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«Si hay algo urgente es conseguir que arranque nuestra economía». El vicepresidente de la Junta y consejero de Transparencia, Francisco Igea, justificaba así, en la Cortes, la eliminación de controles previos que contempla el Decreto-Ley de Simplificación de la Actividad Administrativa que ... se convalidó en el Parlamento autonómico con el voto a favor de PP, Cs y Vox; el voto en contra de PSOE, Podemos y UPL, y la abstención del procurador de Por Ávila.
El recuento de apoyos plasmó el primer tropiezo de los firmantes del pacto autonómico para la recuperación de Castilla y León. La semilla de la discordia fue la eliminación de la evaluación ambiental previa para un centenar de actividades productivas, requisito que se sustituye por una comunicación del promotor de que el proyecto cumple las exigencias legales. Esta simplificación conlleva también la dificultad de consulta para colindantes de esas instalaciones o vecinos que se consideren perjudicados.
«No de desregulariza, implica más trabajo para la Administración y menos para las empresas», defendió Francisco Igea. Los argumentos contrarios de la oposición llevaron al vicepresidente a tildar al actitud del PSOE de «conservadurismo carpetovetónico» por no entender que desterrar licencias previas y optar por la «comunicación responsables» es tratar como «adultos» a los promotores de iniciativas que van «a favorecer, en mucho, el emprendimiento rural».
El informe de los Servicios Jurídicos de la Junta distingue dos áreas dentro del Decreto- Ley en cuanto a contenido. Una aborda cuestiones de simplificación administrativa y los letrados autonómicos no ponen reparos, pero otra parte toca regulaciones muy variadas que no tienen que ver con simplificación y que cambian numerosas leyes. Se crean complementos retributivos sin encaje en la norma vigente y se cambian, entre otras, la Ley de Transporte, Cooperativas y Medidas Tributarias de 2015. El informe recomienda suprimir varias de estas disposiciones en un texto de Decreto-Ley al que atribuye «deficiente técnica normativa». Lo firma Luis Miguel González Gago, director de los Servicios Jurídicos de la Junta.
El vicepresidente precisó que el decreto atiende el punto 34 del acuerdo firmado por PP, Cs, PSOE, Podemos y Por Ávila el 17 de junio. Fue aprobado por el Consejo de Gobierno de la Junta al día siguiente. No opinó así el procurado socialista Luis Briones. «Nos han tenido al margen. Hay otra forma de hacer las cosas», censuró. Sobre el contenido, Briones consideró que van a faltar informes determinantes sobre la repercusión ambiental o social de actividades molestas, aplicando la práctica de los hechos consumados. «Si no hay control a priori, no hay nada, ¿Quién va a controlar?», inquirió el procurador del PSOE, especialmente crítico con la aplicación de esta flexibilización a instalaciones ganaderas: «¿Qué turismo vamos a tener, el de la ruta de las macrogranjas porcinas que se van a deslocalizar en Cataluña para venir a Castilla y León? Todo está permitido con una mera comunicación». El consejero Juan Carlos Suárez-Quiñones aseguró que el decreto solo afecta a pequeñas granjas.
UPL consideró que se abre «una puerta de atrás peligrosa»; Podemos, que el decreto supone una involución normativa a 1961, «a la España del NODO y 'Los Santos Inocentes'; y el PP, que la oposición abrazaba tesis del «ecologismo radical». No hubo acuerdo.
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