Ha trabajado durante décadas en la hostería, donde observaba a los jugadores de máquinas recreativas. Jubilado por una angina de pecho, Pablo García (Valladolid, 1958) ha escrito un libro en el que asegura que ha registrado cerca de 20.000 jugadas de la ruleta, algunas ... con las que se puede ganar. Sus hipótesis estadísticas del juego están registradas (ISBN 978-84-09-02983-9). Los beneficios los destinará a Acción contra el Hambre.
–¿De dónde le viene su afición por las matemáticas?
–De joven. Aunque estudié hasta sexto de reválida, tuve una gran profesora en el colegio del Carmen, en Delicias, que las hacía amenas y el estudiante que no aprobaba con ella era porque no quería aprender. Fue una mujer fantástica. Nos educaba para pensar y nunca he dejado esta materia.
–¿Se puede acertar a las quinielas?
–Sí, perfectamente, aunque no es rentable puesto que habría que hacer 15 millones de posibilidades. Para acertar los 14 resultados se tendrían que realizar más de 3 millones de columnas. ¡Un dineral! A la Bonoloto son menos combinaciones. Hice una combinación que jugando cuarenta veces se acertaba en esa combinatoria como mínimo una de seis.
–El Estado está dejando que las casas de apuestas se queden con el negocio del juego electrónico.
–Pienso que sí porque las apuestas tradicionales, como las quinielas, se están quedando atrás ya que el Gobierno no está a la altura. Ahora se puede apostar por cuatro partidos de fútbol en las casas de apuestas, lo que resulta más económico para el público y se puede ganar más fácilmente.
–¿Por qué se ha centrado en la ruleta?
–Porque me atraía la posibilidad de acertar. Es curioso porque nunca he pisado un casino tradicional, pero sí que he seguido este juego y las combinaciones a través de las máquinas, virtuales y reales, que hay en las casas de apuestas. Mi intención era escribir un libro para enseñar, pero no para que la gente se haga rica.
–¿Qué criterio sigue para lograr acertar en una apuesta?
–Principios estadísticos. Observé que la gente apuesta sin ningún tipo de criterio, sobre todo los más jóvenes, y pensé en la necesidad de elaborar un estudio para enseñar a jugar conociendo las posibilidades. Entonces empecé a recopilar datos mientras observaba cómo otros jugaban. De este modo fui creando jugadas propias que suponen un rendimiento del 80%. La ventaja que hay es que en los nuevos salones de juego se puede apostar hasta con 10 céntimos por número. En el libro recojo cómo realizar jugadas propias para tratar de ganar distribuyendo racionalmente la cantidad con la que se apostaría. Observando y determinando las jugadas anteriores, podemos predecir las que saldrán luego por principio estadístico.
–¿Pero acertar en la ruleta depende de la velocidad de giro y el golpe que da la bola al caer?
–Los golpes de aire son indiferentes porque para eso hay unos rombos que frenan. Para ello he tenido en cuenta también desviaciones de media con un margen de error.
–En su libro plantea que todo buen jugador tiene que saber retirarse a tiempo.
–En efecto. El momento es cuando obtienes el beneficio de las jugadas, y comienzas a observar las variaciones de las mismas. En realidad es instante más difícil para un apostante. Por eso yo soy partidario de jugar a la misma apuesta.
–Por lo que ha visto en las salas, ¿cree que el juego engancha?
–Indudablemente sí. Lo hemos comprobado en Valladolid cuando se instalaron las primeras máquinas tragaperras. Mucha gente se arruinó. He observado a jóvenes en la ruleta virtual, que saben el número que va a caer por el sonido de la máquina. Y esto es un síntoma y una prueba.
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