Todo son citas en rojo en el calendario de Carlos Rico, presidente de Acor, para el próximo mes y medio. A las asambleas provinciales con las que recorrerá la comunidad a partir de la segunda quincena de noviembre, suma la gran convocatoria del 5 de ... diciembre cuando someterá a la aprobación de los más de 4.400 socios de la cooperativa remolachera, el último ejercicio económico de la sociedad y el valor de su gestión al frente del Consejo Rector. El año ha sido complicado y las cuentas no serán favorables. Se resiste a dar una cifra –«primero a los socios», justifica– pero reconoce que se ha truncado la senda de crecimiento que había recuperado Acor en la campaña 2017-18 cuando las cifras arrojaron un resultado de negocio de 1,5 millones de euros. Todo un sueño para esta ocasión. Confía en que los agricultores analicen el futuro «con la perspectiva suficiente como para que el corto plazo no nos deje ver la cresta de la ola que seguro que va a venir» y centra sus esfuerzos en superar una nueva cosecha que tampoco brillará.
–¿Cómo ha arrancado la campaña y cómo se espera que termine?
–Ha arrancado bien pero no va a ser buena. Estará por debajo de la media de los últimos años y de la del año pasado, que ya fue un poquito justa. Nuestra expectativa es que no se alcancen las 105 toneladas por hectárea de remolacha tipo. La presencia de enfermedades nos está reduciendo el potencial en polarización.
–Es la segunda campaña tras la liberalización del mercado, lo que permite producir más, sin embargo, se ha recortado la superficie sembrada. ¿Trastoca eso a los planes de Acor de alcanzar la molturación de 180.000 toneladas de azúcar (ahora son 120.000)?
–El año pasado tuvimos un problema muy serio de sequía y de control de la CHD de la superficie regada, con lo cual, nos limitó la superficie. Y este, nos hemos visto perjudicados por el exceso de humedad de las lluvias de primavera. Pero esto es el campo. Probablemente tengamos que retrasar un año esa previsión. Queríamos llegar en la campaña 2019-20 a las 180.000 toneladas de azúcar equivalentes y probablemente esto se consiga en la 2020-21 porque llevamos un retraso de mil hectáreas menos de contrato.
Los remolacheros en León
–Supongo que para producir más se necesitará más superficie. ¿Y más cultivadores?
–No, no va a haber más cultivadores. Yo creo que hay que ser conscientes de la realidad. Estamos teniendo un ajuste, año tras año, en el número de agricultores y es una tendencia que no podemos evitar. Lo que tenemos que visualizar es un futuro con el mismo número de agricultores. Con una superficie de 30.000 hectáreas en Castilla y León (24.500 en la presente campaña), se equilibrarían las necesidades tanto de consumo como de rotación que necesita la región y con agricultores que cultiven un poco más, con una media de diez o doce hectáreas por remolachero.
–O sea, que contraten más con Acor, como ha ocurrido con un número de agricultores de León que han sumado 1.500 hectáreas para la cooperativa que antes entregaban en Azucarera. ¿Satisfecho por este movimiento?
–Es que eran socios de Acor y tenían ese derecho. De en torno a las 3.300 explotaciones que declaran remolacha en la PAC, más de 1.800 hacen contrato con la cooperativa. Estamos hablando del 60%, con lo cual es lógico que ese socio que está sembrando para una u otra empresa, decida traerlo a la cooperativa. Y eso es lo que ha pasado.
–Pero usted sabe que detrás de esa decisión de los agricultores de León subyacen ciertas diferencias con Azucarera en cuanto al sistema de contratación y eso ha beneficiado a Acor. Si no, ¿por qué no lo hicieron otros años?
–Porque no existía esa posibilidad de cambio ya que los cupos eran muy rigurosos y, por qué no decirlo, porque algo habremos hecho bien en Acor para que nos tengan como referencia.
–¿Satisfecho entonces...?
–...(sonríe) Evidentemente nos quedan muchas cosas por hacer. Nunca se está satisfecho del todo...
–Respecto a las ayudas, ¿hay riesgo de que cuando deje de ser obligatorio el Plan de Desarrollo Rural (en el que se recogen subvenciones para la remolacha) eso condicione la siembra y se traduzca en una reducción del cultivo?
–Lo que tenemos que hacer es definir el escenario estable de la PAC más allá de 2020. Cuando eso ocurra, el riesgo de perder el cultivo no será tal. Creo honradamente que el riesgo se corre si perdemos el cultivo de la remolacha en Castilla y León. Hay que recordar que ha sido el eje tractor de la tecnificación del cultivo de regadío y haciendo un análisis bastante simple, si en torno a las 30.000 hectáreas se dejaran de cultivar, se sembrarían evidentemente de otra cosa y en ese caso, el primer cultivo que iba a caer sería la patata.
–¿A qué se refiere?
–2.000 hectáreas más de patata harían que el precio de ese producto estuviera por debajo del coste productivo. Entre 500 hectáreas más de zanahoria provocarían lo mismo. Y eso se podría decir también de cebolla o el puerro, luego estamos hablando de estructura productiva global, con una rotación necesaria donde la remolacha hoy por hoy sigue siendo muy interesante. Además, de cada euro que pone la administración en cultivo remolachero, recibe 2,9 de retorno por actividad, con lo cual este espejismo de ayuda queda diluido.
–¿Se lo han trasladado así a la consejera de Agricultura y al nuevo ministro, sobre todo a este último, que es el que defiende la PAC en Europa?
–Al actual ministro todavía no hemos podido pero cada vez que tenemos una reunión ponemos estos datos sobre la mesa.
