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Ennio Morricone.

La última partitura de Morricone

El genial compositor italiano fallece en Roma a los 91 años de edad después de sufrir una caída en la que se rompió el fémur

Lunes, 6 de julio 2020, 10:44

Ennio Morricone se ha quedado con las ganas de viajar a Oviedo el próximo mes de octubre para recoger el Premio Princesa de Asturias de las Artes, concedido junto al estadounidense John Williams. «Espero poder ir, pero a ver cómo me encontraré entonces, porque ... estaré a punto de cumplir los 92 años», contaba a este diario el genial compositor italiano el pasado junio en una de sus últimas entrevistas. Aunque mantenía la mente lúcida, a Morricone se le notaba ya muy avejentado. Hablaba con un hilillo de voz, en ocasiones precisaba de la ayuda de uno de sus hijos para hacerse entender y era muy consciente de la fragilidad propia de su edad. Sabía bien que a los 91 años la muerte no es ninguna sorpresa. A él le alcanzó en la madrugada de este lunes en una clínica romana, donde estaba ingresado después de sufrir hace unos días una caída en la que se fracturó el fémur.

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El funeral del autor de bandas sonoras inolvidables como 'Por un puñado de dólares', 'La Misión', 'Cinema Paradiso' o 'El bueno, el feo y el malo' se celebrará de forma privada para respetar «el sentimiento de humildad que siempre ha inspirado los actos de su existencia», según informó la familia en una nota, en la que aseguró que Morricone, que siempre se declaró católico, falleció «con el conforto de la fe». Antes de morir pudo despedirse de su esposa, María, de sus hijos y de sus nietos. Incluso dedicó «un conmovedor recuerdo a su público, de cuyo afectuoso apoyo siempre sacó la fuerza de su creatividad», comentó su representante, el amigo y abogado Giorgio Assumma. Éste dijo que el maestro mantuvo «hasta el final plena lucidez y gran dignidad».

Galardonado con el Oscar honorífico en 2007, Morricone ha sido un gigante de la música para la pantalla. Ha escrito la banda sonora de más de 500 películas y series de televisión; más de 60 de estas producciones han sido premiadas. Deja además un centenar de obras clásicas, un estilo en el que estuvo trabajando hasta sus últimos días. «Estoy escribiendo música de cámara, lo que me gusta mucho», contaba en junio, cuando aseguraba que estaba «muy feliz» en este momento de su vida y que la pandemia no había alterado su cotidianidad. «A mí nunca me ha dado tiempo a arrepentirme de nada. Siempre he ido aceptando las cosas que me venían con gran placer y entusiasmo, aunque por supuesto que había algunas que no sabía cómo tenía que hacerlas, pero las afrontaba igualmente», explicaba entonces con evidente satisfacción.

El más universal de los compositores italianos contemporáneos, que trabajó tanto en Hollywood como en su país, convirtiéndose en uno de los nombres ilustres de los 'spaghetti western', deja uno de los repertorios musicales más prolíficos y memorables de las bandas sonoras en la historia del cine. Trabajó con directores como Sergio Leone, Brian de Palma, Oliver Stone, Quentin Tarantino o su querido Giuseppe Tornatore, que le hizo un bellísimo regalo cuando cumplió 90 años, el 10 de noviembre de 2018. Fue una larga entrevista que dio lugar al libro 'Ennio, un maestro'.

«La música seguramente tiene futuro. Pero no sé cuál será. Ciertamente tiene que estar bien escrita. No sólo por la caligrafía, que se ve que es buena en el compositor que ama lo que hace. Pero la caligrafía del compositor auténtico es otra cosa. Es imaginar algo que no existe. En el ambiente del cine es contar algo que la historia no cuenta. Es estar detrás de la historia, de lo que el director no puede contar. Eso es la música en el cine», decía Morricone en la presentación del libro.

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Cuando le pedían que explicara el éxito de sus melodías, no tenía empacho en reconocer que no tenía muy claro el motivo. «Yo no sé muy bien por qué mi música ha conquistado el mundo. Sólo sé lo que intento hacer. En un momento de mi vida entendí por qué algunas músicas escritas por compositores hace un siglo funcionaban sobre las imágenes. Lo hacían porque se bastaban por sí mismas. Eso es lo que yo traté de hacer». Trabajaba con una enorme exigencia personal, pues su gran preocupación era siempre «encontrar nuevas ideas» y que el resultado final resultara «digno».

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