Enrique Guilabert, médico rural, es uno de los más de 700 facultativos que en Castilla y León han padecido el coronavirus en sus propias carnes. Sabe «lo mal que se pasa» como paciente y como profesional de la sanidad pública. El también presidente del Colegio ... Oficial de Médicos de Segovia es tremendamente crítico con la gestión que se ha llevado a cabo de la pandemia y se muestra también enormemente preocupado por la relajación de las medidas de precaución que observa en la sociedad. «Si Segovia sufriera un rebrote, sería un desastre económico y abocaría a la provincia a morir de inanición», advierte.
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–¿Cómo ha dejado la pandemia al sistema sanitario segoviano?
–En Primaria y en Especializada la afectación ha sido muy importante. Los profesionales que lo han vivido en primera línea de manera tremenda no lo van a olvidar. Una vez pasada la cresta de la pandemia, nos preocupa cómo se va a organizar porque hay presiones por parte de la población que dice que no quiere el teléfono y que desea que les vea el médico.
–La Junta apuesta por la criba previa telefónica para evitar cruces de pacientes en los consultorios. ¿Secunda esta decisión?
–Nosotros también queremos las consultas presenciales; pero los ciudadanos tienen que entender nuestra preocupación porque queremos verles de forma segura. Los consultorios locales no están preparados para, por ejemplo, una desinfección inmediata después de que acuda un hipotético caso sospechoso de coronavirus. Además, es imprescindible que se mantengan dos circuitos diferenciados y estos centros son pequeños. También la gente ha de identificar si sufre un posible caso y ponerse en contacto con el sistema. La inquietud ante estas situaciones es mayor en los centros de salud que en el Hospital General, donde ya se han separado los circuitos.
–Usted trabaja en un consultorio rural, en Sepúlveda. ¿Qué se puede hacer con este tipo de centros para asegurar la protección de profesionales y usuarios?
–Ante todo, la precaución. Si no se garantiza que la citación previa funciona al 100%, tienen que aportar soluciones. Los alcaldes muchas veces no son conscientes de este problema. Tendrían que preocuparse por reformar los consultorios para que tengan uno mínimos de protección, o agruparse para contratar un vehículo que permita la movilidad de los pacientes que no se valen. No me trago eso del transporte a la demanda. Por no hablar de que los consultorios han de tener conexión a Internet, dependencias diferenciadas para médico y enfermería y otro espacio para pacientes sospechosos, aunque éstos no deben acudir directamente al centro, sino que tienen que llamar antes.
–¿Se necesita más plantilla?
–Esa es otra. No solo basta con tener una camilla o Internet, hacen falta recursos humanos. Las bolsas de empleo de médicos y enfermería están vacías y no se encuentra gente para trabajar.
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–Llegan las vacaciones, con el desembarco de visitantes que multiplican el padrón de los pueblos.
–Efectivamente. Se prevé que Segovia vuelva a tener una ocupación altísima con la vuelta a las segundas residencias y si este año los veraneantes cambian la playa por la tranquilidad del campo. Hay un problema grave de sustituciones, sobre todo si se quieren concentrar las vacaciones de los sanitarios para que estén de vuelta en otoño, que es cuando es posible que crezca la propagación del virus. No quiero ni hablar de cuando nos visite la gripe, porque puede haber un problema tremendo a la hora de diferenciar síntomas. El sistema no tiene médicos y los pocos que posee están próximos a la jubilación.
–El gerente de Asistencia Sanitaria lamentaba el déficit de profesionales, señalaba que se estaba contratando «lo que se podía» y citaba a residentes que se quedan.
–Ni podemos ni vamos a consentir que las funciones que tiene que desempeñar un médico las haga otro profesional. Una de las mayores virtudes de nuestra sanidad es la cualificación de los graduados. Sin embargo, las gerencias regionales están devaluando ese valor de los profesionales. Hubo un momento crítico en el que se imponía salvar vidas y se hicieron contratos a diestro y siniestro a personas que ni siquiera tenían la capacidad legal para ejercer. Se ha contratado a personas que ni siquiera tenían el mir. Han ayudado, bien; pero eso ha pasado y hay que volver a la legalidad y a preservar la calidad de la asistencia.
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–¿Qué propone?
–Luchar por un sistema público de calidad. Hay que cambiar aspectos del modelo y preguntar a los trabajadores para que formen parte de la toma de decisiones sobre cómo organizar los servicios: a los colegios profesionales, a las sociedades científicas, a los sindicatos... Si no, somos meros empleados de una factoría de salud que no cuentan con nosotros, y así les va. Estamos como nunca en este aspecto. Pasan de todo y eso les lleva a ser erráticos y a cambiar de opinión constantemente.
–¿Se gestionaron los recursos adecuadamente en la pandemia?
–Cuando los responsables de turno decían que los profesionales estaban protegidos, es falso. Si bien luego se fue subsanando. Por eso digo que tenían que haber entrado los medios de comunicación para ver lo que se ha visto y vivido en primera línea y enseñar la realidad del tipo de protección llevaban sin caer en el morbo.
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–¿Caló su mensaje de que Segovia había estado abandonada?
–Las desigualdades en la asignación de recursos a Segovia y también a Soria ha puesto en evidencia las carencias ante una situación dura. Segovia tiene las ratios más bajas de médicos y de número de camas. Sobre todo al principio de la crisis, cuando veíamos que los casos crecían y crecían, ha quedado demostrada la falta de solidaridad dentro de la propia comunidad y entre hospitales.
–¿Por qué lo dice?
–Estaba el Hospital de Segovia, con una tasa de ocupación de casos covid del 84% y el Río Hortega de Valladolid con el 24% y no podíamos llevar enfermos a un centro que es de todos y que es de Sacyl. Luego se derivaron, es cierto; pero ha sido indignante la falta de aplicación de la igualdad de derechos de los ciudadanos de la comunidad. Esa falta de solidaridad también se ha dado entre comunidades. No puede ser que haya algunas que no hayan tenido problemas y que casi no saben lo que es la enfermedad. Aunque con el paso de la pandemia se nos abrió la puerta a Segovia, estoy ofendido. Se pedían trámites burocráticos para el traslado de pacientes. ¡Qué es eso de no poder mandar a otro hospital mientras aquí se veía si había que quitar butacas del salón de actos porque estaba desbordado!
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–Sanidad trabaja a medio plazo en una infraestructura hospitalaria de medias estancias, una vieja demanda del Colegio.
–Sí, pero tienen que olvidarse de pertenecer a un partido u otro y centrarse en el bien de los ciudadanos. Sería bueno crear una comisión de expertos, con arquitectos, expertos en gestión sanitaria y representantes de todas las partes, que además escuche a la gente. Sobre todo tiene que haber voluntad política para cubrir las deficiencias de la sanidad en Segovia y que no se dediquen solo a sacar un rédito electoralista porque entonces mal vamos a ir los segovianos. A Segovia le deben mucho y una forma de saldarla sería hacer algo más allá de lo que propone la Consejería, siempre con lógica y sentido. Como Enrique Guilabert, quiero lo mejor y, por ejemplo, una escuela de Enfermería en la UVA sería bienvenida.
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