A un lado del sogatira, Vox. Al otro, el PP. En la línea que divide a ambos contendientes, la Presidencia de las Cortes, marcada en rojo brillante. Y al frente de los dos equipos, ya solo dos caras: Alfonso Fernández Mañueco y Santiago Abascal. No ... caben ya más interlocuciones porque el tiempo apremia y las posturas parecen mantenerse aún muy distantes. Hoy hay, de hecho, más teléfono y menos mesa en la negociación. Fuentes del PP aseguran que existe una posibilidad muy cierta de que llegue el día de constituir las Cortes, mañana jueves a las 12 del mediodía, con la negociación aún abierta.
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Santiago Abascal, que ha estado al corriente de las negociaciones en todo momento, es la voz autorizada de Vox en todo este proceso y eso complica las cosas. Vox no cuenta con organizaciones autonómicas al estilo de las del PP, en las que los barones tienen un peso específico importante. De hecho, Mañueco ha recibido las bendiciones de Alberto Núñez Feijóo, su próximo jefe de filas, para actuar como mejor considere. En Vox, en cambio, la línea de acción es vertical. Madrid fija el argumentario y el plan a seguir incluso en el día a día en los parlamentos autonómicos y en los ayuntamientos. El último ejemplo, hoy mismo. Han anunciado el registro de una declaración institucional de apoyo «a nuestros compatriotas de las ciudades españolas de Ceuta y Melilla» en los parlamentos de «País Vasco, Asturias, Madrid, Melilla, Valencia, Baleares, Andalucía y Aragón».
Esto ralentiza la negociación, que se está acometiendo ya con más detalle, con la mirada puesta no solo en la Presidencia de las Cortes, sino en el futuro Gobierno de la Junta de Castilla y León. Todo condicionado a salvar este primer escollo de la constitución de las Cortes, a cuyo frente Vox quiere a uno de los suyos. El primer nombre propuesto, además, el de Susana Suárez, es un trago difícil, puesto que es una ex alcaldesa del PP que salió con bronca del partido y con palabras muy duras hacia Jesús Julio Carnero, hoy consejero de Agricultura y Ganadería en el Ejecutivo en funciones de Alfonso Fernández Mañueco.
La negociación se complica, además, con la incertidumbre de qué pueden hacer las demás fuerzas.
UPL anunció su 'abstención', es decir, que no votará a ningún candidato de PP, Vox o PSOE. Soria ¡Ya! afirmó que no había llegado a un pacto con los populares, pero no dejó claro si eso se traduce en otra 'abstención' o en un voto a favor del PSOE o del PP. El martes se reunieron con los socialistas y la conclusión fue similar a la obtenida en la negociación con los populares: buscan inversiones para Soria. Y en pos de ese logro decidirán a quién apoyan, lo que deja pocas opciones a un PSOE que no gobernará la comunidad autónoma. Los sorianos pueden abstenerse de apoyar al PP, pero no ganan nada situándose frente a los populares, partido que presumiblemente gobernará, sea en minoría o con los de Abascal. Un acuerdo PP-Vox condenaría a la irrelevancia parlamentaria a los sorianos y rebajaría considerablemente su pretensión de ser importantes en las votaciones para obtener a cambio recursos para afrontar los desequilibrios que padece la provincia.
En cambio, esos tres votos de Soria ¡Ya! serían claves de no mediar acuerdo entre los populares y los de Abascal. El PSOE cuenta con el apoyo del voto de Unidas Podemos (29) y el PP cuenta con sus 31. Francisco Igea votará al PP, «sin nada a cambio», si eso permite que Vox no llegue a presidir las Cortes de Castilla y León. En caso contrario, apoyará a otra fuerza, aunque no serviría ya de mucho si PP y Vox suman sus fuerzas y acumulan 44 votos de 81.
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El anuncio de Igea le da un poco más de fuerza al PP, que tendría asegurados, sin Vox, 32 votos, por los 29 garantizados del PSOE-Unidas Podemos. Una posición neutra de UPL y Soria ¡Ya! permitiría a los populares alzarse con la Presidencia de las Cortes sin los de Juan García-Gallardo.
El peligro, para el PP, está en la reacción de Vox.
Porque los puestos en la Mesa de las Cortes son solo una parte de la ecuación en marcha. La otra es la formación del Gobierno de la Junta y Vox maneja como arma disuasoria la amenaza de no acordar un Ejecutivo sin tener presencia en el órgano que dirige el parlamento autonómico. Un bloqueo que, de producirse, derivaría en dos meses y medio de tensiones y probablemente una nueva convocatoria electoral que el PP, con el partido debilitado a nivel nacional, tampoco desea.
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