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La figura de Juan Carlos Pérez Manrique está asociada, indiscutiblemente, a las bibliotecas municipales de Burgos. Con gran esfuerzo, dedicación e iniciativa, Pérez Manrique ha conseguido que la ciudad cuente con cuatro centros municipales, a los que se suman las bibliotecas de los cívicos o ... los puntos de lectura del verano. La cultura, la literatura, el cine, la reflexión crítica se han democratizado gracias a un proyecto que nació con la Gonzalo de Berceo, en 1994.
La puesta en marcha de la gran biblioteca de Gamonal fue su primera encomienda, tras acceder a la función pública como técnico del Archivo Municipal. Y ahí ha estado, liderando las bibliotecas municipales durante casi treinta años. Ahora, llega el momento de retirarse para dedicar su tiempo a proyectos que ha ido dejando aparcados, a la literatura, a la música y, por supuesto, a la familia.
-Se despide del Ayuntamiento de Burgos después de 33 años de servicio público, ¿cómo se siente?
Con sentimientos encontrados porque me gustaría seguir pero también apetece cambiar de actividad. Se cumple una etapa de la vida laboral y ahora procuraré seguir trabajado en otros proyectos, más relacionados con la actividad investigadora, y estar más en contacto con la familia, con mis hijos y nietos. He trabajado con mucha intensidad y con la suerte de estar involucrado en muchos proyectos y en el nacimiento de otros.
-Comenzó su trayectoria en el Archivo Municipal
Así es, y coincidí con el traslado al Palacio de Castilfalé tres años después de llegar. Y de ahí pasé a la Casa de Cultura de Gamonal para poner en marcha la Biblioteca Gonzalo de Berceo, que se inauguró en 1994. En 1997 teníamos el proyecto de poner en marcha la biblioteca del Teatro Principal. En el 2002, la Biblioteca María Teresa León. Y en el 2007, la Miguel de Cervantes. Y entremedias, las bibliotecas de los centros cívicos, que aunque no están gestionadas por personal municipal sí que la dirección técnica la corresponde a la biblioteca municipal. Y los puntos de lectura de verano, las salas de lectura en pediatría de los centros de salud... Han sido retos muy bonitos. Si la vida de la biblioteca, desde los años 80, dejaba de ser rutinaria para atender nuevas necesidades y servicios, con la apertura de centros ha sido una vida muy alejada de la rutina.
-¿Ha sido complicado poner en marcha la red de bibliotecas municipal?
En la vorágine, lo vas viviendo. Luego, miras atrás y siempre ves que hay un punto de pelea y de renovación constante. He intentado asistir a cuantas jornadas, cursos, congresos he podido en ese aprendizaje continuo. Incluso, cuando viajo, no busco las bibliotecas pero si paso por alguna entro y siempre incorporas ideas. El esfuerzo prolongado en el tiempo si lo sumara sería mucho, en el día a día trabajas para tu ciudad y es muy satisfactorio.
-Cuando se inauguró la biblioteca Gonzalo de Berceo, ¿el objetivo era poner en marcha un red de estas características, como la que tenemos actualmente?
Como decía el convenio que se firmó con la Junta de Castilla y León, el objetivo era abrir una biblioteca en el barrio populoso de la ciudad. Gamonal albergaba un tercio de la población de Burgos y no disponía de un equipamiento de estas características. A partir de ahí, nos empezamos a mover. En el Teatro Principal se abrió la biblioteca en la cuarta planta, y se especializó en teatro aunque luego se amplió y la presencia de estudiantes la llenó de vida. Y está la propia presión social. La biblioteca no deja de ser un medio de comunicación. En estos últimos treinta años, la incorporación de nuevos soportes y la desaparición de otros (a excepción del libro) ha sido continua. Y es un reto. Ha sido una vida muy rica y hemos atendido las necesidades de la sociedad burgalesa, democratizando los nuevos soportes de la sociedad de la información.
-¿Qué nos quedaría por hacer para ampliar la red, cuál debería ser el siguiente paso?
En la inauguración de la Biblioteca María Teresa León, el alcalde Ángel Olivares dijo algo así como 'cada legislatura, una biblioteca'. Pero vino la crisis y se suspendió. La ciudad debe seguir empujando para que se continúe y complete el proyecto, para que todos los barrios tengan un punto de información al que acudir: ordenadores de uso público, prensa diaria, literatura, medios audiovisuales que nos sacan de nuestra vida para vivir otras vidas. Tiene que haber cercanía, sobre todo para esas edades en las que los desplazamientos son más complicados (niños y mayores).
-¿Cómo ha cambiado durante estos años la gestión de las bibliotecas?
La gestión de las bibliotecas se complica en la medida que se complica la tramitación administrativa. Gestionar la cultura es de las cosa más disuasorias que hay, por la complejidad administrativa que implica. Pero al margen de esta cuestión, la gestión es buscar llegar siempre al mayor número posible de público, abrir las puertas a todos y transmitir el mensaje de que son equipamientos de todos los ciudadanos y para todos los ciudadanos, dispuestos a atender las necesidades de información, ocio y cultura.
-Pese a la aparición del libro electrónico, de las plataformas bajo demanda de contenido audiovisual, seguimos viniendo a las bibliotecas
La generación que necesita estos soportes todavía no está extinguida, ya veremos qué ocurre en el futuro, cuando llegue otra acostumbrada únicamente a usos digitales. De la misma manera que en el transporte existía el carro, y vino la bici; existía el caballo, y vino el coche o el tren; unos no han ido excluyendo necesariamente a otros, se han ido complementando. Las bibliotecas tienen una función principal como lugares de distribución del conocimiento, que siempre será necesaria y tendrá que acoplarse a las formas en las que se distribuirá el conocimiento.