–¿Cómo ha afectado la caída del precio del azúcar al cierre del ejercicio de Acor que presentará en la asamblea del 5 de diciembre?
–Todo el sector, no solo en Europa, está literalmente a pérdidas...
–...¿incluida Acor?
–Todas. Y los números se lo daremos a los socios en diciembre, pero la gestión creo que ha sido francamente buena.
–¿Cómo lo explicará?
–Se ha dado una situación de 'dumping' en el mercado internacional básicamente promovido por Brasil, Tailandia e India que ha hecho que el precio del azúcar internacional baje. Este año se ha dado la tormenta perfecta con el exceso de producción en esos tres países que suponen más del 60% de las exportaciones a nivel internacional, y con exceso de producción en la UE, agravado además por una capacidad muy corta de almacenamiento en la Unión Europea, con lo cual, no ha habido posibilidad de reacción desde el punto de vista mercantil. Este precio ha abocado a que el sector en Europa esté a pérdidas y ya es la segunda vez que nos pasa.
–¿Qué aprendieron ustedes de aquella primera ocasión?
–Nosotros vimos hace tiempo esa necesidad de almacenamiento y eso nos llevó a hacer una inversión importante en un nuevo silo en Acor que nos diera cintura y que nos quitara la presión de tener que sacar un producto en cualquier momento en un mercado que está presionado a su vez por el mercado internacional.
–¿Ya está listo para esta campaña?
–En noviembre terminaremos todas las instalaciones y estará operativo. Es simétrico al que tenemos porque hemos abaratado el proyecto al copiar el que ya teníamos. Es un ejemplo más de que toda la inversión que hemos hecho en años anteriores para intentar acomodar nuestros costes a niveles europeos ha sido francamente acertada y pese a que el año es difícil y a nadie le gusta dar estas cifras ni comentar estas presiones del mercado, podemos ser moderadamente optimistas.
–¿Por qué?
–Porque en esta situación el sector no puede seguir más tiempo. Porque tener pérdidas multimillonarias en todas las empresas azucareras implica que solo se puede luchar por tener un precio de mercado que sea equivalente a los costes productivos. Ya hay una denuncia en el mercado internacional de Brasil y Tailandia hacia India, y se explica muy mal que el precio en Europa no pague, ni si quiera, la materia prima. Las autoridades de competencia deben estar muy vigilantes y evitar que eso ocurra.
–Precisamente por esas pérdidas, la situación de su socia francesa Tereos es muy complicada. ¿Cómo le va a afectar eso a Acor?
–Todas las relaciones que nosotros tenemos con Tereos son profesionales y desde ese punto de vista nosotros no vamos a cambiar ni un ápice, al contrario, cada vez somos más serios. Nuestra relación con Tereos nos ha enseñado mucho, en principio porque tenemos una visión mercantil mucho más amplia donde podemos cambiar información y ponerla en común para vender juntos. Pero además de eso estamos analizando con ellos la visión agrícola que están teniendo a nivel europeo (remolacha) y a nivel internacional (caña) y eso nos da una perspectiva de lo que es el futuro del cultivo. Esa relación es mucho más sólida con el tiempo y mucho más abierta. Desde ese punto de vista estamos seguros de que no va a haber ningún cambio y si lo hubiera, sería hacia una relación mucho más intensa. No tenemos riesgo.
–Aunque económicamente su factura sea negativa...
–Es que la factura de Tereos es la factura de Süzsucker, de Nordzucker, es la factura, por ejemplo, de tres empresas brasileñas que han tenido que cerrar esta campaña. Estamos hablando del país más competitivo de caña y azúcar del mundo y han cerrado tres fábricas. El grupo Dreyfus está intentando vender su participación azucarera y desde el punto de vista agrícola en Brasil la caña ya no es tan interesante como la soja... Esto está mal para todo el mundo.
–¿Qué otros proyectos tiene la cooperativa?
–Todos los años estudiamos un montón de proyectos tanto desde el punto de vista agrario como industrial y todos con el mismo foco, que la remolacha sea cada vez más rentable o que cuando menos, no pierda atractivo.
–¿En qué está pensando?
–En un uso diferente de esa posibilidad. Desarrollar actividades complementarias que utilicen la remolacha como fuente de materia prima..
–...¿alimentación, piensos...?
–...puede ser cualquiera.
–Deme algún detalle...
–El día 5 de diciembre se conocerán más detalles...
–¿Van a ampliar el contrato con Mercadona como socio interproveedor?
–No, eso está en el día a día. Es algo que no es novedoso. Si hay que buscar algo novedoso tendría que ser algo sustancialmente diferente a lo que estamos haciendo ahora.
Contratos de trigo
–¿Podría ir por el mundo de las harinas?
–En eso sí que vamos a presentar un nuevo contrato. Seguimos con los trigos duros. Los trigos fuerza, desgraciadamente, por la evolución del mercado y la aparición de aditivos especiales, tuvimos que dejar de desarrollarlos. Sabemos que es un nicho que podemos recuperar en un futuro pero nos hemos ido a trigos muy especiales. Sabemos que los desarrollos en campo se hacen poco a poco y nos está pasando como con la colza, que se está asentando, pero hay que darle tiempo.Como novedad este año, para los agricultores que tengan contrato de trigo duro, hemos presentado el mismo esquema pero con trigo blanco, que garantiza un precio mínimo de 170 euros por tonelada y que permite aplicar un pago previo.
–¿Todo tiene que ir bajo contrato?
–Todo debería ir bajo contrato. Es el riesgo que aceptamos por reducir el riesgo de nuestros socios. Como no tengamos la cadena equilibrada, el agricultor se va a hartar y estamos a puntito de que eso pase.
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