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M. V. Cobo
Martes, 19 de noviembre 2024, 20:54
La inteligencia artificial no solo ayuda a inventar otros mundos, sino que es una herramienta básica para comprender este en el que vivimos. Desde esta perspectiva, el investigador emérito del CSIC. Juan Manuel García-Ruiz, explica cómo esta inteligencia artificial ha ayudado a datar mejor el origen de la vida. A lo largo de su carrera, este geólogo especializado en cristalización, ha logrado determinar que la vida no fue un evento azaroso. «Tras la formación de la luna teníamos ya las condiciones para sintetizar las moléculas de la vida. Eso significa que hemos tenido mucho tiempo, mil millones de años, para que emergiera la vida. La vida no es un soplo divino, no está relacionado con una reacción determinada y específica». García-Ruiz, que ofreció la ponencia en la inauguración del II Congreso de Inteligencia Artificial de Andalucía: Talking About Artificial Intelligence (TAI), organizado por el diario IDEAL en Granada y la Junta de Andalucía, apuntó a que se ha podido constatar la existencia de «protomundos», una suerte de estructuras en las que potencialmente podía darse la vida y que no solo existen en la Tierra, sino que pueden estar presentes en otros puntos del planeta. La inteligencia artificial ayudará ahora, en un proyecto que lidera el investigador andaluz y en el que se integran una treintena de científicos de toda Europa, a conocer en qué planetas se pueden encontrar esa suerte de ecosistemas y a hacer una proyección para comprobar en cuáles se pueden dar las condiciones para que surja vida.
«Somos resultado de la evolución. Estamos en un sistema evolutivo darwiniano que nos ha dotado de un cerebro maravilloso, pero en un cuerpo que está hecho para correr delante de los leones y detrás de las gacelas», resumía García-Ruiz. «Tenemos que acostumbrarnos a pensar que lo que nos hace humanos es saber que vamos a desaparecer. Y si no lo hacemos bien, desapareceremos como una especie un poco tonta, porque hemos externalizado la inteligencia», resume el geólogo, que auguraba incluso un periodo de tiempo para esa desaparición, que fijaba para dentro de «cinco o seis generaciones», que equivale a unos 300 años.
Y desde el público de la charla le lanzaban una interesante pregunta, a la que el investigador entró sin dudar. Desaparecidos los humanos, cree García-Ruiz que no sería descabellado que una futura especie «no esté basada en reacciones bioquímicas, sino que tengan como esencia la información». Nosotros desapareceremos, como han desparecido miles de especies.
En el mismo congreso se abordó la importancia de la inteligencia artificial en otros ámbitos como el fútbol, los tratamientos médicos o la creación literaria.
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