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La derrota del presunto asesino de Manuela
El juicio de Manuela Chavero (II)

La derrota del presunto asesino de Manuela

La Guardia Civil, que logró acceder al teléfono de Eugenio Delgado tras una detención por robo, acorraló al sospechoso con una estrategia de desgaste hasta arrancarle una confesión

Juan Cano, Natalia Reigadas, Evaristo Fdez. de Vega y María Díaz

Málaga | Badajoz

Martes, 7 de mayo 2024, 12:41

Las contradicciones de Eugenio Delgado lo situaron en la diana de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. En septiembre de 2019, los investigadores del caso solicitaron al juzgado de Zafra pinchar el teléfono del vecino de Manuela Chavero, que se sentará la semana que viene en el banquillo de los acusados para enfrentarse a una posible condena por asesinato y agresión sexual que le conduciría a la prisión permanente revisable.

Desaparece una mujer en Monesterio en julio de 2016

“A Manoli se la han llevado”. Asegura su familia

En 2019, se inicia una nueva búsqueda con personal especializado en desapariciones

El 20 de septiembre de 2020 detienen a Eugenio.D por el homicidio de Manuela Chavero

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El 20 de septiembre de 2020 detienen a Eugenio.D por el homicidio de Manuela Chavero

Los cambios de titularidad en el juzgado retrasaron la decisión a diciembre de 2019. Desde entonces, los agentes de la UCO escucharon las conversaciones del sospechoso y descubrieron que estaba participando en una serie de robos menores en el campo junto a dos amigos. Eran delitos menores (al parecer, se llevaron unas barreras de la autovía para usarlas como bebedero de las vacas y sustrajeron algunas cabezas de ganado…), pero suficientes para detenerlo.

En los pinchazos telefónicos, Eugenio parecía estar atento a los movimientos de la Guardia Civil, incluidos los vehículos camuflados, que tenía más o menos identificados. Los estudios ampliatorios solicitados al Grupo de Apoyo Técnico Operativo (GATO) revelaron que el ámbito de movimientos del sospechoso era muy reducido y demasiado rutinario. Todo ello dificultaba enormemente las vigilancias y los seguimientos.

Búsqueda de Manuela Chavero el dos de enero de 2019 HOY

Los agentes percibieron en sus conversaciones telefónicas que Eugenio, pese a su actitud permanentemente alerta, no se sentía investigado por la desaparición de Manuela Chavero. Es más, tendía a minimizar el caso, llegando a manifestar en alguna ocasión que igual [Manuela] «estaba de vacaciones en las Islas Canarias».

Había que realizar algún movimiento y los investigadores vieron una ventana de oportunidad en la inminente detención de Eugenio Delgado por los robos menores en el campo. El arresto se iba a producir el 4 de marzo de 2020 y el joven permanecería esa noche en el cuartel para ser puesto a disposición judicial al día siguiente, y el juez lo dejaría en libertad. Es decir, los agentes tenían exactamente un margen de 24 horas para realizar la extracción forense del contenido del iPhone que utilizaba Eugenio, al que retiraron el teléfono nada más colocarle los grilletes. A continuación, y autorizada por el juez, una guardia civil condujo desde Monesterio hasta Madrid para entregar el terminal a sus compañeros de la UCO especializados en delitos tecnológicos.

24 horas

El reto era mayúsculo. En ya menos de 24 horas -las que se habían perdido en el viaje-, había que 'reventar' el teléfono de Eugenio, ya que no disponían de la clave, acceder a su contenido, volcarlo todo en los servidores de la UCO, regresar a Monesterio y entregárselo en mano al investigado cuando el juez lo dejara en libertad sin que el joven se percatara de la más mínima intrusión.

Un guardia civil condujo de noche a Madrid para extraer en 24 horas el contenido del móvil de Eugenio.

El contenido del móvil perfiló aún más el carácter de Eugenio, sobre todo en lo relativo a la sexualidad. Los investigadores observaron que tenía un consumo alto de pornografía y un gusto por lo violento, por un tipo de contenido en que las mujeres sufrieran, que era lo que aparentemente le excitaba. También encontraron conversaciones con prostitutas que se negaban a realizar las «brutalidades» que él requería. Buscaba una «virgen anal», manifestó a alguna de ellas que quería hacerla su «esclava sexual» y, cuando advertía una situación de gran vulnerabilidad económica, preguntaba a la chica cuánto costaba su dignidad. En el teléfono detectaron unas conversaciones con una mujer que se prostituía en Sevilla y a la que le propuso prácticas sexuales extremas hasta hacerla sangrar.

