«Supongo que me respetarás, ¿eh, Teodoro?», preguntaba un temeroso Luis Ciges. «Pero, ¿qué burradas está usted pensando, padre?», respondía, atónito, Antonio Resines. «¡Déjate, déjate! Que un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama», asestaba Ciges. Es inevitable esbozar una sonrisa ... ante estas tres líneas de diálogo tan magistralmente escritas para 'Amanece que no es poco' (1989). Este martes, sin embargo, la sonrisa se congelaba al conocer que su autor moría a los 72 años y dejaba huérfanos a los 'amanecistas'. José Luis Cuerda (Albacete, 1947) ha fallecido tras sufrir una embolia en el Hospital de la Princesa de Madrid, según informaron sus hijas en un comunicado, que celebrarán «en la intimidad» la despedida del cineasta.
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Desaparece así uno de los guionistas y directores más personales del cine español. Excelente orador, de humor tan agudo como afilado y con una ingeniosa retranca, de la que hacía gala cada vez que podía -«¿Sois periodistas? Pero si no tenéis ni edad. ¿Quién os habrá mandado aquí? Estáis todos expulsados de la provincia de Madrid», espetó en uno de los encuentros con la prensa con motivo de su última película-, Cuerda es artífice de algunas de las historias más importantes que atesora nuestro cine. Destaca, por encima de todas, la tetralogía que dedicó al surrealismo y que encabeza la ya mentada 'Amanece que no es poco', junto con 'Total', un mediometraje dirigido para televisión en 1983, 'Así en el cielo como en la tierra' (1995) y 'Tiempo después' (2018), la cinta con la que cierra una filmografía tan personal como variopinta que dio pie a una quincena de películas a lo largo de cuatro décadas.
Tocaba Cuerda en su obra asuntos terrenales, filosóficos y también espirituales, quizá por aquellos tres años que pasó en un seminario de infante. Iba para abogado, pero la televisión y la radio se cruzaron en su vida y acabó convirtiéndose en técnico de ambos medios. En 1969, el cineasta manchego comenzó a trabajar en TVE, primero en los servicios informativos de la casa, más tarde como responsable de programas culturales. Ocho años más tarde debutaba detrás de las cámaras con 'El túnel', un largometraje para televisión que adaptaba la novela homónima de Ernesto Sábato, sobre un preso que cuenta desde la cárcel los motivos que le llevaron a matar a su amante. 'Pares y nones' (1982) descubrió a un Cuerda cómodo en la comedia de enredo, pero fue 'El bosque animado' (1987) la cinta que dio a conocer al albaceteño al gran público. Basada en la novela de Wenceslao Fernández Flórez y con guion de Rafael Azcona, el filme le venía como un guante al Cuerda más absurdo, con una galería de personajes a cual más disparatado, en el enclave de un bosque casi fantástico, la Fraga de Cecebre. Recibió cinco goyas, entre ellos el de mejor película.
Después llegaría 'Amanece que no es poco', la historia de un ingeniero, interpretado por Antonio Resines, que decide regresar a España y acaba junto a su padre en un pueblo perdido de la montaña, lleno de pintorescos personajes. «¡Alcalde, todos somos contingentes pero tú eres necesario!» o «Yo es que he pensado que a mí también me interesaría ser intelectual, cómo no tengo nada que perder...» son solo dos de las brillantes frases de una película que, si bien no fue un gran éxito de taquilla, fue ganando estatus de clásico con el tiempo. No en vano alumbró hace unos años a los 'amanecistas', una asociación de «adoradores» de la película, formada por extras y vecinos de Aýna, Liétor y Molinicos, enclaves albaceteños donde se rodó.
Mención aparte merece 'La lengua de las mariposas', la emotiva historia entre un niño y su peculiar profesor (Fernando Fernán Gómez) en la Galicia de 1936, que recibió trece nominaciones al Goya en el año 2000, aunque solo se llevó el de mejor guión adaptado. Rodó luego películas como 'La educación de las hadas' (2006) o 'Los girasoles ciegos' (2008), con la que ganó nuevamente el Goya al mejor guión adaptado. Cuerda también brilló como productor, y fue uno de los responsables de la carrera de Alejandro Amenábar, a quien descubrió al gran público con 'Tesis'.
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En 2018 estrenó su última cinta, 'Tiempo después', secuela espiritual del universo surrealista que tejió en los ochenta y noventa. «Me gusta que se vean parecidas: significa que soy congruente», afirmó hace poco más de un año el realizador. El argumento gira en torno a los dos únicos asentamientos humanos que persisten en el planeta Tierra: un edificio sospechosamente similar a las Torres Blancas de la avenida de América de Madrid, donde se acomodaba la élite, y un poblado chabolista donde residían los parados. Fue la excusa perfecta para criticar y analizar la religión, la monarquía, el capitalismo, la derecha la izquierda o los nacionalismos. Una pena que fuera por última vez.
Se mostraba entusiasmado José Luis Cuerda cuando presentó 'Tiempo después'. No era para menos. El guion llevaba treinta años en un cajón. Ninguna productora quiso apostar por él y al final fueron varios cómicos (Edu Galán, Berto Romero, Andreu Buenafuente y Arturo Valls) los que unieron sus fuerzas para dar el empujón definitivo a la obra. «Lo único que todo el mundo tenía claro es que esta película debía ser una película de Cuerda haciendo lo que le diera la gana, siendo libre. Y la película es tan libre que le importa tres mierdas lo que tu esperas de ella», decía entonces Romero.
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