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Paco Moreno
Valencia
Martes, 11 de junio 2019, 01:35
Figuras humanas dibujadas al carboncillo, nombres de soldados, animales, un barco y un avión, son sólo algunos de los grafitis que han aparecido en los muros de hormigón del antiguo búnker de El Saler, donde el Ayuntamiento de Valencia ha iniciado una excavación arqueológica que ... buscar rescatar la enorme construcción de la Guerra Civil en esta parte del litoral.
La concejala de Patrimonio, Glòria Tello, visitó ayer la zona de obras, donde destaca la profundidad de seis metros que hay hasta la base donde se situaban los cañones. La fortificación fue redescubierta a finales de los años 90 y el Consistorio ha llegado a un acuerdo con la Demarcación de Costas para que se la ceda durante 75 años.
Antes tuvo que presentar un plan arqueológico, en plena ejecución, así como otro de usos, donde lo más probable es que se haga visitable. El conjunto se alza en la parte norte del desaparecido polideportivo municipal y la asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio ha pedido varias veces su recuperación.
El búnker de El Saler, también conocido como «el Copón de Miaja», se documentará tras la limpieza y un informe sobre su estado de conservación, para realizar después un proyecto de rehabilitación. La iniciativa, dijo la edil, se enmarca en la recuperación del patrimonio vinculado a la memoria histórica.
Los trabajos se han centrado hasta ahora en vaciar la arena de la torre y documentar los elementos conservados que formaban parte del complejo, partiendo de los planos que se custodian en el Archivo General Militar de Ávila.
Después de la limpieza, se puede ver la torre completa de una profundidad de seis metros y un diámetro de 15 metros. Está construida de hormigón y hierro y se distinguen tres escalones interiores donde se asentaba la plataforma móvil con los cañones. Uno de los corredores descubiertos es accesible por una escalera de obra que luego da paso a otro corredor. Los últimos grafitis llegan hasta 1943.
El búnker es una de las obras de ingeniería militar levantadas en Valencia en 1937, durante la Guerra Civil. El coronel Ramiro Otal Navascués, jefe de la Defensa de Costas del Mediterráneo, pidió la construcción urgente de varias estructuras para defender el frente marítimo de los ataques de los barcos franquistas y de la armada italiana y alemana. Así, se diseñó un sistema con tres núcleos de baterías principales y otras complementarias. Las obras tardaron ocho meses y se valoró en 1.639.913 pesetas.
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