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El reciente acuerdo presupuestario del Consejo Europeo y sus implicaciones para la Política Agraria Común (PAC) se ha convertido, de momento, en el centro del debate. Al menos político. Si España va a recibir más o menos fondos, o los mismos que en el ... anterior marco financiero depende de a quién se le pregunte mientras que desde el Ministerio se insiste en que se contará con 47.682 millones de euros para aplicar la PAC en España en el periodo 2021-2027, cumpliendo así el objetivo de no bajar de 47.500 millones; desde el Partido Popular hablan de una «pérdida real» de en torno al 10%.
Habrá oportunidad de profundizar en esas posturas tan encontradas, pero es Gabriel Trenzado, director de Relaciones Internacionales y con la Unión Europea de Cooperativas Agro-Alimentarias de España el que introduce el siguiente matiz: «Conocemos las grandes cifras, pero hasta finales de agosto no se dará una definitiva. La tendencia es a la reducción, pero no con las cifras que se están manejando y que no pueden ser extrapolables de manera individual».
Dicho esto, el proceso de negociación empieza a partir de ahora y serán el Gobierno y las Comunidades las que tendrán que definir la estrategia de intervención, es decir, qué medidas se van a aplicar para cumplir unos determinados objetivos teniendo en cuenta que se ha dado más libertad a los países a la hora de diseñar medidas.
En octubre está previsto que haya una segunda reunión para abordar este asunto tras la celebrada el pasado mes de julio. Según el calendario ministerial, se contempla presentar un borrador informal del plan estratégico a la Comisión en abril de 2021, de manera que el definitivo estará a mitad del próximo año y la aprobación final llegará a comienzos de 2022. Esto facilitaría al Ministerio y a las Comunidades iniciar los desarrollos legislativos y técnicos para aplicar la nueva PAC en 2023.
¿Qué cuestiones van a generar mayor debate entre Gobierno y Comunidades? Una de ellas será la definición del agricultor genuino. Parece que cada vez cala más la idea de que se debe tener en cuenta a aquellos agricultores para los que la actividad agraria es una fuente significativa de ingresos, no obstante, desde el Ministerio matizan que «España es un país de agricultura profesional, pero no a tiempo completo, pues solo el 29% de los ingresos de los perceptores de la PAC proceden de su renta agraria».
Sobre esta cuestión, Trenzado opina que «tiene que ser una figura profesionalizada, no profesional» y el parámetro para definir esta figura es el que se basa en el porcentaje de los ingresos agrarios sobre los totales del beneficiario, para lo que hay que ajustar la horquilla en la que deben situarse los primeros. En un tramo medio del 20-30% podría situarse la base del consenso.
La siguiente cuestión que se plantea al hilo de esa definición, es el papel de los pequeños agricultores, pues unos 300.000 agricultores y ganaderos podrían quedar fuera de la definición de agricultor genuino. Sin embargo, su papel social y medioambiental es muy importante en zonas muy amplias del país. De ahí que el Ministerio considere necesario mantener un régimen específico para ellos.
Para el ministro Luis Planas, en ocasiones es más importante la aportación medioambiental y social de estos agricultores que el valor económico de su actividad, razón por la cual «hay que encontrar un modelo de gestión de ésta, tan importante para el medio rural».
La propuesta ministerial es un pago anual de entre 200 y 250 euros por hectárea para explotaciones entre 6 y 10 hectáreas. Esto permitiría alcanzar a casi la mitad de los solicitantes de ayudas de la PAC.
A partir del 1 de enero de 2023, momento en el que entrará en vigor la nueva PAC, la ayuda básica a la renta sustituirá al denominado pago básico y a la condicionalidad verde y es el principal instrumento de apoyo para agricultores y ganaderos. El ministerio propone que esta nueva ayuda alcance el 60% frente al 56% del actual mientras que Castilla y León apuesta por llegar hasta el 70%.
El tema de la regionalización no será sencillo pues en estos momentos España cuenta con 50 regiones, «algo que la Comisión Europea no va a aceptar» dado que apuesta por reducir el número de regiones y avanzar en la convergencia interna.
«El Ministerio dice que en 2027 todas las hectáreas de una misma región tendrán que cobrar lo mismo y terminará con los derechos históricos que son referencias de hace 20 años. No sé si un agricultor recibirá más o menos, pero la ayuda dejará de ser nominal, por persona, y será por hectárea. Ahí habrá un debate importante», adelanta Trenzado.
En cuanto a la limitación de cobros, España está de acuerdo con el techo de 100.000 euros que establece el Marco Financiero Plurianual de la UE, pero modulando esta cantidad en función de los costes de mano de obra. El ministerio propone un descuento en esa cifra de unos 18.000 euros por trabajador y año para incentivar el empleo.
Otro término que se ha introducido en la nueva propuesta es el de los ecoesquemas, voluntarios para agricultores y ganaderos, pero que representan «una buena oportunidad para alcanzar el objetivo de convertir en ecológica el 25% de la superficie agraria en 2030, uno de los objetivos de la estrategia 'De la granja a la mesa'», indican desde el Ministerio. Una estrategia que por cierto, todavía no está cerrada y que se va a encontrar como primer problema las importaciones, lo de siempre, las exigencias de producción de otros países y las de la Unión Europea.
Trenzado añade que los ecoesquemas «pretenden ser un sistema relativamente sencillo para que se pueda cumplir y dé resultados». La clave va a estar en el porcentaje de la ayuda, si se situará en el 20% o por encima, «es voluntario y si lo cumples tendrás esta ayuda compensatoria. Nosotros creemos que los ecoesquemas sí que tendrían que tener un incentivo y que se pudieran justificar por colectivos, por ejemplo, cooperativas pues el impacto medio será mayor, más verificable y eficiente y menos costoso que si uno va por libre».
