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José Andrés Sánchez García, el vecino del bloque de once alturas del número 5 de la calle José Cantalapiedra que atemorizó al resto de residentes durante más de un lustro y que intentó quemar el piso de una familia, tendrá que ingresar definitivamente ... en prisión para cumplir la condena a cinco años que le fue impuesta el 14 de febrero por la Audiencia Provincial y que acababa de ratificar punto por punto el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL). El alto tribunal puso así fin a la pesadilla vivida en los últimos años por la mayoría de los residentes en el 'torreón del miedo' de Huerta del Rey y, en especial, por la familia formada por una mujer, su hija y su nieta. La confirmación de la condena al agresor conllevará su regreso a la prisión provincial, que abandonó hace apenas cinco meses (en diciembre), cuando cumplió un año de prisión precisamente por reiterar sus amenazas de muerte a la citada familia después de que le notificaran una primera condena por amenazarlas.
Los magistrados del alto tribunal desestiman el recurso de apelación interpuesto por el abogado del condenado, y le condenan a pagar las costas, al entender que los testimonios de las víctimas y del resto de vecinos que declararon durante el juicio celebrado los días 8 y 9 de febrero, así como los indicios recogidos en su día por los agentes, «permiten enervar la presunción de inocencia que ampara al encausado». José Andrés Sánchez tendrá que cumplir cinco años de prisión, en los que no podrá comunicarse o acercarse (en caso de permiso) a las víctimas, y tendrá que indemnizarlas con 4.106 euros por los daños ocasionados en la cocina de su vivienda en la madrugada del 29 de mayo de 2017, cuando arrojó papeles ardiendo desde su propia casa, situada en un piso superior al de la familia, que acabaron colándose en la galería de cocina y causando un incendio. Antes las había amenazado de muerte y con quemar el torreón.
La sentencia, ahora confirmada, recogió que José Andrés «sabía que sus vecinas estaban en casa y arrojó los papeles a unas horas, las cinco de la madrugada, en las que también sabía que lo más probable es que estuvieran dormidas». Puso así en riesgo «la vida y la integridad» tanto de sus vecinas como del conjunto de los residentes en un 'torreón del miedo' que ahora podrá respirar tranquilo, al menos, durante el próximo lustro.
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