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a. g. encinas
Valladolid
Viernes, 10 de noviembre 2017
Cada día, 2.252 personas se levantan en Burgos, Valladolid o León para continuar con la titánica tarea de completar su tesis doctoral. Un trabajo que supone, si todo va bien, cuatro años de trabajo entre libros, artículos científicos, citas bibliográficas y, en caso ... de las experimentales, horas de laboratorio. Trabajos que en muchos casos terminan por conformar un tomo encuadernado en piel cuyo contenido rara vez llega a la sociedad.
Eso es un error, claro. Porque una de las máximas de la universidad, la investigación, tiene como objeto contribuir al desarrollo de la sociedad en los diferentes campos. Por eso es importante difundir sus resultados. Por eso se creó, en Australia, el concurso '¿Serías capaz de explicar tu tesis en tres minutos?'. Y por eso la Universidad de Valladolid organizó el año pasado, por sí misma, una primera edición en Castilla y León que este jueves, 9 de noviembre, vivió la final de la segunda, esta vez con cuatro finalistas de la Universidad de Valladolid, cuatro de Burgos y cuatro más, de León.
Ganadora Olaya Mediavilla Santos (UVA): ¿Se pueden cultivar boletus? (Doctorado en Conservación y uso sostenible de sistemas forestales).
Segundo Premio Noa Feás Rodríguez (UVA): Combatiendo el cáncer de tiroides agresivo: un enemigo cada vez más pequeño. (Doctorado en Investigación biomédica).
Tercer premio David Suárez Iglesias (ULE): De la Discapacidad... a la Capacidad. (Doctorado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte).
Finalista UVA Victoria Bernardo García: Materiales nanoporosos mediante nanotecnología limpia. (Doctorado en Física).
Finalista UVA Daphne López Marcos: ¿Puede la gestión forestal sostenible ayudarnos a mitigar el cambio climático? (Doctorado en Conservación y uso sostenible de sistemas forestales).
Finalista ULE Marta González Aparicio: La crisis de la prescripción en el Derecho tributario español. (Doctorado en Derecho: protección jurídica y cohesión social).
Finalista ULE Marta Lombó Alonso: El legado de papá. (Doctorado en biología molecular y biotecnología).
Finalista ULE Elena Fernández Gutiérrez: ¿Decadencia sindical?… Perversión a la democracia. (Doctorado en Derecho: protección jurídica y cohesión social).
Finalista UBU Ángela Varela Neira: Dime cómo vistes… (Doctorado en Evolución Humana, Paleoecología del Cuaternario y Técnicas Geofísicas Aplicadas a la Investigación).
Finalista UBU Beatriz Manso González: Listeria monocytogenes: pesadilla en la Industria Alimentaria. (Doctorado en Avances en Ciencia y Biotecnología Alimentaria).
Finalista UBU Yolanda Franco Pérez: El olivo, no sólo aceite y aceitunas. (Doctorado en Avances en Ciencia y Biotecnología Alimentaria).
Finalista UBU Vanesa Baños Martínez: En la Universidad ¡Madurez de Calidad! (Doctorado en Educación).
La UVA se llevó los dos primeros premios y la Universidad de León el tercero, con dotaciones económicas que deben servir a los premiados para invertir en sus respectivas investigaciones.
Hay que destacar que no se valora en sí la investigación -para eso están los tribunales académicos, los cum laude y los premios extraordinarios- sino la capacidad de comunicar lo que se hace. Algo que, por cierto, cada vez cobra más relevancia a la hora de acceder a proyectos de investigación de envergadura.
En una final con once mujeres y un solo hombre, la ganadora fue Olaya Mediavilla, de la UVA, que estudia la posibilidad de cultivar boletus edulis, una variedad muy cotizada que, contrariamente a los champiñones, no se puede ‘criar’ a voluntad. Su relación con ciertos arbustos, las jaras, y una bacteria determinada puede abrir la vía a esa posibilidad en un futuro cercano, según sus trabajos.
En segundo lugar se clasificó Noa Feás, que utilizó el cuento de Caperucita Roja para explicar cómo combatir el cáncer de tiroides. «Hay que estudiar el comportamiento de cada tipo de células. A veces actuamos ante un tipo de células, los lobos, y eso permite a otras, ‘caperucitas’, crecer sin límite». Y acaban por ser igual de dañinas. Comprender el comportamiento de cada célula, su función, puede llevar a un tratamiento más eficaz.
