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José Luis Arias recuerda aquel primer septiembre del Ave (el de 2008), justo después de las vacaciones de verano, cuando se recorría vagones y andenes de la alta velocidad para repartir unas octavillas (con una dirección de correo electrónico)para que escribieran aquellos usuarios que ... no estaban conformes con los horarios que ofrecía Renfe. «¿Por qué Valladolid no tenía un servicio de lanzaderas, como otras ciudades?», se preguntaba Arias. Ese, el de las octavillas de José Luis, fue el germen de la Asociación de Usuarios del Ave que logró, apenas cinco meses después (enero de 2009),que empezaran a circular por la línea los servicios Avant, al tiempo que se reclamaban más horarios y servicios. Hoy, diez años después, la línea dispone de 52 expediciones diarias, el doble de las que había en su estreno.
«Los principios fueron realmente complicados», recuerda Arias. «Yo era usuario habitual, cinco días a la semana, por motivos laborales. Mi familia y yo nos trasladamos a Valladolid para vivir, ya que tanto mi trabajo como el de mi mujer nos permitían cambiar de domicilio y mejorar calidad de vida (menos coche, menos atascos). Dimos por hecho que Valladolid tendría de inicio un servicio al mismo nivel que otras ciudades, como Ciudad Real, con lanzaderas Avant (que es la mejor opción). Pero nada más lejos de la realidad. La única forma de mantener económicamente los viajes diarios a Madrid pasaba por adquirir diariamente la tarifa web (70% de descuento), que se agotaba en segundos», explica el que fuera presidente de la asociación de usuarios del Ave. «La escena cada día, a las 0:00 horas, en casa de los que utilizábamos el tren era la misma:todos pendientes del ordenador, a la caza y captura del billete del día siguiente cuando Renfe lo pusiera a la venta».
Esta vertiente reivindicativa de los viajeros, que reclaman más servicios y mejores precios, sigue viva y se alimenta ahora a través de grupos de Internet, organizados sobre todo en torno a facebook. Diego Chamorro es promotor de uno de estos grupos. Vallisoletano, ingeniero industrial, trabaja en una empresa que fabrica vehículos de bomberos. Hoy está en Alemania, pero sus primeros pasos profesionales los dio en Madrid. «Cuando tenía que ir entre Valladolid y Madrid usaba el autobús o el tren indistintamente, aunque el tren, a pesar de ser más caro, siempre me pareció la mejor opción».
¿Cómo se fraguó el grupo de facebook? «Renfe lanzó unas ofertas para cuatro personas en el Ave. Es decir, había que comprar una mesa completa para conseguir la oferta. Yo sabía que, en otros países, como Alemania, la gente quedaba sin conocerse. Fue así como surgió la idea de crear un punto de encuentro para intercambiar billetes y aprovechar los descuentos». Puro intercambio, sin carácter lucrativo. En la actualidad, hay 2.418 participantes en un grupo que reúne a los usuarios de la línea Madrid-Segovia-Valladolid, pero también a los que viajan a otros puntos de la comunidad, como León, Salamanca y Zamora. «Es un punto de encuentro, ya que se anuncian las ofertas, necesidades, nuevos servicios...». Este mismo domingo, Nochebuena, Diego tiene previsto usar el Ave entre Madrid y Valladolid, recién llegado de Alemania.
«Allí soy usuario de la DBhan, que es la homóloga de Renfe. Para mí el tren es el transporte del futuro; en los viajes nacionales no tiene rival por puntualidad y tiempo puerta a puerta. En España tenemos que estar orgullosos de las infraestructuras que hay. Son buenas y de calidad, pero siempre hay que seguir pendientes de que no baje ese estándar de calidad».
Otro grupo similar en facebook –nació también para aprovechar esa tarifa ‘mesa’ hoy desaparecida y sustituida por un ‘bono colaborativo’ que no termina de convencer a los usuarios, pues deben ser siempre los mismos– es el creado por Andrea Vega, 29 años, editora gráfica y fotógrafa ‘freelance’, quien desde hace siete años viaja con frecuencia entre Madrid yValladolid. Primero, cuando estudiaba la carrera, lo cogía para volver muchos fines de semana a casa. Ahora también lo utiliza con frecuencia. Ese uso cotidiano le ha convencido de las bondades del servicio, «aunque es un poco caro para los sueldos actuales. Para viajes puntuales está muy bien, pero para quienes lo usamos con relativa frecuencia, el precio de los billetes no es muy asequible». Por eso, Vega insiste en la necesidad de fomentar bonos pensados para usuarios frecuentes (con más flexibilidad que los actuales) y también para estudiantes y jóvenes. «Pienso que así habría muchos más viajeros, porque Valladolid-Madrid es un trayecto clave para mucha gente cada día».
Manuel Díaz se sube casi a diario, desde hace ocho años, a un tren de alta velocidad para ir a trabajar a Madrid. Vivió allí durante 14 años, «pero a mi mujer le surgió una oportunidad en Valladolid y nos mudamos». Su intención –trabaja en la central de compras de Auchan Retail, una empresa de distribución– era aprovecharse del Ave hasta que encontrara un trabajo en Valladolid, «pero se cruzó la crisis por el medio y el miedo a cambiar de empresa hizo el resto; así que ya me he acostumbrado». Cuenta que duerme seis horas en la cama y una en el tren de ida(suele coger el de las 6:45, si hay plaza, o de las 7:15). «En el de vuelta (18:40) aprovecho para leer o ver series. Afortunadamente, desde Chamartín a mi trabajo tardo unos 20 minutos en metro o 25 andando, que es lo que hago normalmente».
Alguien que usa tanto el Ave tiene, necesariamente, que conocer las fortalezas y debilidades del servicio. «A Renfe parece que le molestan los que somos usuarios habituales». Díaz entiende que la operadora ferroviaria debería concebir las lanzaderas «como un servicio de cercanías» y plantear bonos eficaces. «Los mensuales se deben consumir en treinta días y los semanales, en ocho; por lo que, cuando hay fiesta o tienes vacaciones, compensa menos. Para la gente que va dos o tres días a la semana a Madrid no hay ningún tipo de abono. Además, solo podemos coger los trenes Avant, y no los Alvia (cuando hay muchas plazas vacantes), impidiendo tener más disponibilidad de horarios». Todo ello, supone unos 500 euros mensuales. «No siendo ricos, es un sacrificio que hacemos por vivir en Valladolid con la familia».
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