El escritor Ignacio Martínez de Pisón. MARTA PÉREZ

«El antifranquismo fue minoritario en España hasta 1975»

Ignacio Martínez de Pisón | Escritor ·

«De todas las guerras salen novelas y cada una de ellas mata el interés por la anterior», dice el escritor aragonés, que ha seleccionado y prologado una colección de relatos sobre la Guerra Civil

Domingo, 15 de mayo 2022, 00:25

Es la gran herida de la Historia de España. La Guerra Civil no ha cicatrizado aún, como se ve a diario en el debate político, y sigue produciendo un gran volumen de trabajos históricos y literarios. El novelista Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) acaba ... de editar 'Partes de guerra' (Ed. Catedral), una selección de una treintena de relatos firmados por escritores de varias generaciones e ideologías, de Alberti y Delibes a María Teresa León, Sender, Rodoreda, Pinilla, Trapiello, García Pavón, Matute y Atxaga. Él firma uno de los relatos y el prólogo del volumen. En esta entrevista, explica cómo la visión más testimonial de quienes vivieron aquella tragedia se ha sustituido por una más amplia y comprensiva en las generaciones posteriores, para fijar un relato más amplio. Y alerta sobre la tendencia de algunos a convertir a las víctimas en verdugos y reescribir su propio pasado haciendo mucho más antiguo un antifranquismo que algunos solo manifestaron con Franco ya muerto.

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- ¿Cuánto va a durar la Guerra Civil como filón literario?

- Las guerras son un material literario muy apetecible. Sigue estando viva la preocupación que genera y por eso se mantiene como un filón del que sacar historias para nuestras novelas. Entre Napoleón y 'Guerra y paz' pasó medio siglo pero no nos importa nada si Tolstói era o no contemporáneo de lo que cuenta. De todas las guerras salen novelas, así que ahora me pregunto cuántas producirá la de Ucrania. Y como es difícil que una sola refleje todo, se me ocurrió hacer una selección de relatos firmados por autores de distintas generaciones y distinta ideología.

- Habla de las guerras como material literario, pero ¿qué tiene de especial la Guerra Civil? También las guerras carlistas fueron conflictos civiles y no duró tanto su interés literario.

- Cada guerra mata el interés por la anterior. La guerra del Rif, por ejemplo, suscitó interés pero en cuanto llegó la Civil se acabó. Ahora, como por suerte no hemos vivido otra, perdura esta.

- Hay quien sostiene que la Guerra Civil es nuestro western en el sentido de que es la base sobre la que se sostiene la cultura moderna. ¿Lo ve así?

- El western es una epopeya norteamericana que se ha convertido en un producto para todos los públicos. Nuestra guerra tiene poco de épica ahora. La tuvo en su momento pero incluso los escritores que la vivieron luego cambiaron lo perspectiva. En realidad, desde 'La cartuja de Parma' hay poco lugar en Europa para la épica.

- ¿Contar la guerra a partir de una treintena de episodios de autores distintos aporta más que una novela?

- No queda ningún episodio bélico relevante por contar. Los dos bandos están presentes, hay diferentes generaciones y distintas lenguas. La diversidad es lo que enriquece. Solo me apena no haber encontrado ningún relato ambientado en Canarias. Hay uno en Baleares, pero no en Canarias.

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Miradas diferentes

- Desde un punto de vista literario, ¿qué diferencia la mirada de quienes ganaron la guerra de la de quienes perdieron?

- Algunos autores trabajaban en la propaganda de un bando, así que es preciso entender sus textos desde su biografía. Curiosamente el cuento más fascista del volumen es el de Edgar Neville, que al principio era republicano y purgó sus culpas haciendo la propaganda del otro bando. En sentido contrario, algunos que eran fascistas desde el primer momento escribieron más tarde y hablaban ya en alguna medida de reconciliación, como García Serrano y López Anglada.

- ¿Y la militancia? Porque se puede ser de izquierdas o derecha, pero pertenecer a un partido e ir de uniforme es otra cosa.

- Los textos propagandísticos tienen un lastre claro. La propaganda es mi verdad contra la tuya, sin discusiones ni matices. En estos textos percibes ese lastre. Pero con el tiempo ves que se pueden leer como parte de lo que se vivió.

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- ¿Y los que estuvieron en un bando no tanto por ideología sino porque la guerra les cogió en un lugar concreto? ¿Refleja la literatura el drama de todos esos?

- Hubo casos como el de Chaves Nogales, que era republicano pero al cabo de pocos meses vio que el futuro de España, ganara quien ganara, iba a ser penoso.

- ¿Qué importancia, siempre para la literatura, tuvo que tras el conflicto no hubiera reconciliación?

- En ese aspecto, la diferencia con las guerras carlistas fue grande. En estas, los cabecillas pasaban un tiempo en el extranjero y luego volvían sin problema. Por eso aquellas guerras no han creado una gran memoria colectiva, porque dejaron pocas heridas. Pero en la Guerra Civil, al menos hasta 1945, lo que se dio fue el exterminio. Luego la dictadura fue progresando hacia formas menos violentas pero esos seis años no hubo hueco para nadie que no fueran ellos mismos y esa represión es lo que ha impedido que cierren las heridas.

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- ¿Se nota eso en las distintas generaciones?

