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Marta Varela
Lunes, 1 de abril 2024, 08:42
No corrían buenos tiempos en la casa de Pedrín 'el albañil', en el número 30 de la calle Joaquín Costa del distrito de Langreo de La Felguera. Desde hacía meses sus dos moradores habían entrado en una vorágine de gritos e insultos de tal ... intensidad que incluso preocupaba a los vecinos.
Santos Conrado, de 71 años de edad, intentaba llevar su vida de siempre, salía a pasear por las mañana con sus perros y compartía charlas con sus vecinos. Por eso a todos les extrañó no verlo durante la semana del 15 al 22 de marzo. En repetidas ocasiones se le preguntó a su inquilino, José Javier F. E., por esa ausencia. Nunca dio la misma respuesta.
Pasadas las diez de la mañana del viernes 22 de marzo tuvieron la primera pista. No era la esperada. Un vecino de la avenida de Gijón, situada por debajo de la casa, encontró en su huerta una bolsa con restos humanos. Dos piernas cortadas por debajo de la rodilla, según se apunta en la autopsia con una radial, fueron las primeras en aparecer. Una certera investigación logró dar con la identidad del fallecido. Era Santos Conrado. Y en pocas horas se detuvo a su inquilino ,José Javier F. E., de 58 años. Este último reconocía los hechos y colaboraba con la Policía. Fueron necesarios tres días más para localizara todas las partes desmembradas. El martes 26 de marzo el autor confeso de este suceso entraba en prisión provisional sin fianza. Había reconocido la autoría ante el juez y el fiscal, aunque la explicación del crimen y los motivos fueron explicados «a su manera», confirmaba su letrado Rubén Díaz.
José Javier R. E. habría apuñalado hasta en tres ocasiones en la zona del tórax a su casero. Dos de ellas fueron en el esternón. La tercera alcanzó el corazón y fue con toda probabilidad la que terminó con su vida en poco tiempo. Lo habría hecho con un cuchillo de grandes dimensiones, ya en poder de la investigación
Sorprendente es el modo por el que se deshizo del cuerpo de Santos Conrado. El autor confeso lo sacó a la parte trasera de la vivienda, donde se cree que lo descuartizó con una radial. No se escucharon ruidos durante las noches; así que incluso haberlo hecho a plena luz del día. Sí vieron los vecinos las idas y venidas de José Javier R. E. con un carro con bolsas de basura, que tiró en huertas y zarzales cercanos. Dentro estaban las partes del cuerpo de su casero.
Las discusiones por dinero eran habituales entre ambos. El único detenido por este crimen explicó en su declaración que el día del apuntalamiento discutían por los perros de Santos Conrado, si bien con anterioridad su casero no había querido darle droga porque no tenía dinero.
Una rotura de tibia y peroné obliga a autor del crimen a caminar con dos muletas. Se queja de infecciones a causa de los perros del fallecido, algo que le echaba en cara. Ahora, quienes le conocen e incluso la propia investigación cree que podría estar exagerando esa minusvalía para que funcione como una atenuante.
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