-Empezó su carrera municipal en el Archivo, ¿qué siente ahora que ve el Archivo atestado de documentos?
Empecé trabajando en el centro regional de la UNED como profesor de Historia Moderna y Contemporánea y tuve la oportunidad de poner en marcha la biblioteca de aquel centro. La UNED ya tenía incorporados muchos de los medios audiovisuales que todavía no se habían incorporado al resto de bibliotecas públicas (casetes, VHS, programas de televisión). Después pasé al Archivo Municipal y, tras el traslado, se empezó a ver pronto que había una insuficiencia grave de espacio ante la cantidad de papel que se generaba. Es un problema de la ciudad muy serio, porque el Archivo es la historia de la ciudad, su memoria y uno de los pilares del soporte administrativo. Y siento que la ciudad no acierta a resolver este problema.
-¿No acierta porque no encuentra el proyecto adecuado o porque, desde la altas instancias, no se valora la relevancia del Archivo Municipal ni se ve como un proyecto que interese desarrollar políticamente?
No son proyectos que resuelvan algo mañana mismo, pero son indispensables. Ha habido un concurso de ideas para la ampliación del Archivo, así que interés sí que hay. En cualquier caso, haya más o menos interés, está claro que es una necesidad a resolver, que no se podrá esconder.
-Del Archivo Municipal a la red de bibliotecas y, los últimos tres años, gerente del Instituto Municipal de Cultura y Turismo (IMCyT), ¿cómo ha sido la experiencia?
Me ha enriquecido. Ha sido otra manera de afrontar nuevos retos. Asumí la gerencia cuando me correspondía jubilarme, pero me pareció que el reto era de interés. Suponía acercarme a la red cultural de la ciudad, la posibilidad de conocer desde dentro el mundo de la creación artística me interesaba mucho. Las circunstancias del IMC han determinado que la gestión, que debería ser cultural, se haya acabado convirtiendo en administrativa, fundamentalmente. No soy jurídico, ni economista, así que es un campo en el que he dejado mucho esfuerzo pero no es el que más me entusiasme.
-¿Tiene futuro el IMC?
El futuro que se le quiera dar. Puede tener mucho futuro o se le puede dejar morir. La gestión de la cultura es necesaria. Las personas necesitamos de la cultura, así que siempre va a estar ahí. La necesidad creativa no va a haber quién acabe con ella. El futuro del IMC pasa por reformarlo, de tal forma que su actividad se acople a los estatutos que tiene o que los estatutos se reformen para amparo a lo que tiene que hacer.
-¿Qué distensiones hay ahora mismo entre el reglamento y su actividad?
El problema que veo es que el IMC está definido como un organismo autónomo y no funciona como tal porque no tiene capacidad para decidir sobre su personal ni autonomía económica. La plantilla no cuenta con un economista, el área jurídica alcanza hasta donde alcanza y existen unos desajuste de personal que su propio consejo ejecutivo tendría que tener capacidad para resolverlo pero no es así. Además, en determinadas etapas se han aceptado funciones y competencias que no se recogen en los estatutos. Por ejemplo, ante la celebración de cualquier evento, las contrataciones de seguridad corren a cargo del IMC. Los técnicos de Cultura saben de programación cultural, pero les cuesta mucho hacer una licitación que tenga que ver con la seguridad o el suministro de agua a las barracas. Y muchas de las ocupaciones de vía pública se derivan a cultura cuando no son eventos culturales. Hay que definir qué tiene que hacer el IMC y dotarlo de medios necesarios es indispensable para que funcione. Y, sino, que sea una sección municipal y que los técnicos gestionen cultura y fiestas.
-¿Está demasiado politizado?
Se ha convertido en un lugar de enfrentamiento político. No conozco otras áreas municipales para determinar si son de tanto enfrentamiento político, pero por la repercusión que tiene en los medios de comunicación, el ámbito de la cultural es el de mayor enfrentamiento político. Algo que no se corresponde con su capacidad presupuestaria, con lo que las arcas municipales destinan a cultura.
-¿La gerencia del IMC ha sido lo más ingrato de su carrera?
Ha sido lo menos grato porque todo lo demás ha sido muy grato. Ha habido más componentes de sufrimiento pero no hay arrepentimiento. En la vida hay momentos más duros que otros, y unos en los que tienes la sensación que aciertas más y otros en los que fallas más. Pero llegas a una edad en que la asumes que no todo tiene que ser bueno.
-¿Y a partir de ahora?
Soy muy aficionado a la lectura y a la música. Tengo trabajos pendientes, proyectos que estos años no he podido sacar adelante. Hay tarea para sentarse a estudiar y hay vida para disfrutar de una familia estupenda y de unos nietos maravillosos. Cuando era joven y me iba a media tarde a un cine, tenía mala conciencia. Y hoy todavía sigo teniendo esa mala conciencia, a ver si la supero y puedo ir al cine a las cinco de la tarde.
-No nos vamos sin una recomendación literaria
El tipo de lectura que más me gusta es poesía y ensayo. Poesía leo continuamente porque, en estos años tan complicados, en los que te resulta muy difícil centrarte en el argumento de una novela cuando te vienen constantemente cosas pendientes a la cabeza, la poesía es un buen recurso. Y el ensayo me gusta mucho, en concreto, un escritor que fue bibliotecario, Alberto Manguel, y que escribe mucho sobre libros y lecturas. Sus libros los he tenido en la mesa durante el confinamiento.
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