Rebelde, contestatario, inquietante y extremo. Así es el arte de la 'performer' y activista cubana Tania Bruguera (La Habana, 53 años). La artista más perseguida de su país es la ganadora el Premio Velázquez de Artes Plásticas, dotado con 100.000 euros y el más ... alto galardón de su ámbito concedido en España. En un momento crítico para Cuba, con la mayor contestación al régimen en su historia reciente, el jurado justificó su fallo reconociendo «el riguroso activismo performativo» de Bruguera y una práctica artística «atenta a las dinámicas contextuales sociopolíticas». Se valoró «su revisión de las modalidades del arte de la conducta» que, según el jurado, supone «una dinámica de participación y cuestionamiento de los modos tradicionales de comportarse en el espacio público».
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El trabajo de Bruguera como artista política se desarrolla en el campo de la performance. Firme defensora de la intervención del arte en la sociedad y de su poder transformador, se define como 'artivista' (mezcla de artista y activista). Sus impactantes acciones cuestionan el poder y su control político y social.
«La revolución se ha convertido en un 'bluf', un engaño, y todos sus mitos están por los suelos», aseguraba Bruguera el mes pasado en el Oslo Freedom Forum celebrado en Miami. Vaticinó entonces que pronto «las calles de la isla van a llenarse de nuevo de gente protestando», y la realidad le ha dado la razón. Cree que la revolución solo lo fue «hasta cinco o seis años después de 1959», para transformase «en una dictadura».
Su defensa de la libertad de expresión a través de sus performances extremas y sus protestas la han llevado a repetidas confrontaciones con el régimen establecido por Fidel Castro y perpetuado en la isla. Su propio padre, Miguel Bruguera, fundador de la Seguridad del Estado y viceministro en 1994, la condujo a un interrogatorio por hacer periódicos artísticos contrarios a la revolución. «Aprendí lo que era sentirse desprotegida, y que en una persona mandara más la ideología y su posición política que su propia familia», explicó. Vivió con su familia en el extranjero creyendo que «Cuba era lo más maravilloso del mundo» hasta que descubrió que le contaban «una historia que no era real». De vuelta en la isla, comprendió «todas las mentiras» y cuestionó a su padre.
Reacia a exiliarse, desde agosto está en Harvard, en EE UU, tras un acuerdo con el Gobierno de Díaz-Canel para liberar presos a cambio de su marcha. En su brazo derecho se tatuó las coordenadas de su vivienda en La Habana, la fecha en la que Castro dejó la presidencia de Cuba y una calavera apuntándose a la sien con un arma. Aludía a su aterradora performance 'Autosabotaje' (2009), en la que jugó a la ruleta rusa frente al público. «El arte político en Cuba es una ruleta rusa, un juego a todo o nada en el que uno apuesta a perderlo todo», explicó.
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En 2014, cuando Obama y Raúl Castro descongelaron las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, Bruguera convocó a los cubanos en la plaza de la Revolución de La Habana para que cualquiera hablara libremente ante un micrófono. La acción, parte de la serie 'El susurro de Tatlin', no se celebró. Fue arrestada, interrogada, privada de su pasaporte y puesta en libertad con cargos. La Unión de Escritores y Artistas de Cuba definió su propuesta como una «supuesta performance» apoyada por «mercenarios».
Su primera acción artística la realizó con 18 años. Fue un 'Homenaje a Ana Mendieta' para rescatar la memoria de la artista ya fallecida y «borrada» por el régimen por desertar y huir a Estados Unidos. En 'El peso de la culpa' indagó en el sentir de los nativos cubanos, que preferían comer tierra antes de ser capturados por los conquistadores españoles. Desnuda, con un cordero muerto a sus espaldas, consumió tierra con agua y sal. Para 'El cuerpo del silencio' cubrió su cuerpo con sangre y carne de cordero, para limpiarse con su propia lengua y comerse las páginas de un libro como gesto de humillación y autocensura.
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Bruguera se formó en La Habana y en el Instituto de Arte de Chicago. Ha participado la Documenta de Kassel y las bienales de Venecia, Sao Paulo, Shanghái y La Habana. Su obra se ha visto en museos y centros de arte como la Tate Modern de Londres, el Centro Wifredo Lam (La Habana) o el New Museum (Nueva York). Obtuvo una beca Guggenheim y mereció antes premios como el Príncipe Claus (Países Bajos) y el Meadows (EE UU).
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