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EVA CAÑAS / WORD
Lunes, 5 de noviembre 2018
Lucía no dormirá tranquila hasta que no se aclare el fallecimiento de su madre cuando vivía en la residencia de Bellavista de Castellanos de Moriscos. Su historia se conoció en el programa de La Sexta de Alberto Chicote, '¿Te lo vas a comer?', quien se ... llegó a emocionar al escucharla.
Pero su lucha empezó antes, porque siente «angustia e impotencia» ante la posibilidad de que una falta de cuidado hacia su madre, desencadenara su empeoramiento de la salud y su fallecimiento. Todavía no existe una sentencia en firme que lo demuestre, ni se pude hablar de culpables, pero sí de posibles víctimas de un grave posible descuido, con nombre y apellidos, y una familia que aún llora su pérdida, la de María Luisa Pérez (Mari), que falleció con 58 años cuando apenas llevaba 15 dias en esa residencia.
Nadie mejor para contar su historia que su hija, a la que la tiembla la voz al contarlo: «Mi madre tenía alzhéimer en una fase avanzada, y acudía a un centro de día, pero al empeorar su comportamiento tuvimos que buscar una residencia», apunta. Se da la circunstancia que 25 días antes de entrar en ese centro para la tercera edad de Castellanos de Moriscos, Mari fue a Urgencias y todas las analíticas y pruebas dieron que tenía un buen estado de salud, «simplemente fue por su comportamiento más agresivo, para que le subieran la dosis de medicina y estuviera más tranquila», detalla.
El 28 de marzo de 2017 entró en la residencia de Bellavista, y apenas 15 días después, su hija recibió una llamada, el 11 de abril, donde la decían que su madre estaba insconciente y que la llevaban al hospital en un estado muy grave. «Lo primero que me dijo el médico de guardia que la atendió en el hospital era que cuánto tiempo llevaba sin comer ni beber, porque era lo que le había provocado su situación», lamentaba.
Lucía le indicó que su madre estaba en una residencia, y que se suponía que no le tenía que faltar atención en ninguna de esas dos cosas. «Entró en coma, y sufrió una hemorragia digestiva, que supuestamente le provocó las dosis de medicación tomada sin ingerir nada, cuya toxicidad le colapsó los riñones, que no funcionaban, y su organismos estaba intoxicado», enumera Lucía, y así se recoge en su informe del hospital. Dos palabras resuenan en la cabeza de Lucía: «desnutrición y deshidratación», y apunta a un preseunto culpable, «el personal de la residencia», ya que considera que no se la atendió como debiera.
Estos hechos ocurrieron en abril de 2017, y un año después, tras recopilar toda la información necesaria, junto a su abogado ha presentado una denuncia contra esta residencia. «Por aquel entonces se veía poco personal en la residencia, los usuarios estaban mal atentidos, y no tenían un menú adecuado a los usuarios», insiste esta joven.
Su médico de Familia tampoco entendía qué había pasado con su madre durante esas dos semanas en la residencia para que hubiera fallecido en esas circunstancias, porque como argumenta Lucía, su médico decía que tenía «una salud de hierro».
Tres días antes del día fatídico del 11 de abril, el padre de Lucía y marido de Mari acudió a verla a la residencia y vio cómo la medicación que le daban la dejaba dormida durante gran parte del día, «estaba como sedada». Al parecer, les comentaron que por su compartimiento le habían subido la dosis de fármacos, «sin consultar con su psiquiatra, porque decían que les daba mucha guerra, y hemos deducido que al estar medio sedada no le podían dar apenas ni de comer ni de beber».
Cuando Mari entró en esa residencia, y así lo recuerda Lucía, ella podía andar y comer sola, «lo único ear que se ponía agresiva cuando veía a gente desconocida». Su madre apenas estuvo ingresada, porque un día después falleció, y un Jueves Santo la enterraron.
En ningún momento han recibido informes de la residencia sobre la situación de su madre, «ni nos han dado explicaciones». Ahora tiene todo en manos de un abogado, y el proceso está abierto por una posible negligencia que tendrá que determinar la justicia. «Solo espero que si nos dan la razón, al responsable le quiten las licencias y no vuelva a tener en sus manos la gestión de una residencia para personas mayores, podré respirar tranquila», confiesa Lucía. Esta joven considera que el alzhéimer «te la roba poco a poco, pero pienso que no era su turno todavía, y siento mucha rabia, e incluso a veces siento culpabilidad por haberla dejado allí».
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