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Olaya Suárez y Samantha Acosta (diseño)
Gijón
Domingo, 21 de enero 2024, 07:13
A Sheila Barrero la asesinaron de un tiro en la nuca la madrugada del 25 de enero de 2004, hace ahora veinte años. Su cuerpo lo encontró su propio hermano dentro del Peugeot 206, el coche de la pequeña de la casa. No había regresado al domicilio familiar de Degaña tras una noche poniendo copas en un pub de Villablino y, extrañados por esa inusual ausencia, sus familiares salieron ya de mañana a peinar la zona. La encontró muerta, queda dicho, su hermano en el Alto de la Collada, en el puerto de Cerredo. Dos largas décadas después el crimen prescribe sin culpable, sin que se haya hecho justicia y sin que el responsable del asesinato de la joven, de 22 años, haya pagado por ello.
Prescribe el delito como tal. Es decir, no conllevaría responsabilidad penal para un presunto autor que pudiera aparecer a partir del jueves 25 de enero. No así para el único investigado en el procedimiento, Borja V., exnovio de la víctima y para quien el plazo de esos 20 años no se cumple hasta dentro de varios meses, desde la última diligencia que se hizo con él en el juzgado en calidad de detenido.
La Guardia Civil solo podría seguir investigando en torno a ese sospechoso en un tiempo contrarreloj que lleva apurando ya dos décadas, las mismas en las que todas las pistas le llevaban hacia él y las mismas en las que se encontraron en un callejón sin salida.
Fue asesinada hace 20 años.
El delito
prescribirá aún
sin resolver
Sheila Lorena Barrero (22 años). Había estudiado
Turismo, vivía en
Gijón entre semana
y los fines de semana
se trasladaba
a Degaña con sus padres. Estaba a punto de entrar a trabajar en una agencia de viajes
Puerto de Cerredo
Sheila regresaba a su casa
tras salir del trabajo y tomar
algo con unos amigos
Villablino
Lugar en el que apareció el coche de
la víctima
Caboalles
de Arriba
Degaña
Residencia
de su familia
Los fines
de semana trabajaba
en un pub
de esta localidad
Fue su propio hermano quien descubrió el cuerpo sin vida de Sheila, dentro del vehículo y con un
tiro en la nuca
El coche fue hallado a unos 200 metros
del límite entre León y Asturias, en un área recreativa
En el asiento trasero del turismo, desde donde el asesino disparó
a la joven, se encontró una bufanda. La familia de la víctima aseguró que no era de ella
Fue asesinada
hace 20 años.
El delito
prescribirá aún
sin resolver
Sheila Lorena
Barrero (22 años). Había estudiado Turismo, vivía en Gijón entre semana y los fines de semana se trasladaba a Degaña con sus padres. Estaba a punto de entrar a trabajar en una agencia de viajes
Sheila regresaba a su
casa tras salir del trabajo y
tomar algo con unos amigos
Puerto de Cerredo
Villablino
Lugar en el que apareció el coche de
la víctima
Caboalles
de Arriba
Degaña
Residencia
de su familia
Los fines
de semana trabajaba
en un pub de esta localidad
Fue su propio hermano quien descubrió el cuerpo sin vida de Sheila, dentro del vehículo y con un
tiro en la nuca
El coche fue hallado a unos 200 metros del límite entre León y Asturias, en un área recreativa
En el asiento trasero del turismo, desde donde el asesino disparó a la joven, se encontró una bufanda.
La familia de la víctima aseguró que no era de ella
Fue asesinada hace 20 años.
El delito
prescribirá aún
sin resolver
Sheila Lorena
Barrero (22 años). Había estudiado Turismo, vivía en Gijón entre semana y los fines de semana se trasladaba a Degaña
con sus padres. Estaba
a punto de entrar a trabajar en una
agencia de viajes
Puerto de Cerredo
Sheila regresaba a su
casa tras salir del trabajo y
tomar algo con unos amigos
Lugar en el que apareció el coche de
la víctima
Villablino
Caboalles
de Arriba
Degaña
Residencia
de su familia
Los fines
de semana trabajaba en un pub de esta localidad
Fue su propio hermano quien descubrió el cuerpo sin vida de Sheila, dentro del vehículo y con un tiro en la nuca
El coche fue hallado a unos 200 metros del límite entre León
y Asturias, en un área recreativa
En el asiento trasero del turismo, desde donde el asesino disparó a la joven, se encontró una bufanda.
La familia de la
víctima aseguró
que no era de ella
Sheila Lorena Barrero
(22 años). Había estudiado Turismo, vivía en Gijón entre semana y los fines de semana se trasladaba a Degaña con sus padres. Estaba a punto de entrar a trabajar en una agencia de viajes
Fue asesinada
hace 20 años.
El delito prescribirá
aún sin resolver
Puerto de Cerredo
Sheila regresaba a su
casa tras salir del trabajo y
tomar algo con unos amigos
Lugar en el
que apareció
el coche de
la víctima
Villablino
Caboalles
de Arriba
El coche fue hallado
a unos 200 metros
del límite entre León
y Asturias, en un
área recreativa
Degaña
Residencia
de su familia
Los fines de semana trabajaba en un pub de
esta localidad
En el asiento trasero del turismo, desde donde el asesino disparó a la joven, se encontró una bufanda.
