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'La fiesta de la Ascensión en la plaza de San Marcos' pintado por Guardi hacia 1775. Fundación Gulbelkian
Guardi, el último de los grandes pintores venecianos, resucita en el Thyssen

Guardi, el último de los grandes pintores venecianos, resucita en el Thyssen

La fundación Gulbenkian de Lisboa cede hasta mayo al museo madrileño ocho óleos del gran olvidado 'vedutista'

Lunes, 17 de marzo 2025, 00:59

«Guardi es el último de los grandes 'vedutistas' venecianos, pero no tiene el reconocimiento que merece». Lo dice y lo lamenta Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, que quiere devolver al pintor italiano el valor que se le ha negado. Lo hace con una exposición de cámara que reúne menos de una decena lienzos del gran paisajista de Venecia cedidos por la fundación Gulbenkian de Lisboa hasta el próximo 11 de mayo.

Calouste Sarkis Gulbenkian (1869-1955) el magnate de origen armenio que acumuló una enorme fortuna gracias al petróleo, atesoró una de las mejores colecciones de Guardi. Una joya que brilla entre las más de seis mil obras de la fundación lisboeta. Han viajado al museo madrileño ocho óleos de Guardi y uno de su hijo que se pueden confrontar con los soberbios 'canalettos' del Thyssen, que tiene en su colección otros tres 'guardis' comprados por el barón Thyssen.

Mar Borobia, jefa de pintura antigua del Thyssen, es la comisaria de una muestra que quiere reivindicar y sacar del olvido a Guardi. «Es el primer artista incomprendido de la historia. Ignorado en vida cuando predominaba ya el neoclasicismo, es tenido hoy por uno de los mejores pintores del settecento», arguye Solana. Para el director artístico del museo madrileño Gulbenkian «fue un visionario» que compró los cuadros de Guardi «cuando se empezaba a reivindicar, hasta tener una de las mejores colecciones del mundo».

Asimetrías y ángulos inusuales

Según Solana, en las visiones venecianas de Guardi «prima lo atmosférico, con horizontes más bajos que los de Canaletto». «Busca las asimetrías y ángulos inusuales. Al contrario que el gran 'vedutista' veneciano, Guardi es más lírico, más subjetivo y evoca cierta melancolía». «Es el último de los grandes pintores venecianos, muerto solo tres años antes del final de La Serenísima, la formidable República que duró casi un milenio», destaca Solana.

Junto a las pinturas de Guardi, adquiridas por Gulbenkian entre 1907 y 1921, se muestra un dibujo del mismo artista, incorporado en 2002, y un óleo de su hijo Giacomo. Las obras están fechadas entre 1765 y 1791 e ilustran lugares icónicos de Venecia, como el puente de Rialto o el Palacio Ducal. También fiestas como la de la Ascensión, los alrededores de la ciudad y algunos caprichos pertenecientes al final de su carrera.

«Es el primer artista incomprendido de la historia y uno de los mejores del settecento»

Guillermo Solana

Director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza

Cuadros como 'El puente sobre el Brenta junto a las compuertas en Dolo' o 'La isla de San Giorgio Maggiore' completan la muestra, que suma un total dieciocho óleos y un dibujo de Guardi, el artista mejor representado en la colección reunida por Gulbenkian que se exhiben desde 1969 en el museo lisboeta que lleva su nombre

Después de Canaletto

Miembro de una familia de pintores, Francesco Guardi (1712-1793) se formó y trabajó en el taller familiar bajo las enseñanzas de su hermano mayor, Gianantonio. En sus primeros años, y hasta el final de la década de 1750, ejerció como pintor de temas históricos y religiosos, además de pintar frescos y bodegones. En su madurez se especializó en la pintura de 'vedute', vistas urbanas de la ciudad de los canales, siguiendo el precedente de Canaletto (1697-1768), cuyo cuadro 'Il Bucintoro' pertenece a la Colección Thyssen y sirvió de inspiración para Guardi.

Tras la muerte de Canaletto, Guardi fue añadiendo vitalidad e ilusionismo al trazo de sus obras, incorporando progresivamente representaciones idealistas de sus paisajes, convirtiéndose en el vedutista más importante de la Venecia de la época.

Este tipo de 'vedute' gozó de gran popularidad, sobre todo entre los extranjeros, principalmente ingleses, que realizaban el Gran Tour viajando por el continente como parte de su formación y que coleccionaban estas obras como recuerdo de su paso por Venecia.

La fiesta de la Ascensión, la más significativa de la ciudad, celebraba la hegemonía de la República sobre el mar. Se escenificaba con la salida del dux a bordo del Bucintoro, seguido de multitud de embarcaciones, para lanzar su anillo al agua y escenificar así el matrimonio simbólico con el mar. Durante estas fiestas, la plaza de San Marcos, engalanada con adornos y arquitecturas efímeras, se convertía en el centro de reunión de los venecianos.

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