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Varón, de unos 50 años, raza caucásica. 30 kilos de peso y 1,30 metros de estatura. Graves deformidades esqueléticas, retraso mental y ceguera provocada por unas gruesas cataratas en ambos ojos. El informe forense no deja lugar a la duda: la criatura de Somiedo era una persona completamente dependiente que no podría haber sobrevivido por sí misma más allá de unos pocos días. Hasta que la deshidratación le provocase la muerte. No veía, no caminaba, se comunicaría con sonidos guturales y se desconoce hasta qué punto fue consciente de lo que le rodeaba. Que fue muy poco a lo largo toda su vida. El hallazgo en enero de 2015 de un cuerpo con esas deformidades sigue siendo uno de los mayores enigmas de Asturias. El cadáver lo encontraron dos excursionistas junto a una carretera, a 1.400 metros de altura y a 200 de la población mas cercana, El Puerto. Estaba desnudo y un animal le había arrancado parte de una pierna. El hombre de Somiedo tiene rostro, pero no tiene nombre ni pasado. Por ahora.
A simple vista podría parecer un hombre desnutrido y víctima de una situación de abandono. Pero nada más lejos de la realidad. Estuvo cuidado «en perfectas condiciones» hasta que falleció, por causas naturales atribuibles a la patología que sufría de nacimiento y por la que nunca recibió atención médica. Cuando fue localizado por los senderistas -excepto la parte de la pierna que le había sido arrancada por un animal- el cuerpo estaba pulcro, e incluso atusado. Tenía el cabello cortado de hacía escasos días, la barba rasurada, la uñas limpias y arregladas. Ni una sola cicatriz. Ni una sola marca en su fina piel que pudiera reflejar un maltrato. Muy al contrario. Quien fuera que lo tuvo escondido durante cinco décadas se desvivió por él, por prestarle unos cuidados dignos de alguien a quien se quiere. Pero no se enseña.
Varón, de
unos 50 años
Raza caucásica
30 kilos
de peso
1,30 metros
de estatura
La autopsia
del cuerpo
El hombre presentaba
graves deformidades
esqueléticas, retraso
mental y ceguera
provocada por unas
gruesas cataratas
en ambos ojos
*Fotografía
del cadáver
retocada
por la
Guardia Civil
Varón, de
unos 50 años
Raza caucásica
30 kilos
de peso
1,30 metros
de estatura
La autopsia
del cuerpo
El hombre presentaba
graves deformidades
esqueléticas, retraso
mental y ceguera
provocada por unas
gruesas cataratas
en ambos ojos
*Fotografía
del cadáver
retocada por
la Guardia Civil
Varón, de
unos 50 años
Raza caucásica
30 kilos
de peso
1,30 metros
de estatura
La autopsia
del cuerpo
*Fotografía del
cadáver retocada
por la Guardia Civill
El hombre presentaba
graves deformidades
esqueléticas, retraso
mental y ceguera
provocada por unas
gruesas cataratas
en ambos ojos
La autopsia
del cuerpo
Varón, de
unos 50 años
Raza caucásica
30 kilos
de peso
1,30 metros
de estatura
El hombre presentaba
graves deformidades
esqueléticas, retraso
mental y ceguera
provocada por unas
gruesas cataratas
en ambos ojos
*Fotografía del cadáver
retocada por la Guardia Civil
La autopsia determinó que tenía sustancias semisólidas en el estómago. Había comido y bebido poco antes de morir. No había llegado a hacer al completo la digestión. Cuando fue hallado en el mirador de los Rebecos, enclave que dio nombre a la operación de la Guardia Civil, llevaba poco tiempo allí. «Un cuerpo en este sitio no dura ni un día entero. La fauna no dejaría ni rastro en cuestión de pocas horas», les dijo a los agentes un pastor, que conoce la zona como si fuera su propia mano. Los osos, lobos y buitres pueblan esta reserva de la biosfera que en invierno suele quedarse incomunicada. «Fuimos hasta allí el día que apareció el cadáver, al día siguiente regresamos para hacer la inspección ocular y empezar a hablar con la gente de la zona, pero ya no pudimos volver hasta un mes después: cayó una nevada que lo dejó todo completamente aislado hasta finales de febrero, no había forma de llegar, imposible, las carreteras estaban cortadas y no se podía pasar ni con un todoterreno», relata Miguel, sargento primero de la Guardia Civil. De la investigación se encargó, y se encarga porque a día de hoy es uno de los asuntos que tienen entre las carpetas de 'importantes', el grupo de Delitos contra las Personas de la unidad orgánica de la Policía Judicial de la Comandancia de Asturias. Llevan casi nueve años de trabajos. «Aquí nunca se deja ningún caso que no esté resuelto, aunque el tiempo vaya pasando...», aclaran.