La familia de la
víctima aseguró
que no era de ella
Fue su propio hermano quien descubrió el cuerpo sin vida
de Sheila, dentro del vehículo y con un tiro en la nuca
Sheila Barrero, que era estudiante de Turismo, vivía durante la semana en Gijón y los fines de semana regresaba con sus padres a Degaña.La proximidad con Villablino, en León, le llevaba a hacer mucha vida allí. Tenía su grupo de amigos, trabajaba como camarera en un pub y allí vivía también el joven con el que mantuvo una relación intermitente y que se convirtió en el principal sospechoso del crimen que ha pasado a ser uno de los más intrincados de Asturias.
Borja V. fue arrestado después del crimen como supuesto autor. Dio positivo en las pruebas de residuos de pólvora que le practicaron. Se comprobó que había disparado un arma pocos días antes. Él aseguró que había estado cazando con una escopeta. A Sheila le dispararon con un arma corta. Esa ha sido su coartada a lo largo de estos años, la que le ha servido para mantener la defensa de su inocencia, aunque todas las pruebas que manejan los investigadores les llevasen hasta él.
De las investigaciones se ocuparon los agentes de la Unidad de Policía Judicial de la entonces Comandancia de la Guardia Civil de Oviedo y también los efectivos de la Unidad Central Operativa (UCO). Fue el primer asunto en el que participaron en Asturias. Le siguieron otros también muy complejos, como el crimen del concejal de IU en Llanes Javier Ardines, que concluyó con la condena en firme de cuatro arrestados.
Fue precisamente por esas fechas, en 2018, en las que la UCO regresaba a Asturias para esclarecer la muerte violenta del edil cuando volvieron a poner sus ojos en Sheila Barrero, cuya investigación llevaba en hibernación desde una década atrás. Se decidió entonces volver a someter a las nuevas técnicas las pruebas recogidas en 2004 en el coche de la joven y en las manos del principal sospechoso, el vecino de Villablino, en León, con el que la víctima había mantenido una relación sentimental rota pocas semanas antes de que a la chica le descerrajasen un tiro en la nuca en su propio coche.
Ese 2018 el juzgado de Cangas del Narcea decretaba la apertura del procedimiento después de que la Guardia Civil impulsase las investigaciones. Los trabajos de la UCO exponían los resultados obtenidos con los nuevos avances y que permitieron analizar, entre otras pruebas, una partícula hallada en la mano derecha del exnovio de la víctima que coincidía con el casquillo de la bala que mató a Sheila. Las pruebas apuntaban a una partícula de plomo, estaño y bario, igual a los residuos de disparos encontrados en el casquillo. Esos residuos fueron enviados a un laboratorio de Alemania, el centro de alta tecnología que ha ayudado a resolver los casos más complejos de Europa.
Pero ni aún con los informes apuntando al mismo sospechoso que ya habían señalado catorce años atrás, las pruebas resultaron concluyentes para la fiscalía y el juzgado. La propia delegada del Gobierno, Delia Losa, explicaba entonces públicamente que el crimen de Sheila Degaña estaba más cerca de resolverse y que «las pruebas eran concluyentes». No fue así. El caso volvió a archivarse.
A lo largo de dos décadas la familia no ha dejado de luchar. Concentraciones a las puertas del Ayuntamiento de Degaña y de los juzgados de Oviedo para que no se olvidase el caso. Huelgas de hambre de la madre. Reuniones con políticos e investigadores… Pero todo llevaba a un callejón sin salida. Una de las vías que se siguieron en uno de los intentos desesperados por arrojar luz al caso fue contratar a una agencia de detectives.
Fueron ellos los que buscaron ayuda a través de las páginas de EL COMERCIO para intentar averiguar la procedencia de una bufanda que fue hallada en el asiento trasero del coche de Sheila, desde donde el asesino le disparó. La bufanda en cuestión no pertenecía a la chica (su familia aseguró que no era suya). Era de color negro y lucía dibujos de una flor, un libro, una cabra colgada de un arnés y el lema 'Artes y honor'. Nadie pudo dar cuenta de quién era ni tampoco qué significaban los emblemas. Todo apuntaba a que se trataba de una bufanda hecha a mano.
Los análisis realizados a la prenda revelaron restos del perfil genético de la víctima y también de otras identidades anónimas. No había ADN del principal sospechoso. Tampoco esa vía dio luz al asunto, que volvía a estar en vía muerta.
Por su parte, el entorno del exnovio de Sheila, un vecino de Villablino que tenía la misma edad de la víctima, aseguran que el hombre, hoy de 42 años, ha vivido «un calvario» a lo largo de todo este tiempo. «Él no ha sido. Se ha demostrado que no ha sido y nunca tuvo ni una sola medida cautelar ni ninguna implicación, ya es hora de que pueda pasar página», dicen. En el lado opuesto están los miembros de la familia de Sheila, que siempre han apuntado a la autoría de esa persona.
La muerte violenta de Sheila Barrero, veinte años después, sigue sin justicia, sin perdón, pero sin olvido.
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