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Los biólogos evolucionistas Heather Heying y Bret Weinstein. Eric Holen
«No todo el progreso nos lleva a un futuro mejor»
Ciencia | Heather Heying y Bret Weinstein

«No todo el progreso nos lleva a un futuro mejor»

Estos dos reputados biólogos evolutivos estadounidenses reflexionan sobre los problemas asociados a los rápidos cambios de nuestro estilo de vida actual y proponen soluciones

Martes, 25 de octubre 2022, 00:25

Nada escapa al cambio. La cultura, la crianza, la infancia, la economía, la salud, la alimentación, el sueño, el sexo, y hasta la felicidad actuales, no se parecen en absoluto a lo que nuestros padres, abuelos y otros antepasados más lejanos, entendían que eran estas ... materias. Todo cambia y evoluciona cada vez más rápido. Sin embargo, el cuerpo humano apenas ha sufrido modificaciones en los últimos 200.000 años, lo que nos enfrenta a retos para los que nuestras estructuras mentales y fisiológicas no están preparadas.

Así lo recogen Heather Heying y Bret Weinstein, reputados biólogos evolutivos y doctores por la Universidad de Michigan. Ellos consideran que los principales desafíos del mundo moderno provienen del desajuste entre nuestro estilo de vida y nuestro legado evolutivo. En su 'Guía del cazador recolector para el siglo XXI' (Editorial Planeta), identifican la mayoría de los problemas a gran escala de nuestra época, a través de la lente de la evolución, y reflexionan sobre el mayor dilema de nuestro tiempo: la 'hipernovedad'. «El ritmo al que se producen cambios en la sociedad actual excede a nuestra capacidad de adaptación. Generamos nuevos problemas a una velocidad cada vez mayor, para la que no estamos preparados, lo que está afectando a nuestra salud física, mental, social y medioambiental. Si no encontramos el modo de abordar el problema de la novedad desaforada, la humanidad perecerá víctima de su propio éxito», advierten.

No es que renieguen de la innovación y el progreso, ni apuestan por abandonar la tecnología. Al contrario, ambos celebran la inteligencia humana, que ven como «la causa de muchos de nuestros problemas actuales, pero también la solución». «Somos exploradores e innovadores por naturaleza. Los mismos impulsos que han fraguado la problemática condición moderna son nuestra única tabla de salvación», dicen. Lo que defienden es que la novedad se aplique con sentido común y precaución, porque «solo porque puedas hacer algo no significa que debas».

Portada del libro 'Guía del cazador recolector para el siglo XXI' (Planeta).
Imagen - Portada del libro 'Guía del cazador recolector para el siglo XXI' (Planeta).

Viviendo a corto plazo

Un obstáculo importante frente a la 'hipernovedad', según ellos, es la estructura económica sobre la que se asienta el mundo industrializado. «Los mercados priorizan las decisiones cortoplacistas, que traen beneficios rápidos, aunque tenga consecuencias negativas a largo plazo. Los mercados son valiosos, importantes y necesarios en las sociedades modernas, pero han intervenido en exceso, y de forma desregulada, muchos ámbitos de nuestra vida que deberíamos proteger de esos impulsos cortoplacistas, como la infancia, el amor, la música o la ciencia».

Ponen el ejemplo de la medicina. «El sistema de salud es reacio a pensar en términos evolutivos y suele optar por parches farmacológicos (más lucrativos a corto plazo) que en lugar de subsanar los problemas antiguos, los enmascara y acaba generando otros nuevos», sostienen. De hecho, consideran que la pandemia en sí misma es un síntoma de la 'hipernovedad' a la que se ve abocado el mundo actual. «Siguiera el camino que siguiera para llegar a los humanos, la Covid-19 es un producto de la tecnología. Un virus tan débil que podría haberse doblegado con un poco de coordinación y aire fresco, es una enfermedad que se contrae en edificios, coches, barcos, trenes y aviones», sentencian.

En su opinión, lo que está ocurriendo es que «estamos obviando el conocimiento anterior y abrazando respuestas modernas que no funcionan. La pregunta es, ¿preferimos preservar lo que ya existe en nuestra cultura y mantener las cosas igual o preferimos imaginar un futuro que creemos que podría ser mejor? Deberíamos preferir ambos, porque ciertamente hay cosas que llevamos haciendo muchos años que todavía funcionan. El avance es necesario y positivo, pero no todo el progreso nos lleva a un futuro mejor. En el siglo XXI estamos perdiendo el horizonte de nuestros valores y abandonando la sabiduría del pasado, lo que es un error peligroso y pone en mayor riesgo a nuestra especie».

