivo que hay.
–Empezó a pintar a los 31 años.
–La pintura me ha gustado desde pequeño, siempre me ha gustado verla, ir a museos. Pero a pintar empecé tarde, sí.
–¿Y comenzó directamente con el realismo, o probó otros estilos antes?
–No, siempre he pintado figuración, realismo. Al principio empecé con paisajes, pero enseguida empecé con los bodegones, sobre todo de pescado. Después vinieron los churros, los ColaCao y demás, porque me ha gustado pintar bodegones desde que comencé. Es fundamental pintar lo que te rodea, lo que tú conoces, lo que vives.
–En lugar de pintar la tostada de aguacate y el batido con espirulina, pinta los churros y el café con leche. Es usted el anti 'influencer'.
–Jajaja. Pero de eso me he dado cuenta después: yo pinto lo que me gusta y, una vez que lo he ido colgando en redes sociales, la gente me ha dicho eso. En las redes se publican cosas que son poco reales para la vida normal, y en mis cuadros la gente se ve más reflejada.
–Sus hijos salen mucho en sus cuadros.
–Sí, los bodegones son una parte de mi pintura que gusta mucho, pero para mí lo mejor son los cuadros de figura humana y los que salen mis niños, las escenas familiares. A ellos les gusta verse, y se pelean para ver cuál sale más en una exposición.
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–También aparecen sus familiares. ¿Le han pedido derechos de imagen?
–Jajaja. No, no. En verdad no salen mucho, salen más mis niños y mi mujer, que es italiana, y cada vez que vuelvo de Italia traigo material para pintar. Me gustan mucho los cuadros que salen de allí.
–Usted fotografía escenas espontáneas de la vida cotidiana para después pintarlas.
–Sí, más o menos el proceso es ese. Aunque hay veces que sí preparo los bodegones, normalmente no lo hago, no me gusta, porque la mayoría de mis cuadros son momentos que voy capturando para luego pintarlos. Pero la pintura manda sobre la foto. La pintura empieza cuando tú ves algo y dices «ahí hay un cuadro».
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–Tiene devoción por Velázquez.
–Es el mejor con diferencia. Goya también me gusta mucho, pero Velázquez es fundamental para mí.
–Hasta el punto de ir a Edimburgo para ver 'Vieja friendo huevos'.
–Tenía muchas ganas de verlo al natural, sí. Ese Velázquez con 19 años pintando ese cuadro en Sevilla… se te pone la piel de gallina solo de pensarlo.
–Si hablamos de maestros, también hay que hablar de Antonio López.
–Me encanta, claro. Me encanta su pintura y me encanta como es. Pero vamos, que mis cuadros no tienen nada que ver con los suyos. Con Antonio yo he aprendido, más que viéndolo pintar, escuchándolo hablar de la vida y de cosas. A él le encanta que yo pinte mi vida, eso es lo que más le gusta.
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–Es que sus cuadros son su biografía.
–Totalmente, son un diario de mi vida en pintura.
–Es cámara de la Diputación de Cádiz por las mañanas y pintor por las tardes...
–No depender solo de la pintura me da muchísima libertad, pero es verdad que me quita mucho tiempo. Ahora mismo podría vivir de la pintura, pero es que mi trabajo también me gusta y, por ahora, lo puedo compaginar, aunque en el momento en que no pueda me dedicaré solo a pintar. Y sí, la libertad es esa, pintar sin tener que pensar en vender: si tú pintas lo que quieres, el público lo nota.
–Vive en Cádiz, alejado de los círculos del arte de la capital.
–Sí. A Madrid hay que ir porque allí están las mejores galerías y se mueven las mejores ferias, pero, ahora, con las redes sociales, cualquier artista puede vivir donde quiera. Hace poco estuve en el estudio de Pérez Villalta, otro grande de España, en su casa de Tarifa, mucho más perdida que Cádiz.
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–Tarifa y Cádiz no son malos sitios para vivir.
–Hombre, claro, jajaja. Es verdad que aquí se vive bastante bien. Un amigo mío tiene una camiseta que dice «Yo vivo donde tú veraneas», y es una frase genial..
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