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Que 'Toy Story 3' (Lee Unkrich, 2010) es una de las mejores películas de animación de la historia es algo que pocos ponen en duda. Después de una segunda entrega algo floja, Pixar recuperaba la frescura de la original construyendo una aventura en ... torno a la donación de Woody y el resto de juguetes a una guardería. El estudio hablaba entre líneas de lo difícil que es madurar y dejar atrás la infancia y coronaba su reflexión con un sentido y emotivo final que ponía los pelos de punta a niños y mayores.
Entre aquellos niños estaban los hermanos Morgan y Mason McGrew, que entonces tenían quince y doce años, respectivamente. Aquella historia les fascinó tanto, que decidieron hacer su propia versión, un remake de toda la película, escena a escena. Claro que ellos no disponían de modernos ordenadores para llevarla a cabo ni contaban con los conocimientos necesarios para modelar en personajes en tres dimensiones, así que optaron por hacer uso de todo lo que tenían a su alcance. Nacía así 'Toy Story 3 In Real Life', una película capturada con sus propios iPhone en la que se recrean los 103 minutos de la película con los juguetes de plástico y peluches que la protagonizan y hasta personas de carne y hueso -amigos y familiares-, para los momentos en los que aparecen Andy o Bonnie, la pequeña que lleva gran parte del peso en la cuarta entrega.
Ocho años han estado trabajando los hermanos para terminar este homenaje que ya tiene la bendición de Disney y que se ha puesto a disposición de todos en YouTube. La película, que se subió el 25 de enero a la plataforma, ha alcanzado ya 1,2 millones de visionados y da buena muestra del cariño y la devoción que ambos profesan por el original. Utilizando siempre escenarios reales, los McGrew han hecho uso fundamentalmente de la técnica de 'stop-motion', la animación fotograma a fotograma de películas como 'Pesadilla antes de Navidad', pero han agudizado su ingenio cuando los juguetes interactuaban con los personajes humanos, haciendo uso de hilos que les permitían usarlos como marionetas.
Y a pesar de las limitaciones y complicaciones del rodaje, el clímax del tercer acto -esa secuencia en la trituradora de basura- destila casi tanta emoción como el del original. Es meritorio porque la expresividad de los juguetes, al ser reales, es mucho menor. No en vano para dotar de animación facial a algunos de los personajes, Morgan y Mason, que cuentan ahora con 23 y 20 años, recurrieron a la arcilla para remarcar ciertas expresiones. En este sentido, resulta también encomiable la sincronización del remake con el audio y la banda sonora original de la película. Tiene suerte Pixar de contar entre sus seguidores con fans así.
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