El aislamiento por la nevada da muestra de cómo es el lugar, de sus características, de su idiosincrasia y de las condiciones que propiciaron que este hombre pasase inadvertida toda su vida. En Somiedo el tiempo parece suspendido. Solo las esparcidas casas de turismo rural que han proliferado por el concejo dejan intuir este siglo. Eso y el desarrollo de las telecomunicaciones. Aunque aún hay muchas zonas sin cobertura. Parece muy exótico para buscar un sitio al que desconectar. Pero vivir es otra cosa. «A la gente que viene de visita le parece muy pintoresco y muy guapo, pero pasan aquí tres días y se van. Aquí la gente no aguanta, la vida es dura y sobre todo muy solitaria», dice un vecino de La Peral.
Apenas mil vecinos viven en un territorio de 290 kilómetros cuadrados. La mayor parte de los habitantes tienen más de 65 años y el ingreso medio anual no llega a los 18.000 euros. El sector de la agricultura y la ganadería emplea a la mayor parte de la población. Hay pequeñas ganaderías de autoconsumo. Se trata de uno de los destinos más turísticos de Asturias, pero también el menos poblado. La densidad es de 3,9 habitantes por kilómetro cuadrado. En Oviedo viven 1.152 por kilómetro y en Madrid, 5.418. En Somiedo lo difícil es encontrarse con alguien. Y lo completamente extraordinario, toparse con el cadáver de un hombre con apariencia tan extraña. ¿O no fue tan casual?
«Las investigaciones nos llevaron a pensar que quien dejó el cuerpo allí quería que lo encontrasen. Si lo hubiesen dejado a apenas 20 metros no lo hubiésemos localizado nunca, porque hay una cortante y un precipicio. Lo llevaron en coche, probablemente durante la noche, lo sacaron y lo depositaron justo al borde de la carretera para que alguien se lo encontrarse», explica el cabo primero Javier. «Lo que nos dice la experiencia es que querían darle una dignidad», abunda. Y ellos han contribuido a tal extremo. Después de que los médicos forenses le practicasen la autopsia, en la que se descartaron indicios de criminalidad, los servicios funerarios le dieron enterramiento en el cementerio de Arbeyales, a mil metros de altura con unas vistas de postal al valle de Saliencia. Es una modesta sepultura en el suelo en la que no hay ni placa, ni siquiera una losa. Los guardias civiles le pusieron unas flores. «¿Qué menos?», dicen, sobre un caso que les ha llegado dentro. Esperan poder contribuir a que, una vez identificado, el fallecido tenga una placa con su nombre. Con su nombre y con sus apellidos.
Aunque el hombre de Somiedo a efectos legales nunca existió, nunca estuvo registrado en ningún organismo oficial, nunca tuvo ningún vínculo con la sociedad, paradójicamente cobró realidad una vez muerto. Vivió sin existir hasta que falleció. Nadie lo conocía. Nadie sabía de él. O quien tenía alguna referencia, quizás pudo callarse. «Es un entorno complicado para investigar, la gente tiene un carácter bastante cerrado...», apuntan los investigadores, que se entrevistaron con cientos de «vecinos, curas y párrocos que conocen a la gente que vive por la zona». «Llegamos a peinar las empresas de albañilería y construcción por si en alguna obra hubiesen escuchado algo raro, lo peinamos todo...», asegura el sargento primero. También hablaron con matronas, médicos, centros de salud, farmacias por la medicación que pudiera tomar, carniceros, panaderos, taxistas... Nada. Todo lo que se ha hecho hasta el momento durante estos casi nueve años ha llevado a un camino sin salida. «La jueza de Grado, partido judicial al que pertenece la zona de Somiedo, nos dio todas las facilidades, pero nada, todo sigue siendo un misterio», abundan. El ADN fue cotejado con todas las bases de datos. Las huellas dactilares se pudieron extraer con la reconstrucción de los dedos. Se trabajó de forma conjunta con la Universidad Carlos III de Madrid para poder determinar la enfermedad que sufría el hombre. Según los expertos, tenía rasgos coincidentes con el síndrome de Marfan, con alargamiento de las extremidades y una cierta microcefalia, pero los parámetros y rasgos no eran concluyentes.
Lo que sí se pudo determinar con los análisis del perfil genético es que las malformaciones fetales, las graves deformidades que presentaba, como joroba, el pecho abombado, la curvatura de las piernas... podrían estar motivadas por una relación de incesto. «Fue una de las vías que seguimos en la investigación, que pudiera ser fruto de un incesto y que por vergüenza lo escondiesen toda la vida», dice la Guardia Civil, que de las pocas convicciones que tiene en este complejo caso es que vivió de puertas para dentro toda, toda su vida. En Somiedo, en Babia (la zona leonesa colindante con Asturias, próximo al lugar del hallazgo, con las mismas particularidades geográficas y de población) o en algún lugar en el que quien le cuidaba le pudiera hacer pasar inadvertido.
