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He aquí una pionera. La primera mujer que preside una organización agraria en esta región, UCCL de Burgos. Susana Pardo, alcaldesa pedánea de su pueblo, Mazuelo de Muñó, perteneciente al Ayuntamiento de Estépar. Activa y activista por un sector agrario que reconozca el papel ... del productor y le dé márgenes adecuados. Firme en sus convicciones, derrocha entusiasmo con una forma de ser tan abierta como segura de lo que hace y de por qué lo hace. Y orgullosa de lo que es, agricultora. Un buen día tomó el relevo de la explotación agraria de sus padres. Y ahí sigue.
-O sea, que lo del relevo generacional en el campo existe, no es una fantasía de los políticos...
-En mi caso, sí existe, hombre. Pero poco a poco. Tampoco crea...
-Primera mujer que en Castilla y León preside una organización agraria provincial. ¿Qué sensaciones experimenta?
-Mucha responsabilidad, mucha.
-¿Qué ha cambiado mentalmente en usted desde que es la máxima dirigente de UCCL en Burgos? En buena medida está usted haciendo historia.
-Un poco de miedo, en el sentido de que veo que, por ejemplo, los medios tenéis más interés por el mero hecho de que sea mujer. Pero la mujer siempre ha estado en el campo. O yo al menos me he criado en ello y llegaba hasta donde llegaba, pero estaba dado de alta solo el hombre porque no daba para pagar dos seguridades sociales. Aunque trabajar en ello mi madre, toda la vida.
-¿Lo suyo con la agricultura fue vocacional u obligatorio?
-A mí me ha gustado toda la vida. Como he vivido entre ello... Mis padres no solo tenían agricultura, también tenían ganado, unas cuantas vacas de leche y siempre le oí a mi madre que ese era el sueldo del mes; el cereal se lo comía el ganado y la leche llegaba todos los meses y era como un sueldo. Lo que pasa es que cuando vino aquella epidemia de tuberculosis, que hizo que muchas explotaciones se cerraran. La ganadería suponía siempre aposentamiento en un territorio porque tienes que estar los 365 días del año, pero aquellos cierres llevaron a que se hicieran grandes ganaderías y desaparecieran las pequeñas. Se pagaba por ello.
-Los padres que tiene profesiones duras, ¡y vaya si lo es la agricultura!, dicen que no quieren que sus hijos sigan sus pasos. ¿A usted no le desanimaron, no le decían 'anda, dedícate a estudiar'?
-¡Claro que sí! Y yo estudié. Y empecé trabajando en una tienda, pero al final la vida me ha llevado a esto quizá porque me casé con un agricultor del pueblo y como él se dedicaba también a ello y a mí siempre me ha gustado, porque he vivido de ello, porque he estado en ello y es algo que he mamado, al final me dije, 'oye, ¿qué hago yo aquí solo criando a los hijos? Aquí hay que tirar para adelante de otra manera'. Y me di de alta en la Seguridad Social con las tierras de mis padres.
-Agricultora, alcaldesa, madre de familia, presidenta de Iniciativa Social de Mujeres Rurales de Burgos y ahora máxima dirigente de UCCL Burgos. Venga, confiese: ¡Usted posee el secreto de cómo usar bien el tiempo!
-Pues no lo sé. Creo que son las ganas, simplemente. Tú te motivas y cuando quieres algo luchas por ello. Nadie te va a defender a tí tus cosas. Algo en lo que crees hay que luchar por ello. ¿El tiempo? Pues vamos a ver... Mis hijos han aprendido también a salir solos a la vida, porque al final también les dejas, un poquito, y eso es muy bueno. Por que lo que no puedes hacer tampoco es estar solo en casa protegiendo a tus hijos como si les tuvieras en un nido. Ellos tienen que aprender también la vida. Incluso creo que esto les ha venido bien para que hayan madurado mejor.
-¿Usted les diría a sus hijos que se hicieran agricultores? ¿Les dejaría seguir sus pasos en el campo?
-Sí. Lo tengo clarísimo. Otra cosa es que ellos están empezando a tirar por otro lado, pero, oye, tiempo al tiempo. Cuando crees en algo, pones la semilla, acabas inculcándoselo y algún día dará sus frutos.
-En los pueblos cada vez hay menos servicios públicos y los que hay, de peor calidad. ¿Qué joven va a querer estar en un pueblo?
-Es un problema gordísimo, hay que reconocerlo. Mis hijos se han criado en el pueblo. ¿Qué veían? Que faltaban niños para jugar. Pero también es cierto que en una capital, cuando tienes que estudiar de lunes a viernes tampoco sales. Llega el fin de semana y vienen todos al pueblo; intentas que ellos de alguna manera se involucren y que el día de mañana, en vez de quedarse uno, se queden tres o cuatro y al tener hijos, tendrán más opción de quererse quedar. Pero vamos, que es muy difícil, no hay varita mágica.
-Varita mágica no sé si hay, pero cobertura de móvil en muchos pueblos, ni en broma. Instalarse en un sitio donde el acceso a las tecnologías es casi imposible no parece buena decisión...