Los especialistas de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo (SACD), los 'mindhunters' (cazadores) de la Guardia Civil, concluyeron en su informe que se trataba de un hombre sádico y agresivo que cosificaba a las mujeres, a las que archivaba en su móvil como 'madura' o 'embarazada'.

Para los investigadores, Eugenio vivía marcado -o quizá, acomplejado- por el divorcio de sus padres; tras la ruptura, su hermana se fue con su madre a Ponferrada (León) y él se quedó con su padre, escuchando los comentarios despectivos de éste hacia su progenitora.

Los agentes del SACD se entrevistaron con el entorno de Eugenio e incluso localizaron a una chica que había mantenido relaciones sexuales con él. La joven recordaba aquel episodio, que tuvo lugar en el verano de 2017, como una agresión. Al parecer, Eugenio no consiguió excitarse hasta que le dio un fuerte tirón de la coleta y del cuello, hasta el punto de hacerle daño. Sólo entonces se sintió «envalentonado y poderoso», y su erección mejoró.

Los 'cazadores de mentes' de la Guardia Civil concluyeron en su informe que Eugenio se había obsesionado con Manuela Chavero, una vecina 20 años mayor que él -buscaba siempre mujeres de ese rango de edad-, y que el ataque había tenido un claro componente sexual.

Además, la empresa gallega ISV, especializada en reconstrucción de accidentes, aportó un nuevo informe que indicaba que el coche que aparecía en las cámaras de la gasolinera Repsol del Paseo de Extremadura la noche de autos era «totalmente compatible» con el del joven.

Para entonces, los agentes ya estaban «plenamente convencidos» de que Eugenio Delgado estaba relacionado con la desaparición de Manuela, pero no querían dar un paso en falso que le permitiera destruir pruebas o hacer desaparecer algún vestigio. Había que provocar alguna reacción en Eugenio. Había que hacerlo estallar.

Movilización en julio de 2020. HOY

En agosto de 2021, alguien dejó una carta en la puerta de la vivienda de los padres de Manuela Chavero. Iba dirigida a Emilia, su hermana y el rostro más reconocible del caso por su tesón a la hora de mantener activa la búsqueda. Ella estaba ese día en Sevilla, así que le pidió a un primo suyo que la abriera con unos guantes, fotografiara el contenido y le enviara la imagen al móvil. En la misiva, se señalaba a un sospechoso en concreto, un conocido de la familia, y se daban detalles del secuestro y asesinato de la mujer.

El contenido de la carta no fue desvelado por la familia a petición de los agentes de la UCO, que confirmaron a la hermana de Manuela que ellos ya estaban investigando a ese mismo sospechoso. El 27 de agosto, se realizó un nuevo registro en la vivienda de la mujer que, por su espectacularidad, despertó una enorme atención mediática y fue retransmitido en directo por todos los medios de comunicación locales y nacionales.

Casa de Manuela Chavero en 2020. HOY

Eugenio Delgado, aún en libertad y sin la consideración oficial de investigado, asistió al registro desde su casa. Su madre lo llamó por teléfono y le preguntó si estaba viendo la tele. Él trató de desviar la conversación y restó importancia a lo que estaba pasando, insinuando que la Guardia Civil seguía una línea de una vidente. Ella insistió en que algo debía de haber para semejante despliegue.

Madre e hijo conversaron sobre el caso. Él manifestó que, si Manuela estaba enterrada en campo, le iba a doler la cabeza al dueño de la parcela donde la hubieran colocado. «El campo no tiene vallas», pronunció, según desvelan las fuentes consultadas. En un momento determinado, la mujer llegó a decirle que el asesino de Manuela no iba a ser tan tonto como para enterrar el cadáver en su propia finca. Eugenio reaccionó titubeando. A partir de ese momento, la UCO se centró en las tierras que Eugenio había heredado de su familia.