Cuerpo localizado en
el concejo de Somiedo
El cuerpo fue encontrado
por unos excursionistas en
el Mirador de los Rebecos, a
escasos metros de la carretera
Estaba desnudo, presentaba
graves deformidades y
tenía parte de la pierna
seccionada, supuestamente
arrancada por un animal
La Peral
Sitio donde
se encontro
el cadáver
Punto Km 49
AS-227
AS-227
El Puerto
(Santa María)
Manta en la que estaba
envueltoel hombre
de 50 años, y que
fue encontrada a
metros del cuerpo
Cuerpo localizado en
el concejo de Somiedo
El cuerpo fue encontrado
por unos excursionistas en
el Mirador de los Rebecos, a
escasos metros de la carretera
Estaba desnudo, presentaba
graves deformidades y
tenía parte de la pierna
seccionada, supuestamente
arrancada por un animal
La Peral
Sitio donde
se encontro
el cadáver
Punto Km 49
AS-227
AS-227
El Puerto
(Santa María)
Manta en la que estaba
envueltoel hombre
de 50 años, y que
fue encontrada a
metros del cuerpo
Cuerpo localizado en
el concejo de Somiedo
El cuerpo fue encontrado
por unos excursionistas en
el Mirador de los Rebecos, a
escasos metros de la carretera
Estaba desnudo, presentaba
graves deformidades y
tenía parte de la pierna
seccionada, supuestamente
arrancada por un animal
La Peral
Sitio donde se encontro el cadáver
Punto Km 49
AS-227
AS-227
El Puerto
(Santa María)
Manta en la que estaba
envueltoel hombre
de 50 años, y que
fue encontrada a
metros del cuerpo
Cuerpo localizado en el concejo de Somiedo
La Peral
Sitio donde se encontro el cadáver
Punto Km 49
AS-227
El cuerpo fue
encontrado por
unos excursionistas
en el Mirador de los
Rebecos, a escasos
metros de la carretera
AS-227
El Puerto
(Santa María)
Estaba desnudo, presentaba
graves deformidades y
tenía parte de la pierna
seccionada, supuestamente
arrancada por un animal
Manta en la que estaba envuelto
el hombre de 50 años, y que fue
encontrada a metros del cuerpo
Otra de las certezas es que la manta en la que estaba envuelto el cadáver «la habían comprado hace muchos años en una gran superficie que solo la hay en Gijón y en Burgos». Por esa vía también se realizaron gestiones, que tampoco llevaron a buen puerto. Tampoco los análisis de las antenas de telefonía de la zona del Puerto de Somiedo los días previos a que se depositase el cadáver y el día de autos. Nada. Ni una sola pista. Ni una sola vía de la que poder tirar para desentrañar el enigma al que los agentes han dedicado muchísimas horas de trabajo. «Ya es algo personal, queremos saber quién es, ponerle nombre. Lo que esta claro es que no es un acto criminal, el hombre estuvo bien cuidado toda su vida y por alguna razón, probablemente por querer que le diesen un enterramiento digno y no enterrarlo en un terreno como a un perro, lo dejaron en la carretera para que lo encontrásemos», dicen. Como así acabó siendo.
Todo apunta a que no vivió muy lejos de donde lo depositaron. Y que quien lo hizo «conocía perfectamente la zona». «Justo en ese punto, en el llamado mirador de los Rebecos, los excursionistas se detienen para ver eso, rebecos. Quien dejó allí el cuerpo sabe que la gente se detiene y mira, creemos que por eso eligieron ese sitio», abundan.
Lo primero que vieron los dos excursionistas cuando precisamente detuvieron su marcha en un intento de observar rebecos fue una manta verde, con rayas negras. Les extrañó verla allí tirada en un paraje tan salvaje. Afinaron la vista y fue entonces cuando, a unos 20 metros, intuyeron el cuerpo. Algún animal, al olor de la carne, había sacado el cadáver de la manta y de la bolsa de jardinería en la que fue transportado. Lo había arrastrado y llegó a comerse la parte inferior de una pierna. No le dio tiempo a más por la llegada de los excursionistas, que le aguaron sus intenciones. De llegar apenas media hora después, no habrían quedado prácticamente ni los huesos.
Los análisis forenses determinaron que los daños en el cuerpo habían sido provocados poco antes. Y que desde la muerte no había transcurrido ni siquiera un día entero. Hoy, nueve años después, Somiedo sigue con su ritmo pausado y guardando uno de sus más grandes secretos: la identidad de la persona a la que sus montes cobijan bajo tierra después de toda una vida apartada de la mirada de sus vecinos.
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