«La inteligencia humana es la causa de muchos de nuestros problemas actuales, pero también la solución»

Heather Heying y Bret Weinstein

Biologos evolutivos

Lo explican con otro ejemplo: «El progreso ha influido de manera significativa en las relaciones entre hombres y mujeres, empezando por el control de la natalidad, que ha cambiado por completo la visión del sexo -de impulso reproductivo a diversión cultural-. Al mismo tiempo, el enfoque actual de ver el sexo como pura diversión nos lleva a comportamientos extremos (como las violaciones en grupo) y nos vuelve muy individualistas. Por lo tanto, este es un caso claro de que, en materia de relaciones sexuales, la visión tradicional ya no vale, pero la actual tampoco es la más adecuada».

Niños en cuerpo de adultos

Hablando de hombres y mujeres, cuestionan también el concepto de igualdad de género que promueven, actualmente, algunos activistas, políticos, periodistas y expertos. «Los hombres y las mujeres deberían ser iguales ante la ley, que es algo que históricamente no ha sido así, pero eso no significa que seamos iguales en términos evolutivos. Tenemos detrás de nosotros 500 millones de años que muestran claramente esas diferencias de género. No debemos dar por sentado que hombres y mujeres tomarán exactamente las mismas decisiones, ni que querrán sobresalir en cosas idénticas. Para impedir que el prejuicio o el sexismo predigan quién hace cada labor, deberíamos acabar con el mayor número de barreras posibles que obstaculizan que cada uno elija libremente su forma de vivir», declaran.

¿Es eso lo que está consiguiendo el feminismo? Heying responde: «La corriente feminista actual no se parece en nada al feminismo con el que yo crecí ni me da la impresión de que esté interesado en los derechos de las mujeres. Creo que deberíamos volver a un feminismo anterior y reconocer todas las posibilidades que, entre finales del siglo XX y principios del XXI, hemos conseguido las mujeres, con el objetivo último de reconocer a hombres y mujeres iguales ante la ley, pero sin pretender que lo somos entre nosotros».

«Los hombres y las mujeres debemos ser iguales ante la ley, pero eso no significa que seamos iguales en términos evolutivos»

Biólogos evolutivos

En términos de educación, los autores también tienen mucho que decir. «Ninguna otra especie, ni ninguna otra cultura, exceptuando los países industrializados, ha externalizado la mayoría del aprendizaje al entorno escolar. Está claro que se necesita aprender a leer y escribir, a debatir y a ejercitar la memoria, pero si no aprendemos a relacionarnos en el mundo físico y la naturaleza, y a recibir lecciones de personas fuera de los límites del contexto escolar (como nuestros padres y abuelos), resultará mucho más complicado que los niños crezcan para convertirse en adultos capaces y reflexivos», declaran los autores.

Más infelices que nunca

Esta idea choca, al mismo tiempo, con la educación basada en la sobreprotección, tan común actualmente. «Si criamos a los niños sin que tengan que enfrentarse al riesgo en ningún momento, acabaremos teniendo adultos, con cuerpo de adultos pero mente de niños, que no sabrán cómo gestionar muchas situaciones de su vida ni serán capaces de aprender de los errores que cometen», lamenta Heying.

Como consecuencia, la juventud moderna es la que tiene más problemas de salud mental que en otras épocas. «Paradójicamente, somos más infelices que antaño aunque, en general, las cosas nos van mejor. El problema es que no estamos adaptados a la sociedad moderna en la que vivimos y muchas veces hacemos cosas que van en contra de nuestro propio interés. Por ejemplo, en los países industrializados estamos obsesionados con la alimentación y con una pregunta en concreto: ¿cuál es la mejor dieta para la humanidad? La respuesta es que diseñar una dieta universal resulta imposible, porque las distintas sociedades se han adaptado evolutivamente según la alimentación que llevaban sus antepasados. Por eso, tener en cuenta la etnia y sus tradiciones gastronómicas es importante a la hora de construir una dieta. Generalizar y analizar constantemente los ingredientes que ingerimos no solo nos hace insanos, también infelices», aseguran.

Además, vamos a la deriva en la pérdida de libertades, fomentada por el auge del nacionalismo, y caracterizada por la crispación y la violencia, lo que no ayuda a lograr ese estado de felicidad que busca el ser humano. «Desafortunadamente, el mundo en que vivimos actualmente parece predicho por una combinación de las novelas de '1984', de George Orwell, y 'Un mundo feliz', de Adolf Huxley, lamentan. En su opinión, «la solución a este cúmulo de problemas pasa por abrir un diálogo sobre lo que todavía nos puede aportar la sabiduría antigua al aplicarse a ciertos problemas actuales, y cómo debemos modificarla o reinterpretarla en aquellos ámbitos en los que se haya quedado obsoleta, pero no renegar de ella por completo».

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