Finca ‘La Dehesa’, propiedad de Eugenio Delgado

Autovía Ruta de la Plata

Monesterio

Vivienda de Eugenio

Casa en propiedad de Eugenio

Casa de Manuela Chavero

Finca ‘La Dehesa’, propiedad de Eugenio Delgado

Autovía Ruta de la Plata

Monesterio

Vivienda de Eugenio

Casa en propiedad de Eugenio

Casa de Manuela Chavero

Carretera Gijón a Puerto de Sevilla

Finca ‘La Dehesa’, propiedad de Eugenio Delgado

Autovía Ruta de la Plata

Monesterio

Vivienda de Eugenio

Casa en propiedad de Eugenio

Casa de Manuela Chavero

Carretera Gijón a Puerto de Sevilla

Finca ‘La Dehesa’, propiedad de Eugenio Delgado

Autovía Ruta de la Plata

Monesterio

Vivienda de Eugenio

Casa en propiedad de Eugenio

Casa de Manuela Chavero

Un problema grave

Los investigadores detectaron que los últimos acontecimientos -la carta y el registro- lo habían desestabilizado. Eugenio Delgado llamó a un bufete de abogados de Sevilla y, cuando la recepcionista le preguntó de qué asunto quería hablar, él manifestó que tenía «un problema grave» y necesitaba hablar con un penalista. Evidentemente, no se trataba de la detención por el robo de las vacas.

El joven se desplazó en coche hasta Sevilla y se reunió con el letrado. La conversación no ha trascendido, pero sí lo que le dijo el abogado: que si él estuviese en su lugar, se entregaría «hoy mismo». Ese día, el 17 de septiembre de 2020, Eugenio Delgado se rompió. En el viaje de vuelta realizó llamadas desesperadas a su tío, que es profesor, y al que sacó literalmente de clase porque necesitaba hablar con él con urgencia, al hombre que le ayudaba con los caballos y a un conocido que le reparaba los coches, a los que confesó su implicación en la desaparición de Manuela. Todos le aconsejaron lo mismo que el letrado.

El abogado de Eugenio le dijo que si él estuviese en su lugar, se entregaría «hoy mismo».

Entre esas llamadas figura la que realizó a un hombre al que conoció durante la pandemia y con el que creyó haber trabado amistad, pero que en realidad era un funcionario policial que se había acercado a Eugenio con el fin de instalar medios técnicos de escucha que permitieran a la UCO avanzar en el caso. El apodo del agente es 'Blanco'. Ambos se citaron aquel día en el Hotel Romero, en Mérida. Allí, Eugenio le contó que estaba hecho polvo, que venía de Sevilla y que el abogado le había recomendado entregarse.

En el cara a cara, Eugenio confesó a 'Blanco' que Manuela Chavero estaba muerta y que había escondido el cuerpo en una finca. Según le contó, al pasar por la casa de ella vio la luz encendida y la llamó para devolverle una cuna que le había prestado. Ahí tuvieron un 'tira y afloja' y ella cayó, quedó inconsciente y comenzó a sangrar. Le preguntó si aún podía haber sangre en el suelo, ya que había fregado muchas veces y hasta se planteó cambiar el gres entero, pero al final rehusó hacerlo para no dar explicaciones a su madre.

Finca del acusado en septiembre de 2020. HOY

Según confesó al que creía su amigo, se puso nervioso y recordó una antigua zorrera que unos cazadores hicieron en su finca. Cargó el cuerpo de Manuela en el Opel Vectra y condujo hasta la parcela tratando de evitar las cámaras de seguridad que había en el pueblo. Allí escondió el cadáver. Luego se planteó si huir del país o callar y esperar. «El fallo más grande que cometí en mi vida es que el cuerpo esté allí, lo idóneo hubiera sido quemarlo», le habría dicho al testigo protegido.

Tras despedirse de 'Blanco', Eugenio fue al picadero, donde se reunió con un amigo que le ayudaba con los caballos, y al que también contó lo que había hecho. «Es como si a ese insecticida de ahí le haces así -le dijo, acompañando sus palabras con el gesto de un manotazo, según declararía el testigo- y lo tiras». Eugenio, que nunca confesó el crimen, sino una muerte accidental, pensaba hablar con el abogado de la familia y viajar a Ponferrada para contárselo a su madre y a su hermana. No le dio tiempo.

Eugenio Delgado detenido en septiembre de 2020. HOY

Esa tarde, la UCO de la Guardia Civil se presentó en el picadero. Eugenio vestía pantalón corto y una camiseta negra. «Ven aquí que tengo que hablar contigo», le dijo uno de los agentes al mando de la investigación, al que reconoció al instante. «Estás detenido por la desaparición y muerte de Manuela Chavero», anunció el guardia antes de leerle los derechos. Eugenio asintió, derrotado, y agachó la cabeza.

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