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fermínAPEzTEGUIA
Burgos
Lunes, 18 de marzo 2019, 07:56
El desmantelamiento de una central nuclear no es tarea sencilla. Las labores de despedida y cierre de la planta de Santa María de Garoña se encuentran prácticamente paralizadas a la espera de que la empresa pública Enresa decida dónde quiere llevar el combustible del reactor, ... depositado en la actualidad en las piscinas de almacenamiento de las instalaciones burgalesas.
Las incógnitas en torno al proceso son de tal calado que, de momento, resulta impredecible poner fecha al final de la planta. La compañía responsable de la gestión de los residuos radiactivos todavía ni siquiera sabe qué hará ni a donde llevará todo ese material radioactivo. La suspensión del proyecto de cementerio de residuos radioactivos de Villar de Cañas, en Cuenca, ha complicado aún más la situación.
La presión política y social, unida a la crisis interna de Nuclenor, con sus dos socios paritarios, Iberdrola y Endesa, divididos ante el futuro del reactor del Valle de Tobalina, llevó al Gobierno del PP a decidir hace ya año y medio, el 1 de agosto de 2017, el cierre definitivo de Garoña. El anuncio fue realizado por el entonces ministro de energía, Álvaro Nadal, que dejó muy claro en su intervención cuál era la posición del equipo de Mariano Rajoy. «Cualquier central necesita certidumbre económica, política y social para amortizar la inversión;con la de Burgos ha faltado un debate sosegado», dijo el ministro.
La gestión de los residuos nucleares comienza a ser una asignatura pendiente para España. Hasta ahora, los reactores nucleares del país se venían arreglando mediante el almacenaje temporal del combustible irradiado en piscinas construidas para ello dentro de sus propias instalaciones. Hace tiempo se vio que esta solución resultaba limitada y que había que pensar en algo mas grande. De ahí, que se pensara en construir un Almacén Temporal Centralizado (ATC) en Villar de Cañas, que ahora no se sabe qué pasará con él.
Durante años, el proceso de subasta pública de la obra estuvo paralizado a la espera de que el Consejo de Seguridad Nuclear concediera los permisos y comprobara que los terrenos reunían condiciones. Al Gobierno socialista de Castilla La Mancha nunca le convenció la idea. Ahora, los presupuestos de Enresa no reservan fondos para esa obra. Siempre se podrán llevar a Francia. Aunque España se gasta ya unos 65.000 euros al día por mantener allí la basura atómica de Vandellós 1.
Las tareas de desmantelamiento de la central burgalesa no han parado desde aquel día. El plan diseñado se dividía básicamente en dos bloques, según explicó un portavoz de Nuclenor. Ala empresa radicada en Burgos le correspondió gestionar el combustible gastado y poner en marcha los procesos necesarios para transferir la titularidad de la planta a Enresa «de forma segura, eficaz y respetuosa con el medioambiente». A Enresa, por su parte, le tocaron las operaciones derivadas de la clausura de unas instalaciones atómicas y radiactivas, es decir, básicamente, la gestión final de los residuos nucleares.
Nuclenor descargó el combustible del reactor en diciembre de 2013, un año después de la parada por sorpresa de su actividad, que le valió una sanción económica de 18,4 millones de euros por parte de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC). El siguiente paso, previsto para el segundo semestre de este mismo año, consistiría en 'empaquetar' los residuos de la piscina en cinco contenedores, que serían depositados de momento en la propia Garoña, en un espacio que la legislación denomina Almacén Temporal Individualizado (ATI). ¿Qué está pasando ahora? Según Nuclenor, lo que está ocurriendo es que a Enresa le corresponde entregar a la empresa de Burgos los contenedores y equipos necesarios para su transporte hasta ese ATI y, de momento, ni siquiera esto se ha hecho.
Demoras e incumplimientos
El siguiente paso, según el calendario fijado, consistiría en trasladar todos esos residuos desde Burgos al gran cementerio nuclear de España, el llamado Almacén Temporal Centralizado (ATC), que todavía no existe. La indecisión sobre el lugar en que se levantaría fue demorando el proyecto durante años y cuando por fin parecía que había un emplazamiento, el de Villar de Cañas, el Gobierno de Pedro Sánchez lo ha puesto otra vez en suspenso, al saberse que Enresa no reserva fondos para él en sus presupuestos.
Nuclenor considera ahora que ha cumplido su parte del compromiso. «Las tareas de acondicionamiento de los residuos que se generaron durante la operación de la central, prácticamente, la hemos finalizado».
El reactor durmiente de Burgos cuenta en la actualidad con una plantilla de 119 empleados, que, en función de la carga de trabajo, se elevan hasta 165 con los pertenecientes a empresas colaboradoras. La principal misión de todos ellos consiste en vigilar y controlar los sistemas de refrigeración del combustible, «garantizando que todo está en condiciones de máxima seguridad».
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