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La Organización Mundial de la Salud (OMS) maneja un listado de bacterias para las que se necesita de forma urgente nuevos medicamentos. En primer lugar figura la Acinetobacter baumannii, que puede causar neumonía, bacteriemia -bacterias en la sangre-, meningitis e infecciones del tracto urinario y ... de partes blandas, y acabar con la vida del paciente. 7.414 personas mueren cada año en España en hospitales y otros centros médicos por infecciones relacionadas con la atención sanitaria (IRAS). A nivel mundial, la cifra se eleva a un millón. Una investigación de los laboratorios Hoffmann-La Roche en Basilea (Suiza) y de la Universidad de Harvard (EE.UU) ha probado una nueva clase de antibióticos que pueden acabar con ella. La zosurabalpina -así se llama- ya ha curado a ratones con neumonía provocada por A. baumannii y se encuentra en la fase I de experimentación en humanos, la primera de las tres que tiene que superar cualquier fármaco antes de llegar al mercado.
Las infecciones por esta superbacteria se observaron por primera vez a gran escala durante la guerra de Irak en torno a 2003. Apareció entre los soldados heridos que eran tratados en los hospitales. Porque es en estos donde se desarrolla. Se encuentra en alrededor del 27% de los retretes y en el 20% de los suelos de los centros hospitalarios. En 2001 y 2022 obligó a cerrar las Unidad de Cuidados Intensivos de dos hospitales catalanes. La A. Baummani pertenece a la familia de las grammnegativas, especialmente resistentes a los antibióticos porque cuentan con dos membranas protectoras. En concreto, la barrera externa contiene lipopolisacáridos (LPS), lo que impide la penetración del fármaco. Además de ello, tiene una enorme capacidad de adaptación -un estudio publicado en septiembre del año pasado descubrió que incluso podían permanecer en un estado latente para despertar tiempo después-, lo que hace que sobreviva en las condiciones más duras y le permite colonizar diferentes partes del cuerpo.
Lo que hace la zosurabalpina es impedir que el LPS llegue a la membrana externa de la bacteria al inhibir el complejo de transporte que facilita su movimiento entre las dos capas. Al perder esa primera línea de protección, la bacteria es más vulnerable a la acción de otros antibióticos, que se podrían combinar con la zosurabalpina para tratar este tipo de infecciones. Desde hace más de 50 años no se ha aprobado nuevas clases de antibióticos para bacterias Gram-negativas. Los resultados de esta investigación han sido publicados este miércoles en la revista 'Nature'.
Los antibióticos no son el único recurso en el arsenal terapéutico para hacer frente a las superbacterias. También se ensayan vacunas. El pasado mes de octubre un grupo de científicos de la Universidad del Sur de Carolina probó una vacuna experimental que se demostró eficaz en ratones. Las vacunas habituales se centran en lograr que el cuerpo produzca anticuerpos contra un patógeno concreto. La desarrollada por estos científicos activa a los macrófagos -una de las células del sistema inmunitario- para que acaben contra varios de estos agentes infecciosos.
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