Laguna de Duero: un entorno de gran belleza y valor natural

Con un envidiable patrimonio natural, la localidad de Laguna de Duero (la más numerosa de la provincia vallisoletana) presume de vegetación gracias a exuberantes pinares que bordean un pueblo en continuo crecimiento. El agua es claro protagonista y el parque del Lago –ubicado en el centro neurálgico de la localidad– constituye un punto de referencia para todo el que se acerque hasta el municipio.

Las aguas que hoy se pueden ver son el recuerdo de una gran laguna natural que dio nombre y origen a un pueblo, donde la extracción de sal fue una práctica habitual durante siglos. Naturaleza y agua riegan además la popularidad de los productos de su huerta, entre los que destacan patatas, guisantes, pimientos y tomates.

A las afueras del municipio encontramos el parque de Los Valles, una de las áreas más significativas para los laguneros. Allí celebran una fiesta que destaca por simbólica y peculiar, el Día de la Vieja. No se sabe a ciencia cierta el origen remoto de esta celebración tan arraigada entre los vecinos y puesto que son muchas las versiones, la más verosímil podría ser la que señala como precursores a los antiguos arrieros que pernoctaban con el ganado en el pago conocido como Prado Boyal.

La Vieja coincide con el miércoles en mitad de la Cuaresma y es representada por la figura de una mujer mayor hecha de cartón o madera con siete piernas que se cuelga en el balcón de la Casa Consistorial durante las semanas previas a la Pascua. Por cada una que pasa se va serrando una extremidad hasta que llega el momento de celebrar el día grande. La leyenda mantiene que esas siete semanas, con su ayunos y abstinencias, se debían hacer demasiado largas, así que a mitad de ellas los laguneros se tomaban una tregua para celebrar este bonito día de hermandad.

Hace décadas los niños iban de casa en casa a 'pedir la vieja', pues querían juntar las viandas necesarias para ir a merendar a los pinares de Los Valles. Allí hay cabida para mayores y pequeños, que comparten un día especial degustando una gran tortilla que da de comer cada año a más de 500 personas. Con música y juegos tradicionales, las familias comparten esta peculiar jornada en un pueblo donde la naturaleza forma parte de su vida cotidiana.

La matanza en la plaza de Lavaderos y las Justas Poéticas que se celebran desde hace 50 años son solo alguno de los ejemplos del cuidado de los vecinos hacia la tradición y la cultura, valores que se materializan en ferias de artesanía, música y escultura, que demuestran que esta es una localidad que sabe integrar sus principales señas de identidad en la vida diaria de sus más de 22.000 habitantes.

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