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El Centro de Arte Caja de Burgos CAB ha inaugurado sus tres nuevas propuestas artísticas, concebidas, respectivamente por Álvaro Negro, David Magán y Eduardo Cortils, y que permanecerán abiertas al público hasta el próximo 24 de enero.
Las instalaciones pictóricas de David Magán, el reencuentro ... con la tradición europea de Álvaro Negro y las fotografías ambientales de Eduardo Cortils cierran la programación de 2020 en el CAB.
Álvaro Negro: Todo lo que el cuadro sabía. Desaprender para volver a ver y así ser capaz de separar la pintura de la servidumbre de la imagen. Estas palabras pueden resumir el ideario que sustenta el trabajo último de Álvaro Negro (Lalín, Pontevedra, 1973). Una pintura en la que el proceso creativo conforma su esencia, un reencuentro con la tradición artística europea, con sus raíces humanísticas, desde la evocación espiritual. Todo lo que el cuadro sabía alude a la propia voluntad de la obra, a su formalización estética y al rumbo que la pintura sigue hasta que comienza a conformarse. «Es el cuadro el que decide el formato, el soporte, el color, la textura –relata Álvaro Negro– hasta que empieza a vislumbrarse». Pero la disposición del pintor es esencial: el uso del claroscuro, la superposición de capas y capas de pintura y el uso de delicadas veladuras crean una atmósfera sutil, hasta crear un color vaporoso, surgido tanto del encuentro con el lienzo, como de la sustracción de materia capaces ambos de generar una ilusión espacial única.
La pintura de Álvaro Negro requiere una mirada sosegada y expectante. Exige del espectador concentración, dejarse atrapar por el ritmo de lo sumado y de lo restado en el proceso, reclama comunión espiritual con la obra y con el gesto del artista y no olvida su relación histórica con la pintura europea del Renacimiento y el Barroco. El 'naturalismo trascendental' del Giotto –la ruptura con la iconografía distante bizantina- y el cambio radical que emprende al sustituirlo por un realismo que tiene en cuenta al espectador, sin olvidar el significado eterno de la imagen, una correspondencia entre la «presencia» de lo corpóreo, lo emocional, lo humanístico y lo divino (lo absoluto).
En gran medida, es ahí donde surge la exposición que Álvaro Negro propone en el Centro de Arte Caja de Burgos CAB. Color, luz, materia, superficie, valores plásticos que acercan la pintura de Álvaro Negro a los admirados frescos del trecento, a las tablas y óleos de las capillas renacentistas, a los lienzos y sargas barrocos. «Una posición estética que asume el desarrollo creativo desde lo existencial», nos dice el artista, y que arranca con La presencia pictórica como motivo, un proyecto realizado durante la estancia de Álvaro Negro como residente en la Real Academia de España en Roma y que supuso la inauguración de un nuevo ciclo pictórico que está en pleno progreso. La reciente exposición Dea Roma, en la madrileña F2 Galería, ha dado cuenta de ello con obras pintadas ya en España, pero que mantienen su genealogía en la revisión de la tradición de la pintura occidental, a la que tampoco es ajeno el patrimonio artístico de Burgos. La exposición en el CAB plantea una revisión coral de este período con la intención de mostrar los lazos entre lo contemporáneo y lo histórico y, por extensión, entre dos culturas tan entretejidas como la italiana y la española.
David Magán: Matter Matters. La escultura expandida, luminosa y colorista de David Magán (Madrid, 1979) invade el espacio -1 del Centro de Arte Caja de Burgos CAB. Con un proyecto inmersivo, en el que el espectador es el protagonista necesario, el artista aborda su exposición más ambiciosa hasta la fecha. Si los efectos cromáticos y geométricos han venido caracterizando la tarea de Magán, sin descuidar nunca el interés por fusionar su trabajo con el espacio que la acoge, en el CAB la propia arquitectura del centro ha guiado el complejo equilibrio entre obra, edificio y espectador.
El empleo de la luz, y el modo en que esta se materializa en diversos soportes y fuentes; la experimentación y el estudio de las posibilidades plásticas de un elemento tan intangible como este –la luz– hasta su conversión en un objeto formal, ha decidido una serie de piezas audaces y complejas que solo pueden descubrirse íntegramente a medida que se recorren.
Una experiencia física, cercana y real, pero también un territorio de exploración e investigación por parte del espectador que, en palabras de David Magán, quiere «potenciar los sentidos y poner a prueba la razón a través de una geometría limpia y ordenada que busca el equilibrio».