-¡Si solo fuera eso...! Al fin y al cabo yo cojo y, con el poco dinero que pueda tener mi ayuntamiento, trato de meter la fibra óptica hasta el núcleo urbano. El tema es que luego las compañías enganchen a esa fibra que tu has puesto. Ha habido pueblos que lo han hecho y luego las compañías no quieren enganchar porque al ser pocos, no son rentables. ¡Eso debería ser un servicio que hay que dar!
-¿Cree que de verdad la conquista de espacios por la mujer en su lucha por la igualdad se va consiguiendo, que es real?
-Creo que está llegando un momento en el que la mujer se está dando cuenta de que es ella la que tiene que echar el paso adelante. A veces igual nosotras mismas hemos echado el paso atrás, pero ahora tiene que echar el paso adelante. Y valiendo, queriendo y proponiéndoselo, al final se conseguirá. Pero es una lucha constante y diaria. ¿Obstáculos? Pues claro que hay, pero en todos los sentidos. La vida misma es un obstáculo, un gran obstáculo.
-¿A dónde cree que llegará todo este movimiento a favor de la mujer?
-Hoy en día las universidades están llenas de mujeres. Ese es un futuro y el día de mañana las tendencias tendrán que acabar cambiando.
-Hago de abogado del diablo. Las universidades están llenas de mujeres, pero el 28 de abril va a haber elecciones y no hay en los principales partidos ninguna candidata a presidenta del Gobierno...
-¡Ya te digo! No sé por qué, pero sí que es cierto que en política, la mujer de segunda, no llega a ser la primera.
-¿Llegará algún día?
-Yo creo que sí. ¿Por qué no va a llegar? ¿Usted no cree que al final no demostraremos, como se está demostrando, que se está ahí, que se vale y que puedes conseguir porque vales? Eso sí, te cuesta más trabajo y esfuerzo. La brecha final.
-¿En el campo, a la brecha entre medio urbano y rural se le añade que la brecha con el hombre es para la mujer aún mayor que en la ciudad?
-Sí, por la tendencia de lo que ha sido toda la vida... Vamos a reconocer las cosas: en el campo, la mujer, por desgracia, a limpiar, a cuidar a los mayores, más oficios de enfermera, de cuidadora, de limpieza. Y sin embargo, partes directivas, albañilería, agricultura, para el hombre. Falta mucho, pero sobre todo en el sector ganadero es donde más está entrando la mujer.
-¿Históricamente por qué se visualiza menos el trabajo de la mujer en el campo?
-Por las tradiciones que ha habido de que siempre el titular haya tenido que ser el hombre. Económicamente si sale lo que sale en tu trabajo, pero no da más que para pagar una Seguridad Social, ¿quién es el cabecera? El hombre. Aunque la mujer esté ahí echando una mano en el campo, siempre ha sido el hombre. Con el tema de la titularidad compartida puede que ahora haya cambiado algo, poco, pero algo, porque al fin y al cabo puede visualizar las dos cosas, pero es que tienen que ser explotaciones que sean rentables. Y hoy en día, los precios son bajos, los costes de producción se están disparando y al final la rentabilidad no es la real. Si hubiera para dos personas, estarían él y ella, pero si no, ella va a buscar trabajo a otro sitio; siempre es ella la que va a buscar trabajo a otro sitio.
-¿Usted se considera feminista?
-A ver... Si llamamos feminismo a buscar la igualdad, sí. Si llamamos feminismo a que es un poco tipo machismo, no. No me gustan los extremos. Tan malo es el exceso por un lado que por otro.
-Seguro que ha oído usted muchas veces esa frase de 'en este pueblo las mujeres van al bar'. ¿Mal asunto cuando el termómetro del avance social en el medio rural es ese?
-¿Qué le parece si le contesto que en mi pueblo el bar está invadido por mujeres? (Ríe) Allí mandan las mujeres y gracias a ellas hay partidas. Es cierto que hubo una época en la que ir al bar era algo así como 'Uff, ¿pero dónde va esta?' Pero ahora se está normalizando muchísimo. Mi generación, en torno a los 50 años, ha empezado a romper esas barreras en el medio rural, porque en la ciudad eso está más normalizado. Hoy en día está cambiando la tendencia totalmente. Es más, en mi pueblo las que más se implican son las mujeres y son ellas las que arrastran a los hombres a hacer las cosas que se están haciendo.
-Dice el abad de Silos que las parroquias se mantienen gracias a las mujeres...
-Es cierto, es cierto. Somos más luchadoras. Eso no quiere decir que los hombres no lo sean, ¿eh? Ojo, que yo creo que no somos nadie unos sin otras y todos nos complementamos. Lo que hace falta son personas que tomen iniciativas y si son iniciativas que el resto se cree, te van a seguir hombres y mujeres. Y es de eso de lo que se trata.
-¿Ha notado usted en su sindicato agrario miradas condescendientes por parte de los hombres?
-Realmente no he tenido oportunidad de ello todavía y espero no tenerla.
