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Unas huellas halladas en La Rioja revelan cómo nadaban algunos dinosaurios

Unas huellas halladas en La Rioja revelan cómo nadaban algunos dinosaurios

Son una serie de 27 icnitas del Cretácico inferior dejadas probablemente por espinosáuridos que trataron de atravesar un meandro

J. A. S.

Martes, 24 de octubre 2023, 10:42

Algunas de las especies de dinosaurios que vivieron hace entre 145 y 100 millones de años en el entorno de lo que ahora es la localidad de Laguna de Cameros, en La Rioja, sabían nadar. O, al menos, eran «capaces de superar grandes masas de ... agua utilizando diversas estrategias de nado».

Se trataba de dinosaurios no avianos, esto es, no voladores, y tridáctilos, de tres dedos, que vivieron en la zona durante el Cretácico Inferior. Así lo detalla uno de los artículos que conforman la tesis doctoral del paleontólogo Pablo Navarro Lorbés, que ha sido publicado en el último número de la revista especializada bimensual 'Cretaceous Research'. En el texto, titulado 'Dinosaur swim tracks from the Lower Cretaceous of La Rioja, Spain: An ichnological approach to non-common behaviours' y firmado por Navarro Lorbés junto a otros siete investigadores, se identifican y describen los registros fósiles de Laguna de Cameros que constatan las dotes nadadoras de algunas especies de dinosaurios, posiblemente espinosaurios, una especie que podía alcanzar los 15 metros de longitud y en torno a las 5 toneladas de peso.

Rastros inusuales

Este tipo de huellas que demuestran la habilidad acuática de los dinosaurios se encuentran entre las más inusuales de la paleontología mundial, que cuenta unas pocas decenas de yacimientos con rastros similares. En La Rioja, en todo caso, ya existían evidencias de ese comportamiento, fundamentalmente en el yacimiento Virgen del Campo de Enciso. Ahora, la investigación de Navarro Lorbés desarrollada en el yacimiento de Laguna (descubierto en el año 2020) confirma que los dinosaurios que habitaron en esta zona del Camero Viejo también eran capaces de nadar para superar masas de agua.

Estas huellas de Laguna de Cameros están en uno de los escarpes del río Leza, una zona abrupta que durante el Cretácico Inferior fue un meandro cubierto de agua. Allí, los paleontólogos han inventariado 27 huellas que dejaron algunos dinosaurios en el sedimento del fondo de la masa de agua cuando trataban de superarla nadando.

«No son huellas compatibles con un desplazamiento terrestre normal de las especies que habitaban en esta zona», explica Navarro Lorbés. No lo son porque la longitud de las icnitas es variable (desde 8,5 hasta 29,2 centímetros) y sus dimensiones dependen de la postura y los movimientos realizados por los animales al tocar el fondo.

También la morfología de las huellas demuestra que el dinosaurio estaba dentro del agua: «Las icnitas muestran marcas de arrastre que son muy elongadas. Este tipo de huellas no seríanposibles si en el momento en el que se produjeron no hubiera existido una fuerza de resistencia a la gravedad», es decir, si la masa corporal del animal no estuviera sumergida total o parcialmente en un medio acuático que condicionara su movilidad habitual.

Con las puntas de las patas

Estos dinosaurios podían emplear diferentes estrategias de nado y el yacimiento de Laguna recoge distintos momentos y circunstancias de su natación. Así, un grupo de icnitas sugiere que el cuerpo del animal flotaba parcial o totalmente, por lo que sus huellas son alargadas, mientras que otras se registraron cuando caminaban sobre el fondo, impulsándose con las puntas de los dedos para equilibrar una marcha inestable o seguir avanzando.

Los investigadores han agrupado estos restos fósiles en diferentes categorías en función de cómo se impulsaba el dinosaurio en el agua y cómo apoyaba el pie sobre el fondo (toda la planta, solo los dedos, solo la zona en la que planta y dedos se unen…).

«No podemos asegurar qué especies de dinosaurios fueron las que dejaron esas huellas de natación ya que las icnitas no ofrecen datos suficientes como para identificar una concreta», apunta Navarro-Lorbes. En todo caso, esa zona concreta de La Rioja era el hábitat de diferentes especies de terópodos (carnívoros) y ornitópodos (herbívoros). «Los terópodos más habituales de la cuenca de Cameros, o al menos, de los que más evidencias tenemos, son los Espinosáuridos, un grupo de dinosaurios carnívoros que están bastante relacionados con el agua», explica el doctor de la Universidad de La Rioja, señalando los indicios que apuntan a que las huellas correspondan a espinosáuridos nadando.

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