«Ni una sola de las cofradías se ha perdido»

Siempre he pensado que tener este cargo de alcalde no es solo resolver los problemas diarios, también ha de estar el procurar y favorecer una buena convivencia entre los vecinos. Esta ha sido la propuesta a todos mis compañeros concejales y concejalas, y a ello nos hemos dedicado con empeño y esfuerzo día a día, y con la ayuda de forma muy importante nuestras costumbres y tradiciones.

Yo he nacido, me he criado y he vivido siempre en Muñopedro y, desde pequeño, nuestros mayores nos han inculcado el respeto por las costumbres heredadas. Las costumbres se han ido modificando con el paso del tiempo, incluso algunas se han perdido, pero en general las hemos ido adaptando de forma satisfactoria. Nuestro pueblo, como tantos otros, sufrió la dura despoblación de las décadas de los años 60 y 70 y, como consecuencia, el envejecimiento. Pese a ello, valga como ejemplo, ni una sola de las cofradías heredadas del pasado se ha perdido.

Me enorgullece decir que el Ayuntamiento ha buscado fórmulas para que estas costumbres sigan atrayendo al pueblo a sus hijos dispersos por diferentes lugares. La fiesta de San Antón es un claro ejemplo de ello. Cada 17 de enero se hacía una gran fiesta de invierno con bendición de animales, caballistas dando la vuelta de San Antón, teatro. Con el paso del tiempo esta fiesta pasó a un segundo plano. El Ayuntamiento se puso a trabajar para dar esplendor de nuevo y hoy podemos decir que son pocos los que se quedan sin venir a nuestro pueblo a celebrarla.

Es generalizado oír que Muñopedro es un pueblo fiestero y que aquí se cae una chapa al suelo y nos ponemos a bailar con su sonido. Es verdad. La alegría, la convivencia y el compartir los ratos de ocio en camaradería, ha sido y es una constante. Para ello nos valemos de algo esencial: la solidaridad entre sus convecinos.

Y, cómo no, la fiesta del atrón San Miguel, la más importante. En Muñopedro decir San Miguel es decir fiesta mayor. Es saber que durante cinco días nos olvidamos del ajetreo diario y de los problemas cotidianos; de hablar y compartir. En definitiva, gozar de unos días de sana convivencia y de alegría en torno a las muchas actividades que el Ayuntamiento programa, ayudado por los quintos y quitas del año.

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