-¿Y miradas tipo '¡Mujer tenías que ser!'?
-Eso ha podido ser alguna vez en la vida, con esos tópicos que son difíciles de quitar, pero poco a poco acabarán cambiando. Hay de todo, por parte de hombres y de mujeres. Tienes el de 'qué haces tu ahí, que tenías que estar cuidando a los hijos' y hay quien no, que dicen 'mira qué bien, ya es hora de que haya una mujer al frente'
-¿Eso lo ha escuchado?
-Sí, sí. A ver, yo estoy aquí, en UCCL, porque han querido ellos. Estamos en una organización en la que hay más hombres que mujeres. Ellos me han aupado al puesto máximo. Reconozco que personalmente a mi me costaba, yo me frenaba , me decía 'venga, tú sí que vales, tira'.
-¿Qué cree que han visto en usted?
-Pues no lo sé. Es buena pregunta. Lo sabrán más quienes lo hayan visto que yo.
-Pero como para ir uno por uno ahora preguntándoles...
-Pues igual que cuando ha habido que hacer alguna cosa o defender, he estado ahí y siempre he estado ayudando y han visto que me implico.
-¿Usted es de las que cree que su generación echará la llave de cierre a buena parte del medio rural o hay futuro aún?
-Si cambiamos muchas formas de hacer las cosas... Políticamente se está apoyando mucho lo grande: globalización, grandes cooperativas, grandes empresas, grandes agricultores... Mi ideal sería poder vivir de mi tierra, poder elaborar el producto y al final vendérselo directamente al consumidor para que te pueda ser rentable. Hay que unirse a través de cooperativas, pero no pensando que todo tiene que ser a lo grande. Vivir un poquito más... Las pequeñas empresas siempre han funcionado y han caído menos que las grandes cuando ha habido grandes crisis. Los pequeños agricultores, los pequeños autónomos, los pequeños ganaderos son siempre los que mejor han funcionado.
-¿En regiones como Castilla y León lo tenemos más crudo que en otras? Somos el granero de España...
-Somos el granero de España, sí, pero es que el granero de España no ha apostado realmente por su gente. Mire, las semillas ¿de quién son? No son nuestras. Toda la vida hemos trabajado con las semillas del campo y resulta que das el dinero a las grandes empresas que cogen y hacen de esas semillas un I+D+i y les tienes que pagar un dinero y no son de la tierra, son todas de fuera. Les pagas a ellos por algo que produces tu.
-El domingo pasado en Madrid hubo una manifestación a favor del medio rural y sus costumbres, pero no colapsó La Castellana. ¿Cree que la ciudad ve el peligro de que el campo, la despensa de la que se alimenta, acabe vaciándose?
-Desde fuera no ven el problema porque no los sienten y no lo perciben. No viven en él ni viven de él.
-Pero comen del campo...
-Sí, sí. El problema que no están viendo es que el campo se va a despoblar porque se van a quedar cuatro. El que está en la ciudad cuando llegue el fin de semana o el verano y vaya al medio rural y lo vea ya vacío, sin cuidados, sin nada... igual empieza a cambiar la conciencia.
-Pero para entonces ya no habrá remedio: ¡estará muerto el campo!
-Por desgracia hacia donde vamos puede ser así. Pero también hay otra pequeña corriente que está intentando volver. Jóvenes con nuevas iniciativas, gente que ha estado trabajando en las ciudades y que está cansada de vivir con estrés y quiere otra forma de vida, otra manera de vivir.
-¿Eso es alternativa a la despoblación?
-Lo primero que tenemos que dar en el medio rural son viviendas. Pero la alternativa es que quieran ellos quedarse por calidad de vida. Hay que vender que los pueblos tienen calidad de vida, una forma de vida distinta, más facilidad para que los niños estén más libres. Pregunte cuando van los fines de semana con los niños: ¡Los niños no quieren vivir en la capital! Se van obligatoriamente los padres porque ya tienen las vida hecha. Hay que intentar ver el nido en los estudiantes: tienen un futuro por formar. Hay que ver qué necesidades tienen para intentar que se queden. Que es difícil, claro, pero ¿por qué no luchar por ello?
-¿Repetiría lo hecho en la vida si volviera a nacer?
-Unas cosas sí, otras igual no.
-¿Pero en esta trayectoria que le ha llevado a usted a dirigir UCCL Burgos?
-Sí, sí, sí. Creo que tendríamos que haber empezado antes a luchar por el medio rural y el tema agrario es muy interesante para la repoblación. Imagínese unas huertas para producir, y con una buena base de Internet ahora para vender esos productos del campo... Es un filón lo agroalimentario. Vamos a ver: ¡Comemos tres veces al día! Tres veces al día necesitas a un agricultor. Pues habrá que apostar por ello. La empresa más grande del mundo es la agroalimentaria. El mayor problema es que el 10% es para el productor y el 90%, para los demás. En eso hay que cambiar la tendencia.
-¿Qué quiere ser usted de mayor?
-¡Feliz!
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