- La visión de los escritores que no vivieron la guerra es más completa, sobre todo tras la muerte de Franco, cuando el enemigo ya no estaba. Los autores vivos tienen afán de contarlo todo y no olvidan que también la República cometió errores.

- Más allá de la ideología, ¿se notan cambios en la forma de abordar los episodios de la guerra?

- Los autores que la vivieron, estuvieran donde estuvieran, tienden a contar las propias experiencias. Conjugan la vocación literaria con una vocación testimonial. Cuando esos autores desaparecen, quienes les siguen se acercan al tema casi como quien escribe novela histórica. Creo que cuando todos lo hagan así se habrá dado un gran cambio. Pero de momento sigue habiendo episodios muy preocupantes.

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Los relatos

- ¿A qué se refiere?

- Mire lo que ha sucedido en el mundo de la política no hace tanto. Un dirigente acusó a las conocidas como 'trece rosas' de ser asesinas y qué sé yo qué más cosas, cuando fueron víctimas. Si un político insiste en calificar a las víctimas de verdugos tenemos un problema.

- Ahora se habla mucho del relato, de cómo integrar los distintos relatos. Pero no puede pesar lo mismo el relato de quien se alzó en armas contra la legalidad que el de quien la defendió, igual que no puede apreciarse igual el del terrorista que el de quien sufre heridas irrecuperables por la bomba que aquel puso.

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- Lo bueno es que ahora ya disponemos del trabajo de historiadores excelentes que han puesto orden en todo eso. Sin embargo, la Historia es un arma arrojadiza para los políticos. Por eso unos hablan de Paracuellos y otros de Gernika. Por suerte, ya lo sabemos todo y ese destilado de las investigaciones es lo que quedará para la Historia.

- Pensar en los escritores que vivieron la Guerra Civil lleva a comparar con los alemanes que vivieron el nazismo y la guerra mundial...

- Es complicada esa comparación porque en Alemania la derrota supuso una reflexión sobre su culpa que aquí no se ha dado. El antifranquismo en España fue minoritario hasta 1975 porque si no hubiese sido así Franco no habría muerto en su cama. Los antifranquistas más alborotados son posteriores al franquismo. Creo que no se ha hablado lo suficiente de las clases medias en ese tiempo.

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- Tanta gente que no se opuso o por lo menos toleró el franquismo aunque no fueran partidarios...

- Es sospechoso que la gente descubriera la distancia que le separaba de Franco cuando este ya se moría. Por eso el país se llenó de antifranquistas en época tan tardía. Pasa lo mismo que con ETA en el País Vasco: no hubo grandes manifestaciones en su contra hasta el secuestro y muerte de Miguel Ángel Blanco. Antes la gente que se mostraba crítica pasaba al ostracismo, como sucedió con Imanol. Con la guerra y el franquismo ocurrió algo parecido.

- Además tampoco sería lo mismo contar la guerra cuando hablabas de tu país que cuando llegabas de fuera, estabas un tiempo y te marchabas, como Orwell y Hemingway, por poner dos ejemplos.

- El de Orwell es un caso heroico porque no conocía España, vino y arriesgó su vida por la República y sus ideales, y cuando vio lo que pasaba en su propio bando condenó el estalinismo. Tuvo coraje por partida doble. El hecho de que vinieran tantos extranjeros desvela la importancia que la Guerra Civil tenía para todo el mundo. Otra cosa es que vivieran el dolor de forma vicaria. Vieron lo que sucedía, pero sus vidas no se rompieron como las de los escritores republicanos que debieron irse al exilio.

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Narraciones fiables

- Durante mucho tiempo hemos leído los libros de los historiadores británicos en la consideración de que eran más fiables que los de los españoles. ¿Con la literatura pasa lo mismo?

- En el ámbito de la literatura, la Guerra Civil no ha sido tan relevante para los escritores extranjeros como lo fue para los historiadores. Estos vinieron a contar lo que pasaba acabando con el sectarismo que se dio durante décadas. Luego ya los historiadores españoles tomaron el relevo. La literatura es subjetiva, por eso es otra cosa. A un novelista no se le puede pedir objetividad.

- ¿Influye la lengua en la que escriben los autores -castellano, euskera, catalán, gallego- en su visión de la guerra?

- No. Otra cosa es que luego los nacionalismos hayan interpretado los hechos como una guerra de España contra ellos. Lo cierto es que entonces se vivió como españoles contra españoles, o vascos contra vascos y gallegos contra gallegos... Las lenguas no arrastran ideología.

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- Un tópico de algunos críticos y no pocos lectores es '¡otro libro sobre la Guerra Civil!' ¿En verdad se ha escrito tanto y ya hay hartazgo?

- Existe la sensación de que se hacen muchos libros y películas sobre eso pero no son tantos y creo que de todas formas hay un público fiel que los sigue. El franquismo, en cambio, está muy poco contado y la Transición ha empezado a novelarse hace no tanto. No sé por qué el franquismo se ha tratado menos, aunque en el cine sí se ha hecho. Hasta las películas de la época, vistas ahora, han ganado acidez sin ser antifranquistas, porque la censura no lo habría permitido. Sí, creo que el franquismo lo ha contado mejor el cine. Ahora mismo yo trabajo en una novela que es una historia de los primeros años del franquismo, con gente corriente que se ve envuelta en circunstancias excepcionales.

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