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Ilustraciones de Carlos Avallone junto a una fotografía del artista.

El homenaje a un padre artísticamente correcto

La exposición 'Políticamente incorrectos' explora la obra de Carlos Avallone a través de sus retratos de políticos e intelectuales

Jueves, 17 de octubre 2019

Dicen que si te gusta, no es trabajo, y eso es lo que le pasó a Carlos Avallone con el suyo. Dibujante y músico de jazz a partes iguales, no pasó un solo día de su vida sin trabajar, ya fuera ilustrando artículos de opinión ... en algún periódico o subiéndose a un escenario a toque de trompeta. Amaba lo que hacía y así lo demuestra la exposición, 'Políticamente incorrectos', que recoge algunos de los retratos de políticos e intelectuales que publicó en la prensa. Un homenaje que llega a Madrid, cinco años después de la muerte del artista, de la mano de su hija Bianca Avallone, cuyo objetivo es que el legado de su padre perdure.

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«Nos costó mucho hacer la selección de dibujos para la exposición porque en su obra hay muchos muy interesantes, pero en esta ocasión decidimos centrarnos en políticos e intelectuales, nacionales e internacionales, que dijeron, en algún momento de su carrera, alguna frase o una anécdota políticamente incorrecta», explica Bianca Avallone mientras señala la muestra de 120 cuadros que, desde este jueves hasta el próximo 31 de octubre, decoran las paredes de la sala de exposiciones del Ateneo de Madrid (c/ Prado, 19).

Aznar, Rajoy, Zapatero, Felipe González, Fraga, Dalí, Picasso, Severo Ochoa, Buñuel, Alberti, Lorca, Berlusconi, Tony Blair, Fidel Castro, Hugo Chávez, Jacques Chirac, Winston Churchill o Adolf Hitler son solo algunos de los rostros que Avallone inmortalizó, principalmente para 'La Vanguardia', donde trabajó durante más de 30 años, y que recoge la sala madrileña. Las obras están hechas en su mayoría a lápiz, técnica con la que Avallone comenzó su trayectoria, y collage, y algunas de ellas podrán adquirirse a un precio que oscila entre los 250 y los 350 euros.

Aunque Avallone trabajaba por encargo, su hija destaca que se divertía con cada uno de sus trabajos. «Se lo tomaba como un reto», expresa. Además, no conocía la pereza. «Dibujaba todos los días sin importar dónde estuviese. Un día estábamos comiendo en un restaurante y le llamaron de 'La Vanguardia' para pedirle una ilustración. No tenía lápiz así que le pidió uno al camarero y empezó a dibujar en el mantel. Cuando terminó recuerdo que me dijo, sin perder su ego de artista: '¡Me ha quedado hasta lindo!'. Después lo recortó, lo escaneó y lo mandó», cuenta entre risas.

Además de pasión, Avallone incluía en sus dibujos, siempre que podía, guiños al cine americano y la música. Así, por ejemplo, Gabriel García Márquez aparece vestido de 'cowvoy' o el expresidente español José María Aznar, tiene un aire a Charles Chaplin. Un tipo de humor que la hija del artista describe como «fino» y alejado del caricaturismo puro. «No me gusta el término caricatura porque en la caricatura hay una exageración, algo que puede ser grotesco, y yo considero que el arte de mi padre era más fino. En sus dibujos no se aprecia su ideología política porque trataba a todos sus retratos por igual. Quizás alguién pueda pensar que son caricaturas porque en ellas hay humor, pero yo no lo veo así», explica.

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Ilustraciones de Carlos Avallone de Gabriel García Márquez (i) y Jose María Aznar (i). Carlos Avallone

Esa elegancia que caracterizaba sus creaciones le ayudaron a no recibir quejas por parte de las figuras representadas. Ni siquiera de Vladimir Putin, a quien dibujó con los cuernos del mismísimo diablo, o de François Hollande, representado con forma de gallina. Alguno de ellos, sin embargo, sí que le llamó pidiéndole que matizase un poco ciertos aspectos fisiológicos con los que no estaba demasiado conforme.

Carlos Avallone nació en Buenos Aires (Argentina), donde estudió Bellas Artes y, paralelamente, trompeta en el Convervatorio de Música. Empiezó su vida profesional como músico de Jazz a los 17 años en el grupo 'Georgians Jazz Band' y en 1964 viajó a Milán para trabajar en la Editorial Mondadori. Dos años después se trasladó a Barcelona y comenzó a ejercer como director de arte en una agencia de publicidad. Durante estos años montó el grupo de jazz Yerba Mate y diseñó portadas de discos y libros para la editorial Seis Barral. En prensa trabajó como dibujante para 'El noticiero Universal', donde además escribió criticas musicales; 'Telexpress', 'El País' y 'La Vanguardia'. Murió en 2013, a los 77 años.

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