El experto concluye que más allá del debate político «se puede mantener la ficha financiera y tener cifras inadecuadas porque el debate va a ser presupuestario, pero hay una reforma que implica adaptar medidas y objetivos. No se trata de cumplir con la reglamentación sino una política de resultados».
Otra herramienta a la que se está haciendo referencia constantemente es la 'next generation', el nuevo instrumento de recuperación dotado con 750.000 millones de euros, y «en el que el sector agrario debería participar pero no es para hacer lo de siempre».
Si hay algo que, a priori, debería resultar frío y objetivo eso son los números pero una vez más la realidad demuestra todo lo contrario y las cifras de la PAC están sujetas a variadas interpretaciones. El delegado del Gobierno en Castilla y León, Javier Izquierdo, mantiene que «hay más recursos» para el próximo marco, pues según los datos que aporta se pasarán de 47.500 millones de euros a 47.682 millones, a pesar de que desaparece del mapa comunitario Reino Unido y su aportación del 12%.
Recuerda, además, que se ha creado una herramienta denominada 'next generation' con la que también podrá contar el sector agroalimentario lo que le lleva a afirmar que «hay un intento de desprestigiar una labor» por parte de aquellos que afirman que se reduce la cuantía. «Espero que la Junta de Castilla y León pase página y se dedique a trabajar para adaptar el desarrollo de la PAC a las necesidades de la región», al tiempo que pide a la administración regional que «se esfuerce» en incentivar cuestiones como la agricultura ecológica, la eficiencia, la transición ecológica o la modernización.
El eurodiputado del Partido Popular, Juan Ignacio Zoido, asegura que en términos generales «hay una pérdida si se comparan las cantidades actuales con las del nuevo periodo; se pierden en torno al 10% de los fondos, y jugar con fondos de recuperación o con cantidades de uno u otro tipo, son fuegos artificiales».
Los eurodiputados se incorporarán a su tarea el 24 de agosto y esa misma semana habrá reunión de la comisión Agri. «Estamos muy en desacuerdo con las cantidades aprobadas en el último Consejo, vamos a pedir que se amplíen para la PAC; nos preocupa que se de por sentado que está cerrado, el presidente Sánchez y el ministro tienen que preocupares por negociar bien las cantidades, ya habrá tiempo de planes territoriales hasta 2023».
En cuanto a las organizaciones agrarias, Asaja Castilla y León cifra en 104,3 millones lo que se le descontará a la comunidad cada ejercicio, 88,8 millones de euros menos en ayudas directas y 15,5 millones menos para el segundo pilar. Multiplicado por los siete años que durará el próximo marco, arroja un descenso de 730,1 millones en la PAC en la región. Los cálculos de COAG elevan algo más la merma, hasta los 112 millones de euros de reducción cada año, lo que supone una disminución de 784 millones de euros durante todo el periodo.
El argumentario del ministerio en relación a esa bajada de la que se habla incide en que se refiere a precios constantes de 2018, es decir, teniendo en cuenta el efecto de la inflación. Se supone una inflación anual del 2%, que es el objetivo del Banco Central Europeo, pero que en los últimos años ha estado lejos de ser así.
Según esta teoría, la comparación adecuada es hacerla en precios corrientes, que son los euros reales que reciben los agricultores y ganaderos por sus ayudas cada año. Ahí está también el argumento que el Ministerio ha transmitido y es que el destino de las ayudas son las personas, no los territorios y por lo tanto, no se debe plantear la comparación en términos de territorios sino de personas beneficiadas. Los representantes de UPA entienden que «hay que mirar más allá de las cifras, y diseñar un reparto más justo y más social de los fondos que lleguen de Europa mientras que UCCL va un paso más allá y ya propone limitar el cobro de la nueva PAC a aquellos profesionales que tengan al menos un 25% de ingresos del sector primario y se encuentren inscritos en la Seguridad Social y el Régimen Especial Agrario, con el fin de evitar la falta de competitividad.
Pero la PAC es un mundo y hay quien echa de menos otra serie de cuestiones. «Es preocupante que siga sin haber ninguna propuesta de gestión de crisis de mercado», manifiesta José Manuel Domínguez, técnico de Urcacyl. Recuerda mecanismos recientes como el almacenamiento privado, «que han resultado poco efectivos; se ha visto que se necesita un fondo de crisis».
A pesar de los muchos perfiles ganaderos que existen en la región, en el caso de los ecoesquemas, todo apunta a que solo serán viables para la ganadería extensiva, «no consideran otras producciones por lo que la ganadería sale perjudicada a pesar de que otras ganaderías están haciendo muchas cosas, por ejemplo, para reducir emisiones».
Sobre la mesa, además, el segundo pilar, el de los programas de desarrollo rural (PDR) y en el que se incluyen apuestas de futuro y de viabilidad como son la incorporación de jóvenes y mujeres o las modernizaciones. Habrá que ver cómo se desarrolla a través de una estrategia común pues a pesar de que existirán 17 PDR, uno por Comunidad, el resultado tendrá que ser común porque los objetivos serán de España. Domínguez hace igualmente referencia al «detallado» informe que se ha elaborado desde el Ministerio, con la colaboración de las autonomías, para dibujar la situación de cada sector y así tomarlo como referencia a la hora de aplicar esta política común.
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