Felipe, Fernando y Vicente, ayer antes de partir. r. gómez

Mil kilómetros, mucha lluvia y más cerca de la frontera entre Polonia y Ucrania

Dos periodistas acompañan a tres voluntarios vallisoletanos en su ruta hacia el límite polaco para llevar ayuda a los desplazados por la invasión rusa

Viernes, 18 de marzo 2022, 07:49

Cuatro cafés con leche y un cortado en el emblemático hotel Landa de Burgos. Así ha empezado el primer día de la 'Misión a Ucrania: viaje a la frontera con la guerra', en la que se relata la historia humanitaria de tres voluntarios (Vicente, Fernando ... y Felipe) a través de los ojos de El Norte de Castilla. Con la cafeína por nuestros cuerpos, el único objetivo del primer día era consumir kilómetros y kilómetros para hacer noche en Bruselas (Bélgica). Más de 1.400 kilómetros a las espaldas para, simplemente, estar más cerca del único fin.

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Ese, mientras explicaban los motivos del trayecto solidario, lo dejó bien claro antes de arrancar el trío de voluntarios. «Queremos llevar material a los más afectados por la guerra y traer a refugiados», recalcaba Vicente. Todo eso será el sábado en el mejor de los casos. Aún hay muchos camiones que adelantar hasta que el coche cedido por Desguaces Cano para este viaje asome a la Polonia solidaria de estas semanas.

La jornada del jueves y el viaje humanitario empezaron con cinco cafés, pero realmente arrancó hace más de una semana. Vicente, Fernando, Felipe y El Norte se preguntaron por separado ¿por qué no hacemos algo? Inquietudes altruistas en el caso de los Vicente y compañía, que prácticamente ayer por la mañana se ponían cara. Se preocuparon por los familiares ajenos y con el cruasán sorteando la epiglotis se montaron en unas repletas furgonetas de material donado para iniciar un recorrido por la AP-1.

El Norte de Castilla también se detuvo para cuestionarse ¿por qué no…? Unos interrogantes, tras varios intentos, que hallaron respuesta a 24 horas de cruzar la frontera con Francia este 17 de marzo.

Pero antes de entrar en territorio francés, el convoy de tres vehículos se quedó en dos. Realmente fue en el propio hotel Landa. La tecnología daba un golpe de realidad a los arriba firmantes. Todo el material gráfico recabado a primera hora no se podía enviar y, de momento, se mantiene intacto en los cachivaches de Ramón Gómez.

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El jefe de fotografía de El Norte, con su portátil entre manos, intentaba de todos los modos enviar el material que atesoraba. Ni se percataba de que la radio ya había sintonizado Radio María. Eso sí, la ayuda divina no le sirvió para llegar a ese 100% de los envíos. Se improvisó y se solucionó, mientras un diluvio caía en el País Vasco. En el español y en el francés. Así fue hasta Burdeos, donde el sol hizo acto de presencia. Quedaba alrededor de la mitad de la primera etapa. Pero Ramón y Álvaro, Thelma y Louise o Bonnie y Clyde, se ponían pequeñas metas volantes. Después de Burdeos fue la de París. En este tramo, alrededor de 600 kilómetros, nos dio tiempo a comer un bocadillo, intercambiarnos varias veces los asientos del coche y recibir las buenas noticias que nos proporcionaban Vicente, Fernando y Felipe.

Hasta los techos

Conectados por el Whatsapp relataban sus paradas y aventuras y nos adelantaban que ya habían iniciado los trámites con los voluntarios de una ONG española para que el sábado sus furgonetas cargadas hasta los techos se queden vacías de material y se puedan cargar de refugiados ucranianos. Los enseres se dejarán presumiblemente en Varsovia, aunque aún se desconoce dónde se recogerá a los niños. Pero eso también será el sábado.

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La distancia entre los dos grupos no se redujo en ningún momento. Había unos 100 kilómetros de diferencia. Los suficientes para que Vicente, Fernando y Felipe dejaran la ciudad del amor atardeciendo y nosotros, dando testimonio de por qué se llama la ciudad de la luz.

Ya en esos kilómetros la sintonía de Radio María ya no existía. Grandes éxitos internacionales del panorama nacional e internacional amenizaron los últimos tramos. Sobre las 22:30 la primera etapa se acabó. Este viernes la historia se repite rumbo a la frontera entre Alemania y Polonia. Otra vez más de mil kilómetros. ¿Por qué no…?

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