Percepción, calma y observancia indispensables para poner a prueba, desde la aparente racionalidad geométrica, nuestras capacidades sensitivas y reflexivas en un mundo por completo necesitado de ellas.
Matter Matters, cuyo título al castellano podría traducirse como «la materia importa», se concreta en una serie de instalaciones que exploran las diferentes posibilidades físicas de la luz. 'Instalación Binaria 01' proyecta luz filtrada entrecruzada para crear efectos cromáticos por adición. Un trabajo que Magán viene desarrollando desde 2012 y que evoca los dibujos murales de Sol Lewitt.
'Vídeo Instalación Binaria 01' utiliza el movimiento de las fuentes de luz generado a partir de las sombras producidas por transparencias de color translúcido. Un juego visual que invita al espectador en la conversión de la luz en materia. 'Pavilion 01' es una escultura inmersiva. Un caleidoscopio transitable de formas y fusiones cromáticas, en palabras de David Magán.
'Spectrum 03' se construye a partir de la proyección led de colores primarios y la generación de colores complementarios mediante el empleo de planchas pareadas translúcidas. Una transformación del espacio y una experiencia inmersiva para el espectador dominada por la adición cromática.
'Spectrum 02' convierte en instalación geométrica el cubo negro del CAB. Mediante el uso de tres planchas blancas y tres focos luminosos, el cuerpo sólido modula su apariencia y su colorimetría.
Eduardo Cortils: Un-Steady. n problemas ambientales. Pocas veces un proyecto y una exposición podrá ser tan pertinente. El mundo atravesado por la pandemia y por la desolación que ésta ha provocado está necesitado, más que nunca, de un nuevo resurgir. El trabajo realizado por Eduardo Cortils (San Pedro del Pinatar, Murcia, 1963) para el Centro de Arte Caja de Burgos CAB nos obliga, en sus propias palabras, «a parar la carrera; por un problema infeccioso hemos detenido la marcha. Nos encontramos hoy frente al primer frenazo de la cultura del beneficio. Se plantean así un emocionante reto de supervivencia, una crisis económica sobrevenida, pero también el re-aprendizaje de algo que parecíamos haber olvidado, la interdependencia».
La propuesta de Eduardo Cortils parte de los llamados desastres naturales recientes. Algunos de ellos perfectamente reconocibles, dada su inmediatez, para negar precisamente eso, su condición natural e identificarlos como resultado de la acción del hombre. Sus imágenes documentan e interpretan por igual. Recogen el suceso, pero analizan la causa. Tomas directas y espectaculares intervenidas con signos gráficos, textos y datos científicos empleados con total asepsia y sin esconder las fuentes. Cortils atrapa al espectador con sus fotografías impecables, resueltas brillantemente, incluso bellas formalmente para de inmediato instarle a tomar distancia y reflexionar.
La mayor parte de las fotografías de Eduardo Cortils se acompañan de intervenciones pictóricas. Barras y círculos de color que replican los códigos utilizados por los medios de comunicación para explicar el calentamiento global. Esa misma secuencia cromática regulada, uniforme y sistematizada nos asalta como un resplandor inesperado que desconcierta e intriga por igual. Cortils emplea una estrategia conocida como dazzle [camuflaje disruptivo], según fue formulada en la I Guerra Mundial por el artista británico Norman Wilkinson.
Mediante el uso de formas geométricas de colores contrastados, los dazzle eran capaces de alterar los patrones de percepción de los objetivos militares en los bombardeos enemigos. Patrones reconfigurados en la obra de Cortils que, siguiendo la estela de otros artistas que pusieron su talento en la distorsión ocular, atraen la atención del espectador.
Un juego provocador con el público para que la curiosidad dispensada a la forma permita indagar sobre su significado. Los dazzle, utilizados también como recurso en el contorno de las imágenes, son los protagonistas de una de las acciones sobre el territorio protagonizadas por Cortils en sus 'talleres de participación e intervención en el paisaje'.
Realizados en el entorno de las Merindades de Burgos, donde vive el artista desde algunos años, Cortils invitó a sus vecinos a utilizar estos observatorios dazzle entendidos como una propuesta plástica en el hábitat rural, pero también como una ventana desde la que ver de otro modo el medio en el que vivimos, y de ser vistos a la par. Al no enmascarar sino, por el contrario, deslumbrar, el observatorio se transforma en un cuerpo extraño en el paisaje, casi un accidente visual que por añadidura invita a cuestionarnos el resto de artefactos introducidos aleatoriamente en la naturaleza.
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