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En las Cortes de Castilla y León hay dos debates políticos: el macropolítico y el micropolítico. Se asemejan a la economía. La macro es la que está en los titulares y la micro, la que nos tiene mirando el folleto del híper. En el hemiciclo, más ahora que nunca con Vox situado en la bancada de opositores, la macropolítica es la que le toca al presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, que la utiliza como argumento de ataque defensivo -Pedro Sánchez, Santiago Abascal-, y la micropolítica, la que le lanzan a sus consejeros desde los asientos de los partidos territoriales, que piden atención médica en condiciones en el Bierzo o en Soria o una facultad de Medicina en León.
Este martes casi se confundieron ambas, macro y micro, porque Luis Tudanca (PSOE) preguntó a Mañueco por la maltrecha especialidad de oncología en el Bierzo. Aunque derivó en la cuestión de siempre. «Las competencias son suyas», se anticipó Tudanca. «Hay una falta de especialistas a nivel nacional y venimos pidiendo todas las comunidades autónomas una conferencia de presidentes para tratar este asunto», replicó Mañueco.
Mañueco y la crítica a Pedro Sánchez son casi un sintagma inevitable. Lo que es más novedoso, dentro de la macropolítica en las Cortes, es que Vox también ha pasado a formar parte de ella. Por primera vez, Alfonso Fernández Mañueco se enfrentaba a dos preguntas orales casi consecutivas de sus dos exvicepresidentes. Primero Juan García-Gallardo y después, Francisco Igea. Y los dos con una cuestión similar: la ley de concordia. Desde puntos de vista opuestos, claro, pero eso no fue óbice para que Mañueco resaltara la coincidencia. «Señor Igea, usted el otro día estaba de la mano de Vox en la Junta de Portavoces», le reprochó a uno. Y al otro: «Es curiosa su pregunta, señor García-Gallardo, habla de la iniciativa conjunta [de PP y Vox con la ley de concordia] y hoy la trae Vox de la mano del PSOE… Confirma hoy más que nunca ese dicho de que la política hace extraños compañeros de cama». El método Mañueco para intentar aprovechar en beneficio propio la minoría parlamentaria: si Vox vota con el PSOE, mal; si el PSOE vota con Vox, peor; si cualquiera vota con PSOE o con Vox, son socios del sanchismo o de Abascal.
Gallardo había ido en busca de una respuesta concreta. ¿Qué aspecto no le gusta de la ley de concordia que promovieron PP y Vox cuando eran socios? Y Francisco Igea se fue tan a lo concreto que acabó poniendo frente a frente la negativa del PP a conceder el nombre de un represaliado, Valentín Garrido, a un albergue juvenil de Béjar, y el hecho de que Salamanca, ciudad de la que Mañueco fue alcalde, tenga una calle dedicada al padre del presidente de la Junta. «Lleva el nombre de un ilustre requeté, que fue procurador en dos legislaturas del franquismo», recordó.
Es difícil encontrarte con tu ex en Madrid, decía Isabel Díaz Ayuso, pero en el hemiciclo de las Cortes es inevitable toparte con ellos. Y Mañueco tenía preparada la respuesta para uno de ellos, el más reciente, Gallardo. La macro. «Usted puede repetir los argumentarios que quiera, tenemos claro que viene aquí a decir lo que le mandan. Son sus jefes de Madrid los que han dicho que no van a pactar los presupuestos, el otro día vino una persona de Barcelona -en referencia a Ignacio Garriga, secretario general de Vox- para decir que no iban a pactar nada». El de Vox intentó empujarle con aquello de que Mañueco es «una marca blanca de Juan Vicente Herrera» y puso como ejemplos de PP a seguir a Carlos Mazón (Comunidad Valenciana) y Jorge Azcón (Aragón). «Hace políticas de izquierdas», acusó a Mañueco. Y le previno: «Lo va a pagar muy caro en las urnas».
Un vaticinio que no molestó demasiado al presidente de la Junta. Es más, auguró que Vox y PSOE irán de la mano en la votación de los presupuestos autonómicos para tumbar las cuentas de Carlos Fernández Carriedo. «Ustedes rompieron los pactos de Gobierno, fueron los que incumplieron su palabra, con todo lo que eso significa. Le obligaron a usted a que renunciara a seguir trabajando por las personas de Castilla y León. Y tuvo que salir corriendo del Gobierno, no culpe a los demás de lo que usted dejó sin hacer», lanzó.
Y ya antes le había dejado el remate que cambia el relato. Del «somos un Gobierno de coalición eficaz» al nuevo mantra: «Sin ustedes, Castilla y León funciona».
Lo de Igea, en cambio, no es que pasara de lo macro a lo micro. Es que alcanzó lo personal. «Para mí, mi padre era mi padre, no sé qué era su padre para usted. Mi historia como alcalde de la ciudad de Salamanca ahí está, no la va a manosear usted», le dijo. Y utilizó el discurso de los mandamases de Madrid, el que aplica a Vox y al PSOE, pero al revés. «A usted no le puedo decir lo que he dicho a Vox y al PSOE, porque usted ya no tiene partido ni jefes en Madrid, está simplemente solo». Curioso porque fueron esos jefes los que decidieron aquello del socio preferente y abortaron el pacto PSOE-Ciudadanos en Castilla y León. De aquello, al matrimonio Mañueco-Igea y al posterior divorcio.
En cuanto a la micropolítica, mucho de lo de siempre. Casos de Soria o Palencia o el Bierzo en los que faltan médicos, quejas por el transporte educativo en Salamanca y respuestas de la Junta en defensa de su gestión. Y esta vez, como añadido, una concentración de trabajadores de Bimbo en la puerta de las Cortes. Lo único que sirvió para poner de acuerdo a todos.
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