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Concepción artística del Quaoar y su anillo IAA
El anillo de un planeta enano cuestiona una teoría vigente desde 1850
Ciencia | Espacio

El anillo de un planeta enano cuestiona una teoría vigente desde 1850

Está ubicado más allá del límite de Roche, es decir, el punto establecido para la formación de estos objetos

Miércoles, 8 de febrero 2023, 22:16

Tal como nos enseñaron en el colegio, los planetas pueden tener anillos, es decir, discos que contienen muchos pequeños trozos de hielo y otros materiales que están en órbita alrededor de un objeto más grande. Saturno es el planeta anillado más famoso, pero otros como ... Júpiter, Urano o Neptuno, también poseen esta característica. Hasta hace una década, estos planetas gigantes eran los únicos conocidos con anillos a su alrededor pero, más recientemente, se observaron estos mismos discos alrededor de algunos cuerpos no planetarios en el Sistema Solar exterior, como Chariklo y Haume. Este miércoles, un nuevo objeto anillado, llamado Quaoar, que se encuentra más allá de la órbita de Neptuno, se ha sumado a la lista, la diferencia es que su anillo se ubica más allá del límite de Roche, algo que no se había visto nunca. El hallazgo ha sido realizado por un equipo de investigadores internacional, en el que han participado científicos del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), y se ha publicado en la revista Nature.

El límite de Roche es una teoría desarrollada por Edouard Roche alrededor de 1850 que marca la proximidad máxima a la que pueden estar dos cuerpos con gravedad para que uno no desintegre al otro. Por ejemplo, el límite de Roche entre la Tierra y la Luna es de 9.500 kilómetros, o lo que es lo mismo, si la Luna se acercase a menos de 9.5000 kilómetros de la Tierra, la gravedad de nuestro planeta la despedazaría y se convertiría en un anillo de fragmentos que se quedaría girando alrededor de nosotros. Esta misma teoría se aplica a estrellas, planetas, satélites o asteroides.

Por el contrario, fuera del límite de Roche se espera que las partículas se agreguen y se forme un satélite en poco tiempo. Hasta ahora, al menos, eso es lo que siempre se había observado. Los planetas anillados que se conocían tenían sus anillos dentro del límite de Roche. En cambio, el objeto transneptuniano Quaoar hallado en este nuevo estudio, que tiene aproximadamente la mitad del tamaño de Plutón, presenta un anillo que está está a 4.100 kilómetros de su centro, mientras que su límite de Roche (también medido desde su centro) es de 1.780 km. Es decir, el anillo ocupa una órbita donde debería haberse formado una luna, lo que desafía la teoría de 1850.

Esfuerzo internacional

Este anillo es demasiado pequeño y angosto para ser detectado directamente, incluso con grandes telescopios como el James Webb, por eso los autores usaron múltiples telescopios. «Cuando por primera vez vimos la posible existencia de un anillo fuera del límite de Roche en los excelentes datos obtenidos con el Gran Telescopio Canarias, nos dimos cuenta de que podríamos tardar bastantes años en probar de forma contundente esta circunstancia, pero finalmente lo conseguimos en pocos años gracias al esfuerzo internacional», destaca José Luis Ortiz, investigador del IAA-CSIC que participa en el trabajo.

Entre las explicaciones aportadas por los científicos sobre por qué este anillo no se ha convertido en un satélite, Bruno Morgado, investigador de la Universidad Federal de Río de Janeiro y autor principal del estudio sostiene que, quizás, el anillo está hecho de escombros que se liberaron recientemente y no ha tenido tiempo suficiente para volver a acumularse, pero esta parece la opción menos probable.

Otro escenario es que el material del anillo sea más elástico de lo que comúnmente se supone, lo que hace que las partículas sean más propensas a rebotar entre sí que a pegarse. Y una tercera opción es que las partículas del anillo estén sujetas a fuerzas gravitacionales procedentes de otros cuerpos, como la luna de Quaoar (llamada Weywot), que estén evitando la agregación de las partículas. Así, el hallazgo no solo desafía los modelos actuales de anillos planetarios; también revela que las partículas sólidas no siempre se acumulan en forma de cuerpos más grandes tan rápido como cabría esperar.

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