El tercer puesto fue para el asturiano de la Universidad de León David Suárez. Ha comprobado que ciertas actividades físicas, como la boccia, el lanzamiento de dardos con cerbatana o el esquí náutico permite a personas con discapacidad -parálisis cerebral, tetraplejia y paraplejia, respectivamente- obtener un efecto rehabilitador que les permite, por ejemplo, mejorar su capacidad respiratoria.
El acto, conducido por el profesor de la UVA Alfredo Corell, contó con la presencia de los tres rectores de las universidades participantes. Daniel Miguel tomó la palabra como anfitrión en representación de los tres para recordar que más de «doscientas universidades de todo el mundo han adoptado este concurso» que permite desarrollar las habilidades comunicativas de sus doctorandos.
Los otros dos finalistas por parte de la Universidad de Valladolid fueron Victoria Bernardo y Daphne López. Bernardo habló sobre la posibilidad de crear un filtro sostenible para facilitar el acceso al agua potable, especialmente para ese 10% de la población mundial que no lo tiene. Trabaja para desarrollar como filtro «un material artificial, de plástico nanoporoso, con poros de unos cien nanometros, es decir, diez veces más pequeños que el tamaño de las bacterias», y que no genera residuos contaminantes.
Daphne López estudia cómo la adecuada combinación de ciertas especies arbóreas mejora la capacidad de nuestros bosques para mitigar el cambio climático. En su caso, el pino albar y el pino resinero, «cuando cercen juntos, permiten una gran diversidad de plantas» y aumentan esa capacidad.
Por la Universidad de León, Marta González Aparicio investiga los efectos del cambio legislativo sobre la prescripción tributaria. «La ley de 2015 se modificó para que el derecho de la administración a comprobar e investigar una declaración, por ejemplo, no prescriba, sea imprescriptible. Esto rompe el principio de seguridad jurídica». Y puso un ejemplo, «¿se imagina recibir en el año 2030 una notificación de Hacienda sobre su declaración de 2017?». González trata, en su tesis, de «aportar soluciones para volver a la senda de la seguridad jurídica para evitar que en 2038 recibamos una notificación de Hacienda».
Marta Lombó, también de León, investiga cómo las sustancias que afectan al padre, como el bisenol presente en muchos envases de plástico, pueden «modificar la información genética de los espermatozoides y transmitirse a sus hijos o nietos».
La cuarta finalista leonesa fue Elena Fernández Gutiérrez, que estudia cómo las organizaciones sindicales «han pervertido el concepto de democracia en su funcionamiento interno».
En cuanto a los cuatro finalistas de la Universidad de Burgos, la primera en comparecer fue Ángela Varela, que investiga qué función cumplían los adornos en la vestimenta en el periodo auriñaciense, hace 40.000 años.
Beatriz Manso estudia una bacteria que se hizo muy famosa porque provocó una enfermedad grave al hijo de Bertín Osborne, al contagiarse la mandre en el sexto mes de embarazo. Esa bacteria tiene capacidad de adaptarse y resistir gracias a una serie de genes. «Nuestro objetivo principal es estudiar la respuesta de esa bacteria a diferentes estreses y colaborar con las industrias para prevenir su presencia -muy habitual- en las instalaciones y erradicarla».
Yolanda Franco investiga para conseguir extraer y conservar, de las hojas del olivo, un antioxidante, el hidroxitirosol, «que ayuda a prevenir enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares y algunos tipos de cáncer».
La cuarta finalista de Burgos, que cerró las exposiciones de la final, fue Vanesa Baños, que estudia cómo influye en los mayores, en su modo y calidda de vida, el hecho de matricularse en la universidad. «Nuestros mayores universitarios tienen mayor caldiad de vida que otros mayores españoles y europeos, están más satisfechos y son más felices», concluye en su tesis.
La Universidad de Burgos tiene en la actualidad 11 programas de doctorado con 250 estudiantes matriculados, de los que 36 se presentaron a concurso. La Universidad de León cuenta con 16 programas de doctorado y 454 estudiantes, con 55 participantes en el certamen. La Universidad de Valladolid, con 29 programas de doctorado, tiene 1.548 estudiantes, de los que 40 participaron en esta segunda